La importancia de llamarse Oriol
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Por Luis J. Grossman
La intendencia de Rosario da el ejemplo: para intervenir en una ampliación del gran complejo arquitectónico-urbano del Parque España, llama a sus autores. Tan simple como eso, lo que puede parecer obvio es aquí -mal que nos pese- excepcional.
Y este episodio sucede al tiempo que aquí contemplamos con desazón la controversia entre el director de la Biblioteca Nacional y Clorindo Testa, autor del edificio junto con los arquitectos Alicia Cazaniga y Francisco Bullrich.
En respuesta a la invitación formulada por el doctor Hermes Binner, intendente rosarino, acudió sin demora el arquitecto Oriol Bohigas, cuyo estudio Martorell-Bohigas-Mackay tuvo a su cargo el proyecto de la obra que -según subrayó el doctor Binner- estableció para Rosario un antes y un después en cuanto a su contacto con el río.
Lo que no era ciertamente el recurso retórico de un orador complaciente con su huésped sino una figura válida, porque puede afirmarse que, en efecto, Rosario recupera su relación vital con el Paraná a partir del vasto desarrollo propuesto por los catalanes en el Parque España.
Sabia madurez
Hay que ponderar, me parece, dos actitudes infrecuentes. Por un lado, la respetuosa conducta de las autoridades rosarinas y de los profesionales a cargo del área de Planeamiento (el secretario, arquitecto Rubén J. Palumbo; el subsecretario, arquitecto Augusto L. Pantarotto,) y cuando deciden acudir -por encima de las distancias y los localismos- al despacho de los autores en Barcelona.
Y por el otro, la madura sabiduría de Oriol Bohigas -de cuya solidez intelectual nadie puede abrigar duda alguna- al viajar con rapidez y diligencia, sin importar la escala del encargo en cuanto a su costo o su tamaño.
De paso, para ratificar la vigencia de Oriol en el panorama del pensamiento arquitectónico actual, la Secretaría de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario y el Centro Cultural Parque de España organizaron una conferencia que el visitante dictó en el hermoso teatro del Centro Cultural.
Frente a casi quinientos espectadores, Bohigas disertó acerca de las reformas urbanas que se operan en las ciudades que cuentan con frentes marítimos (o fluviales).
Por mejores ciudades
Hace más o menos veinte años que la reforma de los frentes acuáticos son la obra más importante en el campo de los emprendimientos urbanos. Durante la conferencia se pasó revista a varios ejemplos de ciudades con bordes marítimos o fluviales en los que tuvo o tiene intervención el estudio M-B-M: Rosario, Salerno, Amsterdam, Río de Janeiro, París, Benidorm y Barcelona.
Hay una serie de puntos comunes en todos los casos citados, que pasan por la obsolescencia de líneas férreas y otros sistemas de transporte que se interponen entre la ciudad y la costa; instalaciones industriales del siglo pasado, desactivadas y abandonadas; puertos industriales y comerciales que han perdido vigencia y se desactualizaron; desagües y detritus contaminantes; instalaciones militares de defensa situadas en las orillas, hoy anacrónicas, y tugurios o slums que se asentaron en la ribera como derivación de los puntos aludidos más arriba.
Entre los factores que cimentan esta tendencia que asumen muchas ciudades ribereñas, Bohigas ("Hoy importa que las ciudades funcionen bien, más allá de los países") menciona el nuevo uso social de la costa y el mar, la rehabilitación de los cascos antiguos que conlleva este operativo de las costas, y la reconversión de los centros marítimos, que contribuye a mejorar el perfil económico de esas ciudades.
En una charla fuera ya del estrado, Bohigas destacó la fortuna de Rosario al poder recuperar el río gracias a la obsolescencia de muchos espacios. Y recordó que en Europa pasa algo semejante con los conventos y, más recientemente, con las cárceles y los cuarteles. Lo cierto es -apunta- que éste es el momento de las políticas municipales.
Nuestro anterior encuentro se produjo en la Plaza Real de Barcelona dos años atrás, en ese espacio tan particular donde se puede intuir que el tiempo es circular, porque las pláticas se desenroscan sin pausa y sin prisa.
Y en tanto escribo estas líneas tengo muy a mano dos volúmenes pardos y de áspera textura (La gaya ciencia): Once arquitectos y Proceso y erótica del diseño. Porque leer o escuchar a Oriol es siempre una experiencia estimulante.



