La adicción a las pantallas afecta a niños y preocupa a adultos
Los especialistas señalan que cuando un joven prefiere aislarse e interactuar con una pantalla en vez de tener una vida de relación con pares, hay que alarmarse
Hace tiempo que la sociedad debate si es bueno o no que los niños y adolescentes pasen muchas horas frente a diferentes tipos de pantallas. Llámese televisión, computadora, celular o tablet, la palabra adicción entra en el terreno y deja entrever una problemática social que afecta a los jóvenes y preocupa a los adultos.
Según el informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia realizado por Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el tiempo de exposición a múltiples pantallas es elevado: el 63,5% de los chicos pasa más de dos horas por día frente a una pantalla.
"En la Argentina urbana, el acceso a la pantalla de un televisor es casi pleno; a la de una computadora, alrededor del 60%, y a la de un celular, cerca del 40%", señala el informe de la UCA, que se realizó entre 2010 y 2012 a niños y adolescentes de 5 a 17 años.
En 2013, Unicef realizó una encuesta entre jóvenes que mostró que los lugares preferidos para navegar son la casa y el celular. A su vez, señaló que el 79% utiliza la red para chatear con amigos y familiares, detrás se ubican el juego online y buscar información.
Ahora bien, ¿es válido hablar de adicción a las pantallas? "Llamamos adicción a la presencia de algún tipo de conducta que se mantiene pese a un deterioro en el funcionamiento educacional, familiar o social, que se ha intentado disminuir su intensidad o duración y no se ha podido, quitando tiempo a actividades más productivas", sostiene el doctor Salvador Guinjoan, neuropsiquiatra y especialista en adolescentes y adultos jóvenes de Fleni.
Si bien es verdad que los chicos tienen mayor acceso a diferentes tipos de pantallas, Ariel Melamud, médico y coordinador del grupo de Informática de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), asevera que es muy difícil establecer que el uso de estos dispositivos sea algo adictivo.
"Una adicción es algo que cuando se suprime genera un cuadro de abstinencia, y cuenta con una serie de elementos físicos y psíquicos que acompañan. Establecer síntomas físicos de las pantallas es simple: un chico que pasa muchas horas frente a la pantalla, seguramente va a tener trastornos visuales y musculares, cefalea, molestias en la muñeca –lo que se llama síndrome carpiano– y obesidad", explica Melamud.
En cuanto a los trastornos psicológicos, frente al uso de las pantallas o Internet –dice el pediatra– es más difícil de detectarlos. " En el libro Los adolescentes del siglo XXI, los consumos culturales en un mundo de pantallas, Roxana Morduchowicz, directora del programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación, entrevistó a 1200 jóvenes de 11 a 17 años en la Argentina, durante 2011, y los comparó con datos de 2006.
La autora concluyó que ocho de cada diez jóvenes pasan entre cuatro y seis horas en diferentes medios de comunicación como TV, Internet y celular. "Para las pantallas no hay feriado, vacaciones ni recesos. Por el contrario, en las pausas escolares el tiempo invertido aumenta", dice Morduchowicz en su libro.
"Todos estos estudios lo que terminan haciendo es sumar la cantidad de horas en todas las pantallas –afirma Melamud–. Un chico de 12 o 13 años hoy por hoy puede estar con cuatro pantallas en simultáneo. Si bien es verdad que pasan muchas horas frente a estos dispositivos, hay que establecer que son horas simultáneas y no secuenciales, y que desde ya los adolescentes van a estar más expuestos que los niños de 5 o 6 años".
En relación a los adolescentes, desde la UCA señalan que, en los últimos años, se elevó de modo notable la cantidad de horas que pasan frente a diversas pantallas y justamente es este grupo el que se expone en mayor medida y por más tiempo a variadas pantallas (68,8% frente a 60,6% en escolares).
Guinjoan admite que, aunque es difícil realizar una cuantificación porque se debe tener en cuenta cómo el chico reparte sus actividades durante el día, "más de dos horas continuas o separadas por día en diferentes dispositivos, los padres deben indagar o preocuparse ante la presencia de algún problema".
Sin embargo, el representante de la Sociedad Argentina de Pediatría es más cauto. "Hay que entender que las pantallas están cada vez más en la vida diaria. No hay una cuestión
Cambio cultural
adictiva en las pantallas, sino en el uso abusivo que se hace de ellas", asegura.
Cabe destacar que los niños y adolescentes son una generación que se enmarca dentro del término nativos digitales, es decir, aquellos que nacieron bajo la existencia de diferentes tipos de pantallas y que por lo tanto conviven prácticamente con ellas todo el día.
Desde el Observatorio de la UCA señalan que si bien el aumento en el uso de diferentes dispositivos hace que los niños releguen otras prácticas que suponen una interacción cara a
cara con otros, "se ha incrementado la proporción de chicos que acceden a información, se expresan y socializan mediante prácticas que implican tener una pantalla delante".
Así, el informe remarca que es cada vez más frecuente "que participen de los procesos de democratización del conocimiento, que multipliquensusopcionesdeinteracciónyparticipación, por ejemplo, a través de las redes sociales".
"En materia de utilización de redes, constantemente los jóvenes usan sistemas en paralelo que generan una modificación en relación al procesamiento cognitivo: permite construir una forma de pensamiento distinta al tradicional, no lineal y en paralelo", explica Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva de Fleni.
"Antes, nuestros padres tenían que archivar todo en la memoria. Hoy los chicos, a través del acceso a las redes, buscan datos y no tienen que guardarlos, pero sí almacenar el mecanismo para llegar correctamente a ellos. Lo que es interesante es que ese mecanismo no es pasivo, desde este punto de vista el proceso cerebral es rico y bueno", agrega Allegri.
En el mismo sentido que Allegri, el doctor Melamud agrega el papel que juega el tema generacional. "Si el chico pasa dos horas en Facebook interpretamos que es adicto. Hay que entender que el adolescente por ahí pasa ese tiempo allí porque está teniendo una vida de relación a través de las redes sociales, que es la forma actual de interacción con sus pares", asevera el pediatra.
¿Cuándo hay que realmente alarmarse? Según los especialistas consultados por la nacion, cuando un joven prefiere aislarse y jugar con videojuegos o chatear o ver televisión –en vez de tener una vida de relación con otros pares– es claramente un signo de alerta.
"Hay que entender que el niño no tiene una adicción a Internet, a los videojuegos; tiene un problema social donde la computadora es la expresión de ese cuadro social. Ningún padre trae a su hijo al consultorio porque está con un síndrome de adicción a las pantallas. Son los síntomas externos físicos por lo que hacen la consulta", remarca Melamud.
Si bien el fenómeno no está catalogado aún en ningún manual de diagnóstico médico, todos los expertos ponen énfasis en establecer un buen vínculo familiar para prevenir cualquier tipo de problema. "Los padres deben comunicarse con sus hijos, observar si hay cambios de conducta o alguna situación afectiva que haga que el chico pase horas frente a una pantalla", concluye Guinjoan.