Una esquina que nos faltaba
Si se piensa bien, parece mentira que a lo largo de dos décadas estuviera inactiva y abandonada una esquina tan importante y estratégica como la que forman la avenida Corrientes y 25 de Mayo. Más todavía si se recuerda que el digno edificio que hoy luce rehabilitado tiene como vecino inmediato a un icono de la arquitectura racionalista de Buenos Aires: el edificio Comega.
Lo cierto es que la esquina, cuyo proyecto data de 1928 por los arquitectos Luciano Cherzanaz y Raúl Pérez Irigoyen, sufrió una serie de intervenciones que deslucieron su calidad original. Entonces la cadena española NH Hoteles (que ya inauguró el hotel en la esquina de Suipacha y Sarmiento) decidió recuperar la valiosa construcción existente y localizar allí un hotel de categoría cuatro estrellas.
Para adecuar el edificio a las estipulaciones de la empresa, NH requirió los servicios de los arquitectos Urgell-Fazio-Penedo-Urgell y Fernández-Otero-Caparra-Entelman, arquitectos asociados.
Tarea proyectual
Al referirse a la tarea proyectual, el arquitecto Fazio aclara que el estudio respetó el lenguaje de la totalidad de la fachada, ya que ésta es un ejemplo de la época (la década del 30) y se expresa en las terminaciones, las proporciones y el remate que caracteriza a la esquina en el paisaje urbano de la zona.
En cambio, las plantas de habitaciones fueron diseñadas a partir de cero, con el ajuste de medidas y calidades a las pautas que impone hoy la hotelería moderna. Aclararon también los arquitectos que, ante la imposibilidad de recuperar la fachada original de la planta baja, se reformuló un nuevo frente de granito. Se subrayaba así la imagen de basamento, fuste y coronamiento que era sustancial en la arquitectura de su tiempo.
A razón de diez habitaciones por piso, hay ochenta cuartos del primero al octavo piso, y cuatro habitaciones y una suite en la torre que abarca del piso nueve (con dos habitaciones y sendas terrazas de expansión) al once.
Es interesante consignar que tanto en las habitaciones como en las áreas públicas, que incluyen el lobby, bar y restaurante, el diseño se basó en mármoles y maderas, el rescate de elementos originales que juegan por oposición con el equipamiento contemporáneo que, en el conjunto, ofrecen una sensación apacible y armoniosa. El equipamiento y mobiliario contemporáneo fue resuelto por Santorini.
La obra estuvo a cargo de RT Construcciones; Abaque Ingeniería, la instalación termomecánica; ARSA realizó la instalación eléctrica, y AS Sistemas las cerraduras electrónicas. Se lucen en las paredes obras de arte del pintor Juan Lecuona, de las grabadoras Carla Rey y Matilde Marín, acrílicos de Margarita García Faure y fotografías de Carlos Vizzotto.
Hay una colección de fotos históricas del Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (Cedodal).
La rehabilitación y puesta en valor del edificio del antiguo -y hoy moderno- hotel Jousten ha revitalizado este sector del centro porteño. Algo que hacía falta.