“Lápices inolvidables”, campaña de la SIP por el periodismo

Una vez más y como lo viene haciendo por décadas, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que reúne a más de 1300 medios de prensa intercontinentales, lanza una propuesta como homenaje y como alerta respecto de lo que sucede con el periodismo y los riesgos que conlleva el ejercicio de la profesión. No se trata ya de recordar las restricciones a la libertad de expresión, en cualquiera de sus formas, sino que también es un homenaje a los 550 periodistas que en las últimas dos décadas fueron asesinados por ser la voz de las sociedades a las que pertenecían y trataron de promocionar cambios en la Justicia, elevar la conciencia de las políticas públicas.

El solo ejercicio libre y plural de su actividad los llevó a la muerte por plasmar en forma de notas, en medios de publicidad masiva, sus opiniones sobre hechos o situaciones que vivía la sociedad a la cual pertenecían.

La campaña "lápices inolvidables" recordará como símbolos de la épica periodística a Irma Flaquer, guatemalteca, desaparecida en 1980; a Carlos Lajud, colombiano asesinado en l993, y Alfredo Jiménez Mota, de México, desaparecido en 2005. Se homenajea una lucha, un estilo de hacer periodismo.

Desde hace décadas el periodismo ha entrado en la lista de actividades de riesgo. Esto es innegable y no hay país que no haya sufrido esta dolorosa experiencia. La Argentina bien lo sabe.

Las conductas antidemocráticas, el narcotráfico, la violencia en todas sus formas han caído sobre esta profesión. Simultáneamente, es justo reconocer que las justicias o los gobiernos han sido, cuando menos benevolentes o poco efectivos, en la búsqueda de cómplices, actores o responsables.

La SIP intenta una vez más poner en la conciencia de la sociedad en su conjunto el dramático déficit de cuidado que el periodismo en cualquiera de sus formas afronta en estos tiempos.

Estos lápices, que se entregarán durante la campaña, como símbolo de esta decisión de la SIP, contienen cada uno ADN de Irma, Carlos y Alfredo, impregnados en los grafitos de cada uno de los lápices. Contaron con el invalorable aporte de sus familiares, que entregaron elementos a un laboratorio de Miami para llegar a cumplir con este proceso.