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Este mediodía, 14 meses después de la muerte de Lucio Dupuy, el pequeño de cinco años asesinado por su madre y la pareja de ella, finalmente se conoció la condena. Fue la que se esperaba: cadena perpetua para quienes antes de matar al niño lo sometieron a todo tipo de violencias.
Su historia conmovió a la sociedad y puso sobre la mesa de la forma más cruda una realidad que suele permanecer en las sombras: la de la violencia intrafamiliar. En ese contexto, el Congreso tiene en sus manos un proyecto que se conoce como “ley Lucio”, que fue aprobado en Diputados y ahora espera ser convertido en ley por el Senado. Busca crear un plan federal para prevenir, detectar e intervenir en los casos de maltratos contra niñas, niños y adolescentes.
Entre las cuestiones que se vinculan a esta problemática y sobre las cuales existe un mayor desconocimiento a nivel social, está la referida a quiénes tienen hoy la obligación de denunciar la sospecha de una situación de violencia contra un chico o una chica, y qué podría cambiar a partir de la sanción de la “ley Lucio”.
Qué dicen las leyes actuales. Paula Wachter, fundadora y directora ejecutiva de Red por la Infancia, explica que en la Argentina rigen distintas normas que subrayan el deber que tienen algunas personas de comunicar estos hechos:
Qué pasa si un médico, docente o funcionario incumple esta obligación. “Cuando no se cumple, hay sanciones de distinto calibre que están previstas por la ley actual y van desde la suspensión de esa persona en su cargo hasta un posible juicio por mal desempeño de funcionario público o el perder la licencia”, explica Martín Maquieyra, diputado nacional por La Pampa (Propuesta Republicana) y uno de los principales impulsores de “ley Lucio”.
¿La ciudadanía también está obligada a denunciar una sospecha de violencia? No. Solamente alcanza a los miembros de los establecimientos educativos y de salud, públicos o privados y todo agente o funcionario público.
1. El deber de comunicar sigue siendo para las mismas personas. Es decir, las mencionadas en la ley 26.062 de protección integral, sin extender la responsabilidad al resto de la ciudadanía. Sin embargo, sí se incorpora la necesidad de que existan campañas masivas de concientización para que toda la comunidad tome conciencia de la importancia de denunciar (a la línea 102, por ejemplo) y de estar atentos a las señales de alerta. “En la ley también invitamos a los clubes a capacitarse en alertas tempranas, para que también sean actores y protejan”, señala Maquieyra.
2. Incorpora el resguardo de identidad. En su artículo 5, plantea: “Recomendar la protección de los denunciantes en los casos de posible vulneración de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a través de las autoridades administrativas o judiciales de protección de derechos que intervenga cuando se solicite de manera fundada, procurándose la reserva de identidad del denunciante y la protección de su integridad”.
Según la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 2 niños y niñas es víctima de algún tipo de violencia, que en el 70% de los casos ocurre en el ámbito familiar.
¿Cómo se puede garantizar ese “resguardo de identidad”? “Hay distintas formas de hacerlo según la jurisdicción, porque es algo procedimental que depende de cada provincia. En algunos casos en vez de quien denuncie sea el docente o el médico, por ejemplo, puede hacerlo la institución, como la dirección de la escuela o el hospital”, explica Maquieyra. “Por ejemplo, que el docente comunique su sospecha a la coordinación de escuelas, que tiene varias a cargo dentro de una misma ciudad o zonas, y que a su vez sea esta quien lo eleve al Ministerio de Educación, la policía, la defensoría, etcétera. De esta forma, no se expone al docente a posibles represalias”.
¿La reserva de identidad podría provocar un “aluvión de falsas denuncias”? Para los especialistas, esta es una falsa creencia que debe ser desterrada. “Esto no es así: no es que todos se van a convertir en denunciadores seriales. Si alguien hace una falsa denuncia, no quedará exento de responsabilidad”, enfatiza Wachter.
Qué pasa con el secreto profesional. Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas, advierte que muchas veces los profesionales de la salud se basan en el secreto profesional para no comunicar situaciones de violencias en sus pacientes.
Solo en 2022, la línea 102, que ofrece una atención especializada en los derechos de las infancias y adolescencias, recibió 39.409 llamados de todo el país. De esos, 21.319 estuvieron asociados a situaciones de violencia.
La necesidad de un cambio cultural más allá de la norma. Para Graham, más allá de las normas, hay dos palabras claves a tener en cuenta cuando se habla de violencias contra chicas y chicos.
Cuándo podría sancionarse la ley Lucio. “Esperemos que cuanto antes porque son problemáticas que no pueden esperar. Sabemos que solo con una ley no alcanza, pero nos puede ayudar a prevenir estos casos”, dice Maquieyra.
