En Venecia, cónclave de arquitectos
Con la ciudad como tema, quedó inaugurada la 7a Bienal de Arquitectura en el ámbito veneciano
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- La Mostra de este año cuenta con la dirección de Massimiliano Fuksas
- Muchos expertos opinan que hay poca arquitectura
- Pese a todo, la Argentina está presente
VENECIA (De un enviado especial).- Algunos memoriosos evocarán, seguramente, aquella primera muestra internacional que se desarrolló en la Corderie del Arsenale. En esa ocasión la Bienal estaba presidida por Paolo Portoghesi, y tuvo como protagonista la así llamada Vía Novissima : aprovechando los más de 300 metros de largo de esta construcción que data del 1303, se hizo una calle con diez fachadas de cada lado, proyectadas por autores famosos como Frank Gehry, Robert Venturi, Hans Hollein, Arata Isozaki y Aldo Rossi, entre otros. Fue una especie de vidriera del posmodernismo que provocó más de una controversia por su carácter meramente escenográfico y, de algún modo, frívolo.
Una vuelta de tuerca
Menciono este antecedente porque la propuesta formulada por Massimiliano Fuksas para el año 2000 resulta a todas luces una vuelta de tuerca. El título que el director de la Bienal formuló esta vez es Cittá: Less Aesthetics, More Ethics , un axioma que, más allá de lo discutible y refutable de la supuesta antinomia entre ética y estética (que el mismo Fuksas admite en la introducción al catálogo de la muestra), parece una reacción al formalismo superficial, a las propuestas que más que una intención estética parecen contener una sugerencia cosmética y epidérmica.
Esto, más la convocatoria con el tema de la Ciudad como apertura, logró una concurrencia importante y calificada, en la que hay motivos de interés en casi todos los pabellones. Es difícil entender la razón por la cual se otorgó el premio a Jean Nouvel y el pabellón francés -"por la interpretación del tema", según señaló el jurado- ya que no vimos en él ningún mérito arquitectónico que lo justificara.
Sí se comprende, por el contrario, que se haya distinguido el pabellón de España, ya que en el mismo hay una ratificación de los méritos que he comentado en textos recientes al regreso de un viaje a la península. El trabajo del arquitecto Campos Baeza y su equipo resulta fascinante y en extremo sencillo: no hay una sola pantalla, y los efectos se logran con el uso de la luz y el color, y una serie de maquetas suspendidas en el espacio.
A la hora de elegir los mejores pabellones debería, aceptando la calidad del español, destacar el prolijo y serio trabajo de Hans Hollein en el pabellón austríaco. En este caso no sólo hay una propuesta arquitectónico-urbana en torno de la temática propuesta por Fuksas, sino también una actitud política de Hollein, que eligió arquitectos no austríacos como una reacción opuesta al actual gobierno de su país.
También fueron elogiados los criterios expuestos en el espacio de Gran Bretaña, donde se advierte la mano de Peter Cook.
En el pabellón de los Estados Unidos, con la curaduría de un hijo de Hollein, Max, que es alto ejecutivo de la Guggenheim Foundation, se exhiben los recursos del programa Maya de computación, el software utilizado para preparar la documentación (no para diseñar como erróneamente se dice) del Guggenheim de Bilbao. Tanto en las pantallas, que operan arquitectos muy jóvenes, como en los modelos corpóreos que se exhiben, está presente la versatilidad de este programa de avanzada.
En la entrada al espacio mayor de la Muestra, el Padiglione Italia (donde se exponen paneles de nuestro Clorindo Testa) hay una situación que parece -lo mismo que acontece en el premiado pabellón francés- una metáfora sarcástica del momento actual en el mundo. Apenas traspuesta la entrada, uno pasa en medio de una serie de grandes televisores (10 de cada lado) en los que aparecen en primer plano los rostros de arquitectos conocidos que hablan en sus respectivos idiomas. Por supuesto, se superponen las palabras y es imposible entender siquiera parcialmente lo que se expone. Como uno de los que aparece en pantalla es el propio Fuksas, no se alcanza a comprender demasiado el alcance de la ironía, si la hay.
Massimiliano Fuksas se refirió en varias ocasiones, incluso en sus palabras durante el acto inaugural y entrega de premios, al caos como noción a tener en cuenta en este principio de milenio, y como situación generadora y no negativa. Acaso estas dos metáforas que aludí se inscriban en esa exaltación del caos como materia prima del creador contemporáneo en arquitectura y urbanismo.
Como se advierte, son cuestiones más que fecundas a la hora de teorizar y debatir. Un debate que deberá abordar como temas básicos el del ambiente , el de la supervivencia urbana e, inevitablemente, el de la tecnología y la virtualidad .
Los 14 estudios argentinos
La muestra argentina está expuesta en la Fundación Querini Stampalia, destacado palacio veneciano del siglo XVI que, desde 1869, es además de museo y biblioteca un centro cultural.
La sala de exposición y el jardín en la planta baja fueron restaurados en 1963 por el arquitecto veneciano Carlo Scarpa.
Hasta el próximo domingo 16 están expuestas las obras de 14 estudios de arquitectura argentinos, reunidas por Jorge Glusberg, curador de la muestra: se trata de Mario Roberto Alvarez, Kopiloff, Alvarez, Rivanera y Bernabó; Antonini-Schon-Zemborain, Hall y Fervenza; ArX Arquitectura; Baudizzone-Lestard-Varas, Asociados Gradel, Blinder y Janches; Mariano Bilik y Mario Roberto Alvarez y Asociados; Roberto Converti (Puerto Madero); Estudio Grupo Tres (Dergarabedian-Frangella-Del Puerto-Parodi-Sardin-Ferrari Frangella); Goldman/Gómez Luengo & Asociados; Hampton/Rivoira y Asociados, Miguel Pérez; Manteola-Sánchez Gómez-Santos-Solsona-Sallaberry; Jorge Prieto-César López Osornio; Rafael Viñoly, y Urgell-Fazio-Penedo-Urgell, Llauró.



