Tuany Nascimento, la menina que contagió su amor por el ballet en la favela
Su proyecto, Na Ponta dos Pés, enseña a bailar a 47 chicas en Río de Janeiro
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RÍO DE JANEIRO.- Durante años, Tuany Nascimento fue considerada la chica "rara" de la favela. Vestida con su traje de bailarina, con el sonido de fondo de los tiroteos entre narcotraficantes y policías, se la veía subir y bajar el Morro do Adeus, una de las comunidades que integran el conflictivo Complexo do Alemão, en la zona norte de Río de Janeiro.
Hoy, la joven morena de 23 años, 1,66 metros, nacida en Salvador, Bahía, es toda una celebridad en la barriada y fuera de ella. Fundadora del proyecto social Na Ponta dos Pés (En la Punta de los Pies), que enseña ballet a las chicas de la favela, será mañana una de las oradoras del Human Camp Vocacional.
"Yo no tenía pensado hacer de esto un proyecto, todo se fue dando de manera muy natural. Quería mantener mi cuerpo de bailarina y al despertar la curiosidad de las meninas vecinas, se volvió algo transformador, para mí, para ellas y para toda la comunidad", expresó a LA NACION Tuany, con su voz llