Holanda, reina en muchos terrenos
Con motivo del principesco casamiento que tuvo como protagonista a una connacional, hubo entre nosotros un intenso balance de realizaciones que tenían como escenario a ese pequeño territorio conocido como los Países Bajos.
Pero los amantes del arte y los arquitectos en particular tenemos una imagen de Holanda como líder en esos campos, y ese liderazgo tiene muchos siglos de vigencia. Como tuve la suerte de conocer el país, y Amsterdam mejor, cinco años atrás, conservo en la retina la silueta de esas ciudades, que exhiben la homogeneidad y la escala que identifican a los burgos medievales.
Es curioso: hay una altura promedio que no supera las cinco plantas en total, una textura ocre rojiza de ladrillos a la vista y una extraña armonía entre las partes y el todo. Las calles están formadas por edificios angostos que, sin embargo, no alteran la unidad del frente continuo de las cuadras. Lo que se verifica es un potente criterio proyectual junto con una respetuosa actitud con relación a la ciudad.
En este marco, el color es un dato esencial, ya que hasta las construcciones religiosas de estilo gótico son de ladrillo -a veces de piedra y ladrillo- en contraste con las que al mismo tiempo se levantaban en Francia, Alemania o Inglaterra, que eran de piedra tallada. De tal manera, en lugar del gris mineral, la vista se desliza sobre la calidez de la terracota, que se enlaza con el mismo tono en los edificios civiles.
Aquí hay que subrayar un punto: en el siglo XVII (el mismo en el que brillaban pintores como Rembrandt o Vermeer) era un axioma que no había en Europa ninguna ciudad que compitiera con Amsterdam en cuanto a la calidad y lujo de sus viviendas privadas, situación que se mantuvo hasta fines del siglo XVIII.
Así, con la tradicional formación plástica de una cultura urbana varias veces centenaria, hay una calidad arquitectónica que se marca con hitos notorios. Hendrik Berlage (1856-1934) y Willem Dudok (1884-1974) iluminan los orígenes del movimiento moderno en los Países Bajos. Dudok es un modelo con sus volúmenes horizontales de ladrillo, con una composición asimétrica y cuidadas proporciones.
Coetáneo de Dudok, aunque murió muy joven, es Theo van Doesburg (1883-1931), artista y crítico que fundó en 1917 la revista De Stijl ( El estilo ). La publicación se editó en Leiden y creó a su alrededor un grupo que, a mi modo de ver, gravitó en alto grado en todas las manifestaciones visuales del siglo XX, empezando por la Bauhaus.
Se nuclearon en torno de De Stijl artistas como Piet Mondrian, César Domela y Georges Vantongerloo junto con el arquitecto Jacobus Pieter Oud. Al lado de los holandeses estaban el ruso El Lissitzky y los alemanes Hans Arp y Kurt Schwitters. Como se ve, todos reverendos desconocidos...
En 1918, un joven ebanista llamado Gerrit Rietveld creó una pieza que fue un manifiesto plástico: la célebre silla rojo y azul que influyó en la arquitectura, la pintura y la escultura, sin hablar del diseño de mobiliario. Años después, Rietveld agregaría al repertorio de iconos holandeses de la arquitectura moderna la casa Schršder.
Con los años vinieron nombres como Aldo van Eyck, Herman Hertzberger, y más cerca Ben van Berkel y Rem Koolhaas (premio Pritzker 2000). En este tiempo, como suele darse a lo largo de la historia (un ejemplo puede verse en estas páginas) se observan en los Países Bajos imágenes transgresoras.
Es así, la arquitectura y el diseño contemporáneo no serían lo que son sin la creativa y poética impronta holandesa.