El arte como punto de partida
Historias de personas que a partir de su participación en talleres de organizaciones lograron mejorar su vida y hasta vivir del arte; mirá el video
Fuente inagotable de significados, el arte es, para muchas asociaciones de la sociedad civil, una herramienta ideal para conducir al cambio y a la transformación social desde distintos enfoques. "El arte contribuye a la transformación social y a la equidad porque garantiza el acceso universal a los bienes simbólicos. Aquí entendemos que el camino de la transformación social es una construcción colectiva, que sólo sucederá mediante intercambios de prácticas y saberes en los que permitamos que nuestros espacios grupales e institucionales cerrados se vuelvan permeables a otras experiencias", reflexiona Inés Sanguinetti, de Crear Vale la Pena.
Fundada en 1997, esta asociación tiene la misión de propiciar la inclusión social de los jóvenes a través de la educación en artes, la producción artística y la acción comunitaria. La organización trabaja con las poblaciones de Beccar y del Bajo Boulogne a través de sus centros comunitarios. Así han tenido llegada a más de 600 chicos. Crear Vale la Pena pertenece, junto con otras cuatro organizaciones de nuestro país, a la Red Latinoamericana para la Transformación Social.
La acción de instituciones como ésta posibilita historias de vida como la de Tatiana. Esta joven de 20 años es del barrio de Boulogne y le gusta la danza desde los 5. A los 6, por medio de su tía Olga, empezó a concurrir al Centro Joven Creativo de la Fundación Crear Vale la Pena. Allí tuvo la posibilidad de tomar clases de danza contemporánea y de jazz; después hizo circo y más tarde teatro popular. Recientemente, tuvo la oportunidad de ir a Lima, Perú, a presentar la obra Argentina es afuera , e integró el elenco junto con otros chicos del IUNA.
"Fue una experiencia increíble. La verdad es que fue muy bueno trabajar con chicos que recibieron otra formación, más clásica. Lo que aprendí a lo largo de todos estos años es que no importa de qué barrio seas, cuál sea el color de tu piel o tu situación económica. Yo amo lo que hago y cada vez que bailo o actúo me siento genial", dice entusiasmada. Tatiana se define como una artista y hoy hace lo que más ama: dicta talleres de hip hop y de teatro en San Fernando y pronto va empezar a dar talleres de teatro para chicos de entre 7 y 10 años.
El arte también cambió la vida de Israel, un hombre de 35 años que vivía en la calle, dormía cerca del Hospital Ramos Mejía y no tenía trabajo. "Cuando la gente sabe que sos de la calle, te discrimina. Piensa que todos somos sucios, que nos gusta vaguear y que no queremos trabajar", dice sin perder la sonrisa mientras cobra la entradas a la gente que llega a un evento de cena y jazz en la Fundación Arte sin Techo.
De aspecto delgado y apariencia impecable, nada hace pensar que hasta hace algunos meses vivía una realidad de exclusión y marginalidad. El, al igual que otras 1029 personas de la ciudad de Buenos Aires (según un relevamiento del gobierno porteño), no tenía un hogar. Pero a través de un amigo se enteró de que una institución ayudaba a la reinserción social de la gente de la calle y decidió acercarse.
Empezó a concurrir a los talleres de arteterapia, de multimedia y de muralismo, y al poco tiempo iba todos los días a la fundación. "Es que siempre había algo para hacer, algún mueble por arreglar, una pared por pintar Fui tomando mayores responsabilidades acá adentro y la gente empezó a confiar en mí. Eso me llevó a querer salir adelante", recuerda.
Ahora vive en Mataderos, en un hogar que puede pagar gracias a que consiguió trabajo y está siempre en contacto con la fundación, que le permitió cambiar su vida.
¿Pero cuál es el efecto que generan las expresiones artísticas en la vida de las personas sin techo? "Encuentran un incentivo. Acá, cada nuevo grupo de gente sin techo que se incorpora participa de talleres que duran seis meses y que son un pasaje entre la calle y su reinserción en la sociedad", responde Felicitas Luisi, directora de la fundación, que existe hace 5 años.
"Tenemos talleres de muralismo, pintura, multimedia, refacción de muebles No importa exactamente lo que hagan, cualquiera de ellos implica responsabilidades y pone una meta. Tienen que cumplir un horario, trabajan en grupo, se vinculan con otras personas y por primera vez tienen un proyecto. Salen de la pasividad de la calle que los adormece y que sólo los lleva a esperar la muerte", continúa Luisi.
Silvia Capria es profesora de arteterapia y hace un año y medio que trabaja con los sin techo. "El arte es una herramienta fundamental para recomponer vínculos, que es lo que le hace falta a la gente que viene de la calle. Es un lugar donde pueden expresar lo que les pasa a través de técnicas relacionadas con las artes visuales", explica, y destaca la importancia del arte en este tipo de personas: "Generalmente están cansados de que les pregunten sobre sus historias personales, sobre cómo terminaron en la calle. Vienen de estar mucho tiempo aislados y acá, a través del dibujo, cuentan cosas que ni siquiera se las dicen a un psicólogo. Poco a poco se empiezan a soltar, a confiar más en el grupo. Y muchos, por medio de este proceso que comienza desde lo interno, logran insertarse nuevamente en la sociedad".
El cine como medio
Arte Vivo es otra organización que desde 1997 busca alentar y potenciar el desarrollo de la investigación y la difusión de diversas expresiones artísticas, culturales y educativas, con el acento puesto en el terreno audiovisual, el cine y el teatro. En el marco de su programa Talleres + cortos, desde julio último sus responsables se encuentran realizando, en asociación con la Fundación Kine Cultural y Educativa, el programa Talleres de creatividad en lenguaje audiovisual para adolescentes y jóvenes. Gracias a él, 30 chicos procedentes de la Fundación Nordelta y de la Fundación DAD se sumergen en el lenguaje audiovisual: después de cinco meses, como culminación del taller, filmarán dos o tres cortos de 5 minutos.
