Oficinas: proa urbana en un terreno poco convencional
En un lote en esquina y de forma trapezoidal, un volumen austero y funcional pone de manifiesto la vigencia de los postulados de Le Corbusier y el movimiento moderno
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Un ejemplo muy logrado de cómo maximizar el espacio, optimizar los materiales, y construir un edificio funcional y visualmente atractivo en un terreno atípico es el edificio de oficinas del estudio VSV (Marcelo Vila, Adrián Sebastián y Javier Vila), que acaba de estrenarse en el barrio de Núñez, sobre el bulevar Comodoro Rivadavia, a una cuadra de la Avda. del Libertador. Con esta obra, en la que el arquitecto es también su propio cliente, se inicia la serie de notas Arquitecto & cliente, que se publicarán en el transcurso del año.
El edificio, que fue merecedor de una Mención a la Obra Construida CPAU-SCA 2004, se propone como una proa urbana en un terreno trapezoidal con salida a dos calles (cuya medianera de 8,50 m limita con otra propiedad y la de 3,50 m, con un espacio verde mínimo, donde sólo cabe un árbol alto que abraza el proyecto con su copa), cuenta con subsuelo, cuatro plantas y terraza jardín, de escasos 56 m2 cada una.
"Este lote se formó con el ensanche del bulevar Comodoro Rivadavia, que era angosto -explica Adrián Sebastián-, y aunque su forma es atípica, lo tomamos como una virtud más que como un defecto". El jefe del proyecto fue el arquitecto Gustavo Menéndez, el asesoramiento estructural lo hizo el ingeniero Alberto Fainstein, y la obra se terminó en siete meses.
Según Adrián Sebastián, "el edificio es la resultante de dos elementos: estructura y piel. Apuntamos a tratar de reducirlos, sacando el excedente y dejando solamente lo esencial, simplificando la construcción. Para un programa de oficinas como el nuestro no hacía falta más".
"El edificio es muy austero en cuanto a sus elementos y sin ornamentos -cuenta Javier Vila-, y todos los materiales están a la vista: el hormigón es estructura y a la vez revestimiento en sí mismo; los pisos son de alisado de cemento; y después está la doble piel, la de hierro continua, y la de vidrio resuelta de piso a techo."
La estructura se compone con losas sin vigas con doble armadura, vinculadas a dos tabiques principales (salvando una luz de 9,50 m), y por un tabique secundario que, además de delimitar la escalera de un tramo (de 1,10 m de ancho) y conducir las instalaciones (aire acondicionado, electricidad, redes y telefonía), rigidiza el conjunto.
Hay una recepción y un espacio de espera en la planta de acceso, cuya losa está despegada 30 cm del piso para permitir iluminar una sala de reuniones con proyector y biblioteca, en el subsuelo; tres plantas de trabajo, y la terraza, con una semicubierta perforada que aporta gracia y liviandad, y termina de definir la envolvente del edificio, de 13,50 m de alto.
El impacto visual fue el resultado de las decisiones conceptuales, definidas por el cruce del bulevar Comodoro Rivadavia y Río Piedras. Ambas fachadas presentan un doble revestimiento, primero de vidrio, de la altura de cada piso, y una segunda piel de hierro galvanizado, tomada de la cabeza de cada losa, a una distancia de 30 centímetros, que está compuesta por planchuelas con distintas inclinaciones, según la orientación: al Nordeste, permitiendo la visual y protegiendo del sol, están horizontales respecto de las guías. Para frenar la incidencia del sol del Oeste, la misma piel se acomodó a 45 grados: "Fue un trabajo austero -comenta Marcelo Vila-. Con una acción logramos resumir varias acciones; en este caso seguridad, sol y la baranda de la terraza que se resuelve con las prolongaciones hacia arriba".
La cultura también se expresa
En VSV, todo está pensado para que puedan trabajar más o menos diez personas fijas, incluyendo los socios titulares y el jefe de taller. Según los arquitectos, ante las necesidades pueden llegar a entrar unas treinta o cuarenta personas cómodas.
"Todo el mobiliario está pensado con una flexibilidad que permite readaptarse y reacomodarse -cuenta Javier Vila-. Las sillas son estándar y las mesas de trabajo, todas de 1,30 x 1,30 m, tienen una estructura de hierro que fue hecha en la obra, igual que la piel que cubre el edificio", dice Javier Vila.
"Somos un estudio de generación intermedia, que busca vincular pensamiento y obra, y tenemos puesto todo nuestro esfuerzo en hacer de la arquitectura una herramienta de opinión cultural -opina el arquitecto Adrián Sebastián-. Creemos que la arquitectura es la posibilidad de expresar y construir cultura, mucho más que un servicio." Entre los varios reconocimientos que ha recibido el estudio en los últimos años, se puede mencionar que en 2003 obtuvo el primer premio del Concurso Internacional de Anteproyectos Centro de Justicia de Santiago, en Chile (ver nota en página 2). Y últimamente han dado otro gran paso: afirmando que ya no hay fronteras para la arquitectura, acaban de abrir una sede en Pekín (VSV Asia), cuyo encargado es Ye Jianguan.



