Las 24 Horas de Le Mans suele ser una carrera dramática, con ganadores inesperados y frustraciones memorables. En especial, si se pierde la competencia en los últimos metros, como le pasó el domingo al argentino José María "Pechito" López y sus compañeros Mike Conway y Kamui Kobayashi, por culpa de un sensor de los que miden la presión de los neumáticos.
Consigna Pablo Vignone en su análisis del final de la mítica carrera de La Sarthe en su blog www.pablovignone.com: "En la vuelta 365 López paró para reabastecer y se le pusieron cuatro neumáticos sin uso. Pusimos un nuevo juego porque queríamos minimizar las chances de una pinchadura. Después de media vuelta, vi la alarma, dijo López. El display le avisaba de una pinchadura. No era tan malo, porque la presión no había bajado tanto, podía circular todavía a 200 km/h, por lo que no perdí mucho, agregó.
"Entró a boxes y solo le cambiaron el neumático delantero derecho, el sospechoso… Al volver a la pista, el sensor seguía marcando, pero la presión había caído, dijo. El daño ya estaba hecho. El neumático pinchado era el trasero izquierdo y no el delantero derecho sustituido."
Hace un par de años fui a buscar una coupé deportiva de alta gama que debía probar. Ni bien entré en la Panamericana se encendió la alarma que indicaba baja presión en el neumático delantero izquierdo. Paré y, a ojo de buen cubero, no parecía estar desinflado, pero con las cubiertas de muy bajo perfil nunca se sabe. Por las dudas, regresé a menos de 80 km/h; los semirremolques me pasaban como si fuese un poste. Al final llegué y fui a una gomería: el neumático solo tenía 2 libras menos que los demás y no estaba pinchado. Para mí, una anécdota; para López, la destrucción de un sueño. Los autos de hoy tienen mucha electrónica, pero no toda es infalible.