Pinceles, colores y texturas para sanar las heridas
Alumnos, docentes y directivos tuvieron que enfrentar una triste realidad: la muerte de Ariel, un joven de 21 años que falleció en 2012 durante una persecución por dinero y tráfico de drogas. "Fue una situación que nos pegó fuerte a todos los integrantes del Centro de Educación Básica de Jóvenes y de Adultos (Cebja) N° 3-066 de San Rafael, en Mendoza", explica Celina Saavedra, profesora de educación plástica. Al mismo tiempo, confiesa: "Cuando se te muere un alumno, te destroza el corazón, porque es como si fuera parte de tu familia".
El fallecimiento de Ariel fue consecuencia del enfrentamiento de dos pandillas que asistían a la misma institución educativa. Su partida agravó aún más la tensión escolar. "Era imposible dar clases, no sólo en educación plástica, sino en el resto de las materias. El clima de trabajo se caracterizaba por una permanente agresión, tanto física como verbal, ya que estas pandillas se peleaban todo el tiempo, dentro y fuera de la escuela", cuenta Celina. "Empezamos a plantearnos: ¿qué podemos hacer? ¿Qué cosas los pueden unir?", continúa la docente. Entonces el arte se hizo presente como instrumento para sanar el dolor, mejorar la relación entre los compañeros y se transformó en un medio para expresar sus sentimientos. Los alumnos comenzaron a profundizar en la historia del arte y a conocer las biografías de sus artistas favoritos con los cuales se sienten identificados. Luego de una dosis de inspiración les toca a ellos: toman el pincel entre sus manos, juegan con los colores, las texturas y las formas para dar vida a sus propias creaciones.
"Las clases se convierten en un espacio de confianza donde los alumnos pueden expresar verbal y gráficamente lo que sienten, hablar de sus vidas, sus problemas, sus miedos y sus sueños. El taller de arte es también un poco un taller de sanación, ya que les permite conocer mejor sus habilidades, compartir su mundo interior y transformar una emoción negativa en algo positivo", sostiene Celina y al mismo tiempo cuenta orgullosa que recientemente, los estudiantes dibujaron y pintaron un escenario de títeres para llevar alegría a niños en hospitales, hogares y ONG.
Asimismo, la docente de educación plástica agrega: "El arte les da herramientas para resolver los problemas de la vida cotidiana y los ayuda a desarrollar su parte más perceptiva. El clima escolar mejoró muchísimo y eso también se vio reflejado en la asistencia". Para dejar en claro el impacto que genera este proyecto, Jonatan, uno de los alumnos, expresa: "A veces vengo de mal humor y el taller me despeja, me deja más tranquilo. Yo me fui de mi casa cuando tenía 11 años y la obra que estoy pintando es de un autor que me causó ternura porque me recordó a mi mamá. La escuela me dio oportunidades para demostrar cómo soy y sacarlo para afuera, me despertó muchas cosas que en otros lados no podía encontrar".