Entrevista. “Muchos padres usan las pantallas como una niñera”
La exposición a la tecnología desde edades muy tempranas es un factor que contribuye a la presencia de la depresión infantil. Así lo afirma, de visita en la Argentina, Carina Castro Fumero, la neuropsicóloga pediátrica costarricense y autora del libro ¿Qué puedo hacer yo? Guía para entender, cuidar y potenciar el cerebro de los niños. “La razón es simple: el cerebro de los chicos está creando constantemente conexiones entre las neuronas, que van a ser los cimientos cerebrales por los que se construirán el resto de las funciones cognitivas, como la felicidad y la motivación intrínseca –señala– Desde la ciencia, se sabe que hay muchos factores que promueven la creación de estas valiosas conexiones: principalmente, el juego libre, la interacción con las figuras de afecto y la exploración en los ambiente seguros. La tecnología no es uno de ellos”.
¿Cuáles son los riesgos de las pantallas en edades tempranas?
Cada vez aparecen más estudios que afirman los efectos negativos de la tecnología en el desarrollo del cerebro de los niños. Se sabe que un mayor tiempo de exposición a estos dispositivos está relacionado, principalmente, con lo que es déficit de atención, obesidad y depresión infantil. Esto es así porque repercute en la maduración de distintas estructuras y funciones del cerebro que están en desarrollo. Cuando un niño tiene una sobreexposición a los aparatos electrónicos y llega a la adolescencia con un cerebro inmaduro–con cimientos cerebrales débiles y con conexiones neuronales que no son tan útiles–, y vive los cambios químicos y estructurales que son propios de esa etapa, se encuentra sumamente vulnerable y expuesto a presentar una depresión.
¿A partir de qué edad recomienda el uso de los dispositivos tecnológicos?
Lo que dice la OMS, basándose en un montón de investigaciones, es que hasta los 2 años, nada de pantallas. De 2 a 6 años, una hora como máximo al día siempre y cuando no interfiera con la actividad física y haya una supervisión adulta del contenido. Sin embargo, esto es muy ajeno a la realidad: hay muchos padres que utilizan a la tecnología como una niñera, pero además los chicos la están demandando porque saben que se la dan.
¿Cómo impacta el exceso de tecnología en su cerebro?
Entre otras cuestiones, se demostró que hay un área del cerebro que se llama núcleo estriado que es la que le designa el interés a las cosas, a qué le pongo atención. Al núcleo estriado le encanta lo que sea inmediato y rápido. Entonces, cuando estoy jugando un videojuego, por ejemplo, con mucho movimiento, mantiene su atención. Por eso le encanta la tecnología. ¿Pero qué pasa cuando les pedimos a los chicos que le presten atención a la profeso-ra, que lean un libro o que se queden quietos esperando que los atiendan? Es súper aburrido para ellos porque las cosas pasan lento, porque no hay movimiento. El núcleo estriado empieza a perder su atención en esas cosas de "la vida real" y a focalizarla en algo que no debería, buscando todo el tiempo la gratificación inmediata que da, por ejemplo, la tecnología. Cuando se la quitamos, tenemos niños irritables, con poca tolerancia a la frustración, agresivos y enojados.
¿Por qué considera que como sociedad tenemos que revalorizar el juego?
Jugar no es solo una necesidad intrínseca de los chicos, sino la mejor forma por medio de la cual aprenden. Has-ta los seis años, se producen cierta cantidad de neurotransmisores que generan que el niño se relaje, aprenda por medio de la diversión y elabore mediante el juego situaciones que le han sido difíciles y no puede verbalizar. No solo es el medio para que aprenda, por ejemplo, otro idioma o matemáticas, sino también sobre habilidades socia-les y emociones. Lo que uno ve hoy en la sociedad y es realmente triste, es que el juego se ve como un "extra": el niño tiene que ir a clases, ir a estimulación temprana, hacer tareas, y no hay tiempo para jugar. Entonces, vemos chicos estresados, que no tienen la posibilidad de producir los neurotransmisores necesarios para relajarse, estar felices y aprender. La sociedad es cada vez más exigente, pero hay que permitirles a los chicos el tiempo que su desarrollo necesita.
¿Qué son las neuronas espejo y qué rol juegan en el desarrollo de la empatía?
Las neuronas espejo son las primeras que juegan un rol en el aprendizaje de los niños. Cuando a un bebé le decimos "ma-má" y observa la boca en movimiento, se activan las mismas zonas en su cerebro que si estuviera diciendo esa palabra. Ésa es la forma en la que aprenden. Así como aprende a hablar por medio de las neuronas espejo, también aprende otros actos que ve en los papás. Por ejemplo, si vamos por la calle caminando, vemos a alguien pidiendo y pasamos con indiferencia, a un niño le va a resultar extraño si en teoría le hablamos del amor al prójimo y otras cosas. Tal vez no siempre tengamos una moneda o algo que darle para comer, pero ese momento nos puede permitir hablar con los chicos de la realidad de esa persona. Es una forma de conversar del tema, de generar empatía y eso es estimulación oportuna.
En su libro sostiene que hasta los seis años hay una ventana clave para desarrollar, entre otras cuestiones, las habilidades sociales. ¿Por qué?
Hay estudios que muestran que es más difícil educar a funcionarios de empresas a que digan “buenos días” a que aprendan sobre ciertas actividades matemáticas. Mucha gente no mira a los ojos cuando habla o no dice “hola”, y eso es una habilidad social, son cosas que los chicos ven. Si mi marido llega a mi casa y yo lo saludo mirando para abajo, mientras estoy con el celular, ¿qué estoy enseñándole a mi hijo? Las habilidades sociales, la empatía, el respeto por las diferencias, todo se aprende por medio de la observación y del ejemplo, y eso son neuronas espejos. Los cimientos que les enseñamos desde que nacen hasta los 6 años serán aquellos sobre los cuales irán construyendo otras habilidades. Si cuando tiene 3 años no me importa que diga “hola” o “adiós”, no puedo esperar que a los diez lo aprenda.
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