Murales comunitarios: “El color alegra y cambia el clima de la calle”
"Ahora nos sentamos con mi señora a tomar mate afuera y cambió completamente la vista. Esos angelitos y la cruz fueron los dibujos que nosotros pedimos", cuenta Cuqui González, vecino de la villa 21, en Barracas, que tiene su casa enfrente a un paredón que solía ser un espacio descuidado y que se convirtió en un mural lleno de vida, mejorando 480 metros de la calle Luna.
Raúl Britos, otro vecino, agrega: "Gracias al mural hay otro color, otro clima en esta calle". Además, asegura que estas actividades entusiasman a los vecinos y sobre todo a los niños, que se sumaron desde el primer momento a pintar.
Se trata de un proyecto participativo que inició a principios de año el colectivo de artistas Museo a Cielo Abierto (MACA), en gestión asociada con la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión de la Ciudad. Para hacer el diseño, se les preguntó a los frentistas: qué les gustaría que pintaran en la pared.
"Nos detenemos a escuchar al vecino y lo invitamos a ser parte. No es más el artista el protagonista, sino que solo entrega herramientas para poder ser el reflejo de lo que la comunidad quiere contar. Eso es lo interesante de la metodología de MACA", explica Catalina Cabrera, creadora de este colectivo de artistas.
La muralista describe que es muy lindo cuando le piden a la gente que dibuje y a través de esas imágenes ellos pueden construir un relato. Aunque, aclara, que el 98% siempre dice que no sabe, "entonces, hay un proceso de teatralizar las temáticas y así generar emociones, que se traducen en color o, muchas veces, en el mismo dibujo". "Lo importante es que los vecinos pueda reconocer lo que dijeron en el muro, porque si no lo hacen, para qué hiciste el diseño participativo", subraya Cabrera.
En este sentido, Adrián Aguirre, otro de los muralistas, explica: "Dejamos de lado esa figura del artista que crea solo y que no necesita a nadie. Este espacio ofrece todo lo contrario: la obra depende y necesita del espacio geográfico y de la gente que vive en ese lugar, personas que transitan esas paredes. Nosotros lo único que hacemos es una interpretación".
Carlos Barreto, coordinador de MACA, detalla que entre los resultados de lo que querían los vecinos, apareció mucho la idea de chicos jugando, la luz y el verde del espacio público, muy faltante en el barrio. "Hay mucha gente del interior y pidieron paisajes de Salta, Jujuy y Santiago del Estero", agrega Pamela Uronez Cuello, también integrante de este colectivo. Finalmente, se logró un diseño que incluyó casi todos los pedidos y que también contó con la participación de los vecinos a la hora de pintar.
El proyecto MACA nació en 2015, como una escuela itinerante de muralismo. "Buscábamos que la gente pudiese entender este arte como una herramienta de conexión y de restauración de los vínculos comunitarios", señala Cabrera.
Barreto explica que con estas intervenciones urbanas buscan insertarse "en los territorios más vulnerables, intentando reivindicar el valor de los espacios comunes", con la idea de "revertir el imaginario negativo y mostrar algo diferente, construido con la participación de los vecinos".
Esta propuesta contó además con la participación de organizaciones barriales como el Comedor Amor y Paz, Cooperativa Barracas del Sur, Club Social y Deportivo Vanulen, Parroquia Caacupé, CPI El Alfarero, entre otras.
"El arte representa la vida y el muralismo es arte, es representar cada uno de los aspectos de la vida con sus angustias, sus alegrías, sus logros, los deseos. Eso es algo que buscamos transmitir en cada uno de los murales que pintamos colectivamente", resumen los artistas de MACA.