Existen pautas que pueden ayudar a los adultos a identificar y desarmar situaciones de violencia; las preguntas que nos pueden guiar para descubrir el acoso de compañeros
Las épocas cambian y nuestras preocupaciones también. En esta serie, LA NACION acerca la opinión de expertos reconocidos en sus áreas de trabajo para sumar sus aportes a viejos y nuevos dilemas. La idea es contribuir a debates actuales con la perspectiva de prestigiosos profesionales que ayudan a ordenar ideas en tiempos convulsionados.
Los episodios de bullying en la escuela se están visibilizando cada vez más, y ese es un buen signo para avanzar hacia posibles soluciones, según subrayan expertos. De acuerdo al último informe de Argentinos por la Educación, a nivel nacional, más de la mitad de los estudiantes reconocen que en el colegio suceden episodios de discriminación por aspecto físico (75,4%) o por características personales/ familiares -religión, nacionalidad, género, discapacidad- (67,7%), y amenazas o agresiones entre compañeros (54,5%). Sin embargo, menos del 10% de los alumnos consideran que estos episodios suceden regularmente.
“El bullying se puede prevenir, detectar y desarmar”, plantea la psicóloga Candelaria Irazusta, cofundadora de Equipo ABA (Anti Bullying Argentina). Por eso, es fundamental que tanto en las aulas como en los hogares, los adultos cuenten con las herramientas necesarias para encarar esta problemática.
Candelaria Irazusta
Lic. en Psicología Clínica (Universidad Católica Argentina)
Cofundadora y Directora Ejecutiva de Equipo ABA (Anti Bullying Argentina)
Capacitadora y asesora escolar
Asesora del Observatorio de Familia y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación
- ¿Cómo distinguir si estamos ante una situación de bullying?
- No todo es bullying. Hoy en día tenemos una mayor sensibilidad y conciencia con respecto al tema, lo cual es muy positivo, pero también es importante saber que en la crianza prevalecen los conflictos normales y aislados.
Para hablar de bullying debe haber un desbalance de poder, una relación de dominio y de sumisión. A su vez, este poder de uno sobre el otro está acompañado de situaciones crónicas de violencia. Hay una intencionalidad de generarle un daño físico o emocional a la otra persona.
Para hablar de bullying debe haber un desbalance de poder, una relación de dominio y de sumisión”.
- ¿Qué síntomas o signos pueden indicar que un hijo está siendo víctima de acoso?
- Como el bullying sucede en la escuela, los padres vemos los efectos secundarios. Aquello que puede expresar el chico a través de sus hábitos, conductas y lo que verbaliza. Muchas veces los hijos hablan y cuentan cosas, pero los adultos les restamos importancia. Entonces el primer paso es escuchar activamente y validar lo que dicen.
Cuando el problema ya está instalado, pueden aparecer síntomas: no querer comer, hacerse pis a la noche, tener pesadillas o estar muy irritable.
- ¿Cuál es la mejor herramienta de prevención?
- El bullying no aparece de un día para el otro, es un problema que se va gestando. Para prevenirlo es importante enfocarse en el vínculo cotidiano con los hijos y en construir un diálogo abierto, que integre la posibilidad de conversar sobre los problemas y dificultades que enfrentan a diario.
A los que son menos “habladores” podemos hacerles preguntas específicas, como “¿con quién jugaste?”, “¿con quién te sentaste?” o “¿cómo se tratan tus compañeros?”.
Es importante que nuestra actitud de escucha sea activa: dejar de lado las tareas, teléfonos y agendas, para prestarles atención, y no juzgar. Validar lo que relaten, sería un “te entiendo”, y postularse como recurso de apoyo, es decir, “estoy para ayudarte”.
- ¿Conviene ir a hablar a la escuela? ¿Qué pasa si la institución no se compromete con la situación?
- Para empezar, la escuela debería estar al tanto e informar a los padres de estas situaciones. Puede ser muy angustiante como padre no saber qué hacer y sentir impotencia por la baja capacidad de influencia dentro del ámbito escolar. Por eso, de entrada, hay que tratar de plantear un trabajo colaborativo con los docentes.
En última instancia, si no hay colaboración de parte de la escuela y vemos que la situación empeora, se puede plantear un cambio de colegio. Lo recomendable siempre es poder revertir la situación, trabajar en el contexto y cambiar la dinámica del grupo.
Puede ser muy angustiante como padre no saber qué hacer y sentir impotencia por la baja capacidad de influencia dentro del ámbito escolar”.
Si la situación no se puede revertir desde la escuela, hay que elevar el tema a organismos públicos. Para estas instancias es muy útil contar con un diagnóstico formal, llevar un registro con documentación de los episodios. Nunca hay que quedarse en el molde, porque se instala la psicopatología en la infancia.
Los niños no son coladores, funcionan más como si fueran vasos: cuando un factor de estrés del entorno los excede, rebalsan. Su psiquis colapsa y los síntomas no son gratuitos. No podemos exponer a un niño a ese estresor en un contexto de desprotección.
Cuando un factor de estrés del entorno los excede, los niños rebalsan. Su psiquis colapsa y los síntomas no son gratuitos”.
