El trágico accidente del ex gobernador de Córdoba José Manuel De la Sota, como todos los siniestros viales que involucran a famosos o resultan muy espectaculares, cubrió mucho tiempo de radio y TV, no menos centímetros en diarios y revistas y, claro, una catarata de "posteos" en las diversas redes sociales.
Pero, estas noticias que ponen a la seguridad vial sobre el tapete, tan rápido como aparecen se evaporan y, cuando pasa la inmediatez y el morbo, queda el problema de fondo: la gran mortalidad por siniestros viales y, algo todavía más oculto y con menos estadísticas: las personas que quedan lesionadas en diversos grados, tal como expresa el Lic. Axel Dell’Olio en un comunicado de Mamás y Niños Seguros a raíz de dicho accidente.
De nada vale hablar si tenía o no puesto el cinturón, a qué velocidad circulaba, si se durmió o hablaba por celular... Nadie aprende de la experiencia ajena. Todos pensamos "a mí no me va a pasar".
Pero para que "no nos pase nada", como diría nuestro colaborador Renato Tarditti, "el mejor dispositivo de seguridad en un auto sigue siendo la responsabilidad del conductor". Si la conciencia y la prudencia no son la base del comportamiento conductivo en un tránsito que suele ser la vía de escape de los nervios y la agresividad de muchos conductores, no hay tecnología de seguridad que sirva. No hay carteles de velocidad ni semáforos que pongan un límite.
Y para tener conductores responsables mañana (los de hoy, estamos perdidos) hay mucho trabajo para las autoridades: hace falta empezar ya con una educación vial de calidad desde la adolescencia y limitar los vicios conductivos actuales con controles activos, extendidos y con afán educativo (no sirven los recaudatorios) más sanciones acordes.