Sistema conocido en todo el mundo
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Una organización de carácter educativo que acumule una trayectoria de más de 120 años comporta un mérito singular, pero si en ese tiempo dicha entidad académica se ha extendido en más de cincuenta países de todo el mundo, estamos frente a un caso ciertamente muy especial.
Me refiero a las Escuelas ORT, que en el curso de esta semana desarrollan en su sede de la calle Yatay una muestra ferial que se concentra en el campo de las construcciones y, a la vez, cuatro jornadas de capacitación profesional que están a cargo de las empresas que participan de la exposición.
La primera escuela ORT se instaló en la Argentina en 1936, en el barrio de Constitución, para dedicarse a la enseñanza de oficios, pero en su origen, la ORT fue fundada en la capital de la Rusia zarista, San Petersburgo, en 1880. Era su objetivo básico apuntar al mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de los judíos de Rusia a partir de un riguroso entrenamiento en oficios artesanales y labores agrícolas.
Sólo hace falta recordar el escenario de Tevie el lechero (más conocida como El violinista en el tejado ), con su protagonista y la corte de carniceros, sastres y zapateros, para captar la aspiración ascendente que bullía en aquellas siglas que, en la lengua rusa de origen, resumían como concepto el de Organización para la Rehabilitación por el Trabajo.
Ahora, cuando uno recorre los anchos pasillos de las dos sedes porteñas (una en el tradicional edificio de la calle Yatay y el otro, en la Avenida del Libertador al 6700) y observa las amplias aulas, con un equipamiento de última generación en lo que se refiere a recursos tecnológicos aplicados a la enseñanza, resulta estimulante (por lo menos así me sucede) evocar aquellos inicios épicos y románticos en el siglo XIX.
El lema con que se hizo fuerte esta organización, Educar para la vida , parece corporizarse en la imagen de los grupos de jóvenes que están sentados al sol primaveral en uno de los patios, o en los que charlan mientras caminan por los pasillos. No hay gritos y se percibe una actitud respetuosa y un brillo en sus miradas; es a lo que aspiraban aquellos visionarios soñadores que, en 1880, pusieron las bases de una organización que hoy tiene dimensión ecuménica y que atiende a más de trescientos mil estudiantes en más de cincuenta países del mundo.



