Argentinos con un acceso muy limitado a la salud
La mayoría de los argentinos creemos saberlo casi todo sobre las necesidades en nuestro país: inseguridad, crisis económica, crisis judicial, empleo, deterioro de la educación. Todos estos temas son fundamentales en la vida institucional de un país democrático. Pero está faltando uno, en el que nuestro país tiene una segura asignatura pendiente: la falta de acceso a la salud que sufren desde siempre las comunidades rurales, las más aisladas y pobres de la Argentina. Una realidad durísima, que se nos escapa porque no figura entre los titulares cotidianos de primera plana de los medios, pero que tiene para los que la padecen una existencia concreta, y sin posibilidad de alivio inmediato y también futuro.
En el centro y norte de la Argentina, casi se podría decir que no hay salud: no hay médicos, salvo algún que otro clínico que no hace milagros, porque atiende en un "centro" que no es más que una salita de primeros auxilios sin laboratorio, servicio de radiología o ginecología; las enfermedades de la pobreza –tuberculosis, sífilis, Chagas, infecciones y desnutrición en los niños y en las embarazadas– son las que ganan la partida, y la distancia se cobra el resto, porque los enfermos, después de caminar a veces horas y horas, o no encuentran medicamentos o mueren al llegar.
Los entrevistados para la nota principal del suplemento Comunidad, que consistió en el acompañamiento durante una semana del equipo de profesionales que integran el tren hospital pediátrico de la Fundación Alma, coinciden en preguntarse cómo se puede pedir derecho a la salud en zonas alejadas de cualquier urbanización, en las que el 90% de las viviendas están infestadas con vinchucas o los niños y embarazadas portadores del Chagas no reciben tratamiento ni control adecuado.
Atravesadas por el abandono, la lejanía y la exclusión, los miembros de comunidades rurales de Santa Fe, Chaco, Santiago del Estero y Salta casi ni reclaman, cansados de no ser nunca escuchados. Es por esa razón que la gestión privada de la ONG La Higuera en El Impenetrable, en la provincia del Chaco, con un equipo permanente de profesionales de pediatría, trata de llevar adelante, además de la atención primaria en una zona caracterizada por la multiculturalidad, un proyecto ambicioso y a largo plazo: la instrumentación, con el apoyo de la Universidad Nacional de Rosario, de un posgrado en pediatría rural social y comunitaria.
Otra vez, como lo hemos señalado tantas veces desde estas columnas, la educación para todos aparece como el instrumento más eficaz de lucha contra las desigualdades sociales, la educación que apunta a trabajar desde y para la justicia social.
De otra manera no podrán lograr por sus propios medios educarse y llevar una vida digna.