BKF: un clásico en materia de asientos
Es original la exposición de la Recoleta
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Para evaluar en su justa medida las cualidades del sillón que a fines de 1938 diseñaron los arquitectos Antonio Bonet, Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy hay que trazar una historia del momento en que se verifica su creación. Y eso está muy bien narrado en el escrito de Ricardo Blanco que se publica en el catálogo de la muestra que realiza el Centro Cultural Recoleta.
El homenaje del Centro va más allá de una mera exposición: con la conducción de los arquitectos Osvaldo Giesso y Pedro Reissig se llevó a cabo un concurso de ideas para generar nuevos diseños que se inspiraran en el sillón que está por cumplir 64 años de azarosa existencia.
Cuando se dio a conocer, el mismo Bonet señalaba el parentesco de la idea con un asiento africano originado en la zona ubicada entre Túnez y Libia (Tripolitania). A eso alude en su nota Ricardo Blanco al titularla "Una silla viene de otra silla, que viene de otra silla, que viene de otra..." Y dijimos azarosa porque siendo su origen y autoría claramente demostrable y registrado, se puede decir que de los millones de ejemplares que están repartidos por el mundo entero (su éxito solamente es superado por el bolígrafo) sólo una mínima parte fue legalmente producida. El resto son copias o adulteraciones.
Fue ése el motivo por el cual la firma Knoll International, que en 1948 había comenzado su producción bajo licencia, suspendió su fabricación en 1951. Según se pudo saber, en la actualidad se vende libremente.
Puede decirse que el BKF es un auténtico clásico, no solamente por la vigencia en el tiempo sino también por sus rasgos: el cuero que, sin relleno alguno forma asiento y respaldo es un material muy argentino, y la varilla de hierro redondo (de 12 mm de diámetro) curvada y soldada a tope, pintada de negro, es un material de origen constructivo, asociado con el hormigón armado.
Del concurso, que resultó exitoso (se preseleccionaron 45 trabajos entre 85 entregados oportunamente) y que aportó muchas propuestas interesantes, puede lamentarse que no se hayan otorgado más menciones honoríficas, dado el nivel de trabajo y la creatividad puestas en juego (el sillón de hormigón presentado por Juan Doberti y Carlos Rimoldi es un ejemplo de cuidado y buen gusto).
Entre los invitados se destacan el envío de Edgardo Giménez (por su agudeza) y el de Gerardo Feldstein.
Un merecido homenaje
En el catálogo que con mucho esfuerzo -dadas las lamentables limitaciones con que se deben mover los entes culturales hoy- se editó para la muestra, hay un texto preparado por Andrea Ferrari (hija de uno de los autores del legendario sillón) que resulta a la vez testimonial y conmovedor. Y parecería que muchos jóvenes, en particular los estudiantes de diseño, deberían no sólo concurrir a observar la exposición que termina el 28 de este mes, sino también leer el catálogo por la cantidad de material gráfico y escrito que provee.
Verán la descripción literal que redactaron los autores para la primera edición del diseño, "es una hamaca en el mundo ciudadano", y los dibujos lecorbusianos que acompañaban la presentación del sillón.
Hay un fragmento del texto de Pancho Liernur y Pablo Pschepiurca, y una síntesis biográfica sobre los autores, que tenían 25 años cuando diseñaron el BKF.



