Biofilia, baños sin género y espacios de concentración, claves de la cultura del espacio laboral de Google

MOUNTAIN VIEW. Mañana soleada tras los vidrios opacos. La voz de Kyle Ewing resuena en el edificio ubicado en el centro del campus de Google en Mountain View. Ella es directora de talentos de la empresa desde 2006 y responsable de la cultura interna de esta organización globalmente reconocida por sus esfuerzos en generar condiciones y espacios de trabajo particulares e innovadores.

La misión que nació de Larry Page y Sergey Brin (organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil) siempre se tradujo en una cultura organizacional original y aún hoy, dos décadas después de creada, algunos de los signos más potentes, como sus célebres espacios con mesas de ping-pong o videojuegos, y la cultura de las pasantías (reflejada en el film The Internship, Aprendices fuera de línea) subsisten dentro de este enorme campo en pleno Silicon Valley.

Sin embargo, a la velocidad del crecimiento de la empresa y las exigencias competitivas, los desafíos cambian: la vocación por mantener una cultura innovadora y colaborativa evoluciona al ritmo vertiginoso de la diversificación de los negocios y de una empresa que ya cuenta con 180.000 empleados en el mundo.

El nuevo eje, detalla confidente Ewing, es favorecer la concentración y el bienestar para contribuir a un entorno creativo.

Esta semana, mientras la empresa anuncia grandes nuevos productos , a apenas 100 metros de este salón dentro del complejo Googleplex, se construye un nuevo espacio: llamarlo edificio suena exagerado. Luce más a una carpa de Cirque du Soleil a gran escala, emplazada en los valles californianos. El diseño, impactante y vanguardista, corresponde al estudio Bjarke Ingels Group y al arquitecto Thomas Heatherwick. Si bien el proyecto ha sufrido cambios (incorporará paneles solares en el techo) se plantea como un nuevo símbolo de la ambición de Google.

Más allá del gran desafío de la diversidad (encarnada y expresada de manera reiterada por el propio CEO, el indio Sundar Pichai), la cultura de los espacios de trabajo tiene objetivos claros, que se respiran y se viven en este entorno privilegiado: estar a la vanguardia en la construcción de edificios, promover ámbitos de trabajo comunes y la conexión con la naturaleza.

Lo importante, sostienen, es que los "googlers", como se denominan entre sí los empleados de la empresa, estén concentrados: enfocados en su tarea y con espacio para trabajar con otros.

Las últimas tendencias (superadoras de las salas de juego y esparcimiento, las bicicletas, el yoga y las 30 cafeterías que ocupan hoy el campo) apuestan a crear un entorno con el máximo contacto con la naturaleza y con el concepto de biofilia.

Los baños sin distinción de género y los restaurantes con menús proteicos, reducidos en calorías o con opciones para diferentes restricciones alimenticias, dominan el Googleplex. Las bebidas gaseosas, puede comprobarse en cualquiera de sus oficinas del mundo, fueron apartadas de la oferta para los empleados: solo agua mineral o saborizada.

Luz natural y luz artificial de calidad que pueda seguir el ritmo del día, o temperaturas siempre templadas, son cuestiones fácilmente entendibles en esta zona de bahía, cercana al Pacífico. Además, plantas y construcciones que en lugar de las cuatro paredes aportan una sensación dinámica, de viento, para estimular la creatividad y disipar la fatiga de la monotonía, según apunta Mary Davidge, directora de diseño y espacios de trabajo de Google. Y además, agrega, conectar con otros valores como la reducción del uso de químicos tóxicos.

En definitiva, con la impronta académica de Stanford, donde se formaron y conocieron sus dos fundadores, aquí en Silicon Valley (que además tiene restricciones de altura para los edificios en esta zona, por la proximidad de propiedades de la NASA) la atmósfera de estas oficinas sigue remitiendo más a un campus universitario que a una gran empresa. Aunque se trate de una de las más grandes que jamás haya existido.