Estos talleres se dictan todos los sábados en la Casa de Galilea, en el barrio de La Cava. "Los chicos que participan son adolescentes, que justamente están en una edad considerada conflictiva, sobre todo si se combina con la realidad socioeconómica desfavorable en la que se encuentran", detalla Graciela Antognazza, directora de Arte Vivo.
Y agrega: "Son chicos de entre 13 y 19 años; la idea es enseñarles a filmar sus propios videos y sus historias con su lenguaje y desde su lugar para que puedan transmitir a través de la imagen cómo piensan y sienten".
Así, a través de este proceso de aprendizaje audiovisual, los chicos adquieren las herramientas técnicas y la capacidad de organización en grupo para trasladar historias o situaciones a la imagen.
La fundación PH15, por su parte, trabaja con chicos de los barrios de Ciudad Oculta, Boulogne y Villa Lugano y dicta cursos de expresión fotográfica. Su directora, Moira Rubio, cuenta cómo empezaron, allá por 2000: "Vimos que la mayoría de los chicos tenía una fuerte necesidad de expresarse y quisimos ofrecerles una vía. A través de los talleres de expresión fotográfica los chicos toman contacto con el arte y sacan fotos de lo que ven en sus barrios, lo que les llama la atención y quieren contar por medio de la fotografía. En la clase siguiente , se arman debates y se hacen críticas. También se organizan muestras y salidas". Uno de los asistentes es Nahuel Alfonso, de 21 años. El asegura que, desde que participa en los talleres, hace dos años, le cambió "la forma de ver el mundo", y cuenta que lo que más le gusta es retratar personas.
"Cuando le saco una foto a alguien, quiero mostrar su personalidad a través de su rostro", explica. Y agrega que en el taller al que él asiste se formó un grupo de chicos muy unido, aunque aclara: "Cada uno tiene su estilo personal. Yo soy más de retratar la personalidad de la gente. Ahora, cuando voy por mi barrio y alguien me llama la atención, le quiero sacar una foto. Algunas personas reaccionan bien; otras, por ahí, no tanto. Pero me encanta haber aprendido tantas cosas y tener otra mirada de lo que me rodea".
ProyectArte
Néstor tiene 18 años y vive en Glew. Desde muy chiquito sintió una fuerte admiración por los murales de Soldi que están en la iglesia Santa Ana, en su barrio, y soñó con ser como ese artista. Sin embargo, nunca había tenido mucho contacto con el arte, excepto por la realización de "algunos paisajes, que no son tan difíciles de dibujar".
Fue mediante un profesor de la escuela técnica a la que él asistía, en Longchamps, que se animó a presentarse al programa de becas para artistas jóvenes de la Fundación ProyectArte. No pensó que podrían elegirlo. Pero, para su sorpresa, fue seleccionado, y a partir de allí no sólo pudo desarrollar su vocación artística, sino que conoció a un grupo de jóvenes de su misma edad que tenían las mismas inquietudes por el arte e iguales ganas de aprender que él. El programa de becas tiene una duración de 18 meses en los que los jóvenes artistas trabajan con docentes y creadores reconocidos. Cada uno concurre tres veces por semana al taller y puede desarrollar una búsqueda personal de lo que más le gusta. También se organizan seminarios y visitas a los museos.
"Una vez finalizado el programa, los jóvenes tienen la posibilidad de participar de una clínica artística. Pero, más allá de eso, este programa es un espacio para que lo disfruten, para que lo usen, para que se organicen entre ellos y empiecen a vincularse con otros artistas que ya son consagrados, como Héctor Médici y Dolores Casares. Esto les abre una puerta para generar vínculos dentro del mundo del arte", dice Marina Wagener, socia fundadora de ProyectArte, que desde hace cinco años es una puerta de entrada al arte por la que han pasado 70 estudiantes y egresados.
En las instalaciones de la fundación, pegada al taller donde trabajan los chicos, se ubica una galería de arte que da a la calle. Se llama Galería Prima y tiene una particularidad: "Se muestra arte emergente, joven. Es un espacio donde los egresados exponen sus obras intercaladas con las de otros artistas jóvenes. También realizamos exposiciones en el Centro Cultural Recoleta, en Nueva York, en el Chelsea Museum y en el consulado argentino en Nueva York", enumera Wagener.
Juan tiene 23 años y hoy es asistente de profesor en la fundación. Egresado de la beca de ProyectArte, fue uno de los que tuvo la posibilidad de viajar a Nueva York, y allí, junto a otros artistas jóvenes, expuso sus obras. "Cuando gané la beca para entrar acá, estudiaba Bellas Artes y no tenía ningún conocimiento del mercado del arte. Estudiaba de un modo muy teórico y sólo veíamos autores clásicos. Acá, por primera vez tuve contacto con pintores contemporáneos nacionales que venían a darnos clase. También nos llevaban a ver muestras de arte y de a poco empecé a exponer en varios lugares, hasta que surgió la posibilidad de exhibir afuera. Se me abrió una realidad que no conocía hasta ese momento".
Distintas historias sobre cómo el arte puede ser la puerta de entrada a una nueva forma de vida.
CONTACTOS
- Crear Vale la Pena: wwwcrearvalelapena.org.ar
- ProyectArte: www.proyectarte.org
- PH15: www.ph15.org.ar
- Arte Vivo: www.artevivo.org.ar
- Arte sin Techo: www.artesintecho.org.ar