En febrero de 1947, delegados de 25 países se reunieron en Inglaterra con objeto de coordinar y unificar estándares mundiales de todo tipo. Fue la piedra fundamental de la International Standarization Organization, más conocida como ISO, que hoy reúne a 195 países y millones de empresas y organizaciones gubernamentales y privadas. Desde entonces, las "normas ISO" indican cómo se deben realizar correctamente procesos y sistemas, tanto productivos como de gestión comercial, económica u otros.
¿Para qué sirven las normas de estandarización? Aunque no son obligatorias, son muy importantes, porque aseguran criterios y especificaciones técnicas que garantizan la eficiencia de sistemas de todo tipo. Su cumplimiento (aprobado por auditores) es un aval de calidad.
Ahora es el turno de los elementos eléctricos y electrónicos de los automóviles, que se engloban en la flamante serie de normas ISO 26.262. "El propósito de estas normas es prevenir los riesgos potenciales del uso de la electrónica en los automóviles, proveyendo guías y requerimientos para el funcionamiento seguro de dichos sistemas", dice la ISO.
Susumu Akiyama, presidente del subcomité que redactó las normas señaló: "La serie 26.262 es una herramienta útil para que la industria automotriz asegure la seguridad de todo tipo de vehículo, pero es lo suficientemente genérica para permitir cierta flexibilidad para la innovación durante el desarrollo". Las normas contemplan todo el ciclo de vida del vehículo: desarrollo, producción, operación, servicio y cese de uso.
Así como las ISO 9000 regularizaron los sistemas de gestión y las 14.001 las pautas ambientales, las 26.262 vienen a normalizar la creciente (e imparable) presencia de la electrónica en los vehículos. Enhorabuena.