Norma Margarita Gallego está perdida desde el 12 de enero de 2002
Tenía 26 años cuando desapareció junto a su marido y sus cuatro hijos: María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Mercedes (6) y Carlos Daniel (4). Vivían en una estancia de Nogoyá, Entre Ríos, donde el padre de familia trabajaba de peón. La hipótesis de la Justicia es que el dueño del campo, que falleció en 2016 en un accidente, asesinó a la familia después de una discusión.
Norma Margarita Gallego
Tenía 26 años cuando desapareció junto a su marido y sus cuatro hijos: María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Mercedes (6) y Carlos Daniel (4).
Vivían en una estancia de Nogoyá, Entre Ríos, donde el padre de familia trabajaba de peón.
El pasado enero se cumplieron 21 años de una de las desapariciones más resonantes de las últimas décadas en el país: la de la familia Gill Gallego, compuesta por Rubén José “Mencho” Gill (que en ese momento tenía 56 años), su esposa Norma Margarita Gallego (26) y sus hijos María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Mercedes (6) y Carlos Daniel (4).
Fueron vistos por última vez el domingo 13 de enero de 2002 en Viale, una localidad a 50 kilómetros de Paraná, en Entre Ríos, a donde habían ido al velorio de un amigo. Luego, regresaron a la estancia La Candelaria, en el departamento de Nogoyá, donde vivían desde hacía años. La estancia era propiedad de Alfonso Fernando Goette y Mencho trabajaba allí como peón rural.
Cuando a María Adelia “Mari” Gallego se le pregunta por su hija mayor, Norma, suspira antes de responder. “Era muy seria, de hablar poco. De chiquita le gustaba mucho andar a caballo y me ayudaba con mis otros hijos porque yo trabajaba”, cuenta Mari, que en total fue madre de seis varones y tres mujeres.
“A Norma la tuve de soltera. Nosotros trabajamos siempre en el campo, en el desmonte, como hacheros, yendo de un lugar a otro”, agrega Mari, que tiene 66 años y tuvo que dejar la escuela en segundo grado para empezar a trabajar como niñera a los 11.
Mari aprendió a leer sola y siempre dio todo para asegurarle un futuro a sus hijas e hijos. Son de Nogoyá y cuando la familia se instaló durante cinco años en la estancia La Candelaria para desmontarla, Norma, que era una adolescente, conoció a Mencho Gill, quien ya trabaja allí. “Se juntaron y empezaron a nacer los hijos”, dice Mari.
Un tiempo después, Mari y el resto de su familia se fueron a otros campos, y Norma y José se quedaron en La Candelaria. “Como nosotros ni siquiera sabíamos lo que era un teléfono, pasó mucho tiempo sin que nos viéramos. La última vez fue a fines de noviembre de 2001, cuando conocí a sus hijos más chiquitos”, recuerda la madre.
En abril de ese año, Alfonso Goette se comunicó con familiares de los Gill para decirles que Mencho, Norma y los niños nunca habían regresado de los tres meses de vacaciones que les había dado en enero. Fue entonces cuando una hermana de Mencho hizo la denuncia de la desaparición, desconfiando del relato del patrón, que nunca les había dado más de 10 o 15 días de descanso. Además, todas sus pertenencias y documentos habían quedado en la casa.
Eso, sumado a que varias personas afirmaron que los hombres no tenían una buena relación y que Mencho había estado cavando unos días antes una fosas a pedido de su patrón, hizo que las sospechas cayeran sobre el dueño de la estancia.
“Cuando hicimos la denuncia, la policía me trató mal y no nos dio importancia. Empezamos con el pie izquierdo”, recuerda Mari. También cuenta que durante la investigación se perdió mucha evidencia y “se tardó más de un año en hacer las primeras inspecciones en la estancia”. Cada vez que la mujer iba a preguntar, le respondían lo mismo: “No hay novedades”. Se sentía tan sola como desorientada.
Goette, el principal sospechoso, falleció en un accidente automovilístico en 2016. Un poco antes, en 2015, Gustavo Acosta asumió como juez en el juzgado de garantías que tomó el caso, y es quien continúa la investigación hasta hoy. Para Mari, la llegada de Acosta fue una bocanada de aire fresco en medio del dolor: por primera vez se sintió contenida. “Desde que se unió el Dr. Acosta empezó a averiguar, a moverse y me tiene siempre al tanto de todo”, señala Mari.
Empezaron a ir juntos con equipos de investigación a recorrer La Candelaria y zonas cercanas, siguiendo datos de testigos, trabajando de la mano del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Por otro lado, el 4 de julio de 2022 se aumentaron los montos de las recompensas a 9 millones de pesos en total para quien pueda aportar algún tipo de información sobre la familia.
Al poco tiempo de la desaparición de su hija, yerno y nietos, Mari tuvo un sueño: “Las primeras noches soñé con seis cajones negros en la puerta de mi casa. Tenía un cartel que decía: ‘Acá está lo que buscás’. Yo pienso que ellos están muertos, y que en algún lado tienen que estar sus cuerpos”.
Aunque pasaron muchos años, la mujer asegura que no piensa bajar los brazos: “Voy a seguir luchando hasta que los encontremos. Porque ese día ellos van a descansar en paz y yo me voy a quedar tranquila. Cuando empecé la búsqueda me deprimí y me enfermé, pero hoy tengo cada vez más fuerzas. Tengo muchos nietos, pero me faltan estos cuatro, además de mi hija y mi yerno. Siempre los tengo presentes”.
A quién podés llamar si tenés un dato sobre ella:
- Podés escribirle al Ministerio de Seguridad haciendo click en este link o llamando a la línea 134.
- Podés llamar al 911.
- Podés comunicarte con la organización Personas Perdidas por whatsapp al 11.4915.9470