Los avances en la inteligencia artificial generativa tomaron desprevenidas a las empresas tecnológicas chinas. Las regulaciones de Pekín y una economía en recesión no están ayudando.
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En noviembre, un año después del lanzamiento de ChatGPT, una empresa emergente de China relativamente desconocida saltó a lo más alto de una lista donde se calificaban las capacidades de los sistemas de inteligencia artificial de código abierto.
La empresa china, 01.AI, fundada por un conocido inversionista y tecnólogo, Kai-Fu Lee, con tan solo ocho meses de existencia, contaba con un respaldo multimillonario y una valuación de 1000 millones de dólares. En entrevistas, Lee presentó su sistema de IA como una alternativa a opciones como el modelo de inteligencia artificial generativa de Meta, llamado LLaMA.
Tan solo había un pequeño detalle: parte de la tecnología del sistema de 01.AI procedía de LLaMA. Luego, la empresa emergente de Lee se basó en la tecnología de Meta y entrenó su sistema con nuevos datos para volverla más potente.
La situación es emblemática de una realidad que mucha gente en China admite abiertamente. Aunque el país tiene prisa por crear inteligencia artificial generativa, las empresas chinas dependen casi por completo de sistemas subyacentes de Estados Unidos. Según más de una decena de personas con información privilegiada e ingenieros destacados de la industria tecnológica, en este momento, China está por lo menos un año detrás de Estados Unidos en materia de IA generativa y tal vez se esté quedando más rezagada, lo cual está preparando el terreno para una nueva fase en la despiadada competencia tecnológica entre ambas naciones, la cual se ha comparado con una guerra fría.
Años de retraso
“Las empresas chinas están bajo una enorme presión para mantenerse al día con las innovaciones estadounidenses”, dijo Chris Nicholson, inversionista de la empresa de capital de riesgo Page One Ventures, que se centra en tecnologías de inteligencia artificial. El lanzamiento de ChatGPT fue “otro momento ante el cual China sintió que debía responder, como con el de Sputnik”.
Jenny Xiao, socia de Leonis Capital, una firma de inversión que se enfoca en empresas impulsadas por inteligencia artificial, afirmó que los modelos de IA que las empresas chinas construyen desde cero “no son muy buenos”, por eso muchas empresas chinas a menudo utilizan “versiones afinadas de modelos occidentales”. Xiao calculó que China tenía entre dos y tres años de retraso con respecto de Estados Unidos en el desarrollo de inteligencia artificial generativa.
La competencia por la primacía en materia de IA tiene enormes consecuencias. Los avances en inteligencia artificial generativa podrían inclinar la balanza del poder tecnológico mundial, pues aumentarían la productividad de las personas, ayudarían a las industrias y conducirían a innovaciones futuras, mientras las naciones luchan contra los riesgos de la tecnología.
Debido a que las empresas chinas intentan ponerse al día recurriendo a modelos de IA de código abierto de Estados Unidos, Washington está en una situación difícil. Aunque Estados Unidos ha intentado frenar los avances de China al limitar la venta de microchips y entorpecer las inversiones, no ha detenido la práctica de liberación abierta de software para fomentar su adopción.
Para China, la nueva dependencia en los sistemas de IA de Estados Unidos —principalmente LLaMA de Meta— ha generado dudas más profundas sobre el modelo de innovación del país, el cual, en décadas recientes, sorprendió a muchos al generar empresas líderes en el mundo como Alibaba y ByteDance a pesar de los controles autoritarios de China.
“Cuando las empresas chinas aprovechan las tecnologías de código abierto estadounidenses para ponerse al día, las dudas se vuelven muy complicadas; están envueltas en cuestiones de seguridad nacional y geopolítica”, dijo Oren Etzioni, profesor de la Universidad de Washington especializado en IA y fundador de TrueMedia.org, una organización sin fines de lucro que trabaja para identificar la desinformación en línea en las campañas políticas.
En un comunicado enviado por correo electrónico, Lee, el fundador de 01.AI, señaló que el modelo de inteligencia artificial de su empresa se basaba en LLaMA, “al igual que la mayoría de las otras empresas de IA”, y agregó que el uso de tecnologías de código abierto es una práctica habitual. Lee mencionó que su empresa había entrenado a su modelo de inteligencia artificial desde cero con sus propios datos y algoritmos. Esos fueron “los principales determinantes” del “excelente rendimiento” del modelo de 01.AI, afirmó Lee.
Meta remitió a comentarios de Nick Clegg, quien dirige asuntos globales, en los que afirmó que compartir abiertamente los modelos de IA de la empresa servía para difundir sus valores y normas y a su vez ayudaba a asegurar el liderazgo estadounidense.
(The New York Times demandó al fabricante de ChatGPT, OpenAI, y a su socio, Microsoft, por infracción de derechos de autor de contenidos periodísticos en relación con sistemas de inteligencia artificial).
El freno de la burocracia
Desde hace tiempo, la IA ha sido una prioridad en China. Después de que la herramienta de inteligencia artificial AlphaGo derrotó a dos de los mejores jugadores del juego de mesa Go en 2016 y 2017, los formuladores de políticas de China desarrollaron un plan ambicioso para liderar el mundo de la tecnología para 2030. El gobierno les prometió miles de millones de dólares a investigadores y empresas centrados en la IA.
Cuando OpenAI lanzó ChatGPT en noviembre de 2022, una campaña regulatoria de Pekín que desalentaba la experimentación sin la aprobación gubernamental obstaculizó a muchas empresas chinas. Las reglas de censura diseñadas para manejar la opinión pública y silenciar a los principales opositores al Partido Comunista de China también se convirtieron en una limitación para las empresas tecnológicas chinas.
Las empresas chinas con los recursos para construir un modelo de inteligencia artificial generativa enfrentaron un dilema. Si creaban un chatbot que dijera algo equivocado, sus creadores enfrentarían repercusiones. Y nadie podía estar seguro de lo que podía salir de la boca digital de un chatbot.
“Simplemente, no es posible librarse de todas las formas problemáticas en que pueden expresarse estos sistemas”, dijo Andrew Ng, profesor de informática en la Universidad de Stanford y exejecutivo de Baidu, el gigante chino de las búsquedas.
El año pasado, Wang Changhu, exdirector del laboratorio de IA de ByteDance, fundó en Pekín una empresa llamada AIsphere para encabezar la que él consideraba la próxima gran frontera de la tecnología: la generación de video. En noviembre, la empresa emergente lanzó PixVerse, un generador impulsado con inteligencia artificial que puede crear videos a partir de una descripción de texto.
“Avanzamos con determinación, construyendo nuestros modelos desde cero”, dijo Wang. “Esto nos da una ventaja significativa como verdaderos pioneros en el ámbito de la generación de videos”.
Es posible que esa ventaja haya durado apenas unos meses. La semana pasada, OpenAI presentó Sora, una herramienta de inteligencia artificial que convierte una simple instrucción de texto en videos que parecen tomados de una película de Hollywood. Sora se volvió viral al instante.
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