- En el caso de chicos que tienen alguna dificultad, por ejemplo, para las habilidades sociales, tal vez se instala la creencia de que el bullying se repetirá en otra escuela...
- El bullying nuca es responsabilidad de un niño. Sí hay factores de riesgo que empeoran la problemática. Si la víctima tiene habilidades sociales, podrá tener más recursos para que no se profundice el acoso y no impacte gravemente en su psiquis.
Hay chicos que tienen factores de riesgo previos que tienen que ver con trastornos o falta de habilidades sociales. Es válido que lo trabajen con un especialista, pero no significa que esto vaya a solucionar el acoso. El bullying es una problemática psicosocial, dentro de un contexto. El acosador hostiga a otro por status dentro de un grupo que, a su vez, le otorga ese poder y lo avala. Por eso, incluso chicos con dificultades y trastornos, se cambian de colegio y renacen.
- ¿Es útil hablar con los padres del acosador o no?
No es lo recomendable, porque es posible que aborden esa charla con un lenguaje propio del ataque, desregulado, desde una postura de acusación. Lo que se van a encontrar, así, es defensividad. No es buena estrategia de comunicación, y podría escalar y empeorar el conflicto.
Sin embargo, en casos donde se conoce bien a la otra familia y hay un vínculo de confianza, se puede compartir la preocupación y hasta podría ser una forma de cortar el bullying rápidamente. Hay que explorar cada caso. Derivarlo por el colegio suele ser la mejor alternativa. Que sea la escuela la que cite a la otra familia, centralice el tema y tome las riendas.
Derivarlo por el colegio suele ser la mejor alternativa. Que sea la escuela la que cite a la otra familia, centralice el tema y tome las riendas”.
- ¿Cómo podemos ayudar a que nuestro hijo se defienda?
- Es muy importante que se defienda y que ponga límites de una manera no violenta. El límite es muy importante en todos los vínculos humanos: poder decir no, después retirarse del lugar y contarle a alguien son los pasos recomendados ante una situación de acoso.
Reaccionar con más violencia es peor, porque lo expone aún más frente a los demás compañeros y, aparte, recibe el reto de los docentes. No es una respuesta estratégica.
Hay chicos que pueden poner límites firmes y otros que no. Tampoco podemos poner la responsabilidad en el chico agredido que está devastado. Allí es donde entra en juego el rol del docente y el trabajo de la escuela para desactivar el problema.
- ¿Qué es lo que sí podemos decirle? ¿Qué recursos o herramientas pueden servirle para defenderse?
- Más que lo que uno puede decirle, se trata de lo que podemos transmitir con hechos. Con un chico que atraviesa una situación de estrés por bullying debemos apuntar a fortalecer su autoestima y autoconfianza. Empezar a inflar ese globo desde los recursos y las fortalezas.
Destinar tiempo juntos para hacer actividades que le gusten y que le hagan bien, felicitarlo, hacerle preguntas, hacerle sentir que lo que dice es importante. Mirarlo de manera más amorosa y evitar la crítica. También conviene buscar el apoyo de un psicoterapeuta.
Cultivar día a día un niño con más competencias sociales y emocionales siempre va a ser positivo para ayudarlo a sobrellevar los desafíos.
- ¿Cómo saber si nuestro hijo ejerce bullying?
Bueno, siempre es muy importante tener en cuenta qué es lo que dice el colegio. En general, no se los identifica como acosadores, sino que empiezan a tener problemas de conducta. Entonces, si de repente nos llaman de la escuela porque no cumple las consignas, rompe cosas, molesta, tiene actitudes desafiantes con el docente y con los compañeros...eso es una gran señal. Y, en general, los chicos que tienen esta conducta en el colegio también la tienen en casa.
En general, los chicos que tienen esta conducta en el colegio también la tienen en casa”.
Si de repente un compañero no quiere venir a casa a jugar con mi hijo, eso puede ser una señal muy importante. Por eso es fundamental que los padres puedan hablar con otros papás. Si mi hijo no está receptivo y está en una postura desafiante, quizás sirve hablar con otros papás. “¿Qué vínculo tiene mi hijo con tu hijo? ¿Qué piensa de él? ¿Cree que es un buen amigo? ¿Cree que es un mal amigo? Y unir todas estas señales. Si uno está dudando, hay hacer una consulta con un profesional de la salud. Un buen psicodiagnóstico nos puede aseverar que efectivamente hay un problema.
Obviamente que también incluiría hablar con nuestro hijo, saber qué le puede estar sucediendo. Pero no lo nombro en primer término porque, en general, es poco probable que él pueda ser honesto. Suelen justificar y minimizar los episodios. Es el adulto, ya sea en el espacio del hogar o en el espacio escolar, el que tiene que trabajar mucho en que empiecen a tener una actitud más empática con el otro.
- ¿Cómo intervenir en estos casos?
- Lo que tenemos que tratar es una intervención que tenga dos puntas. Por un lado, una parte afectiva y contenedora, porque si un chico tiene un problema de conducta, algún mensaje no se está mandando. Pero a su vez poder tener una pata que sea más firme, que tiene que ver con marcar las consecuencias, que ofender al otro tiene consecuencias y que hay que aprender a reparar, o sea, trabajar sobre la reparación de las acciones.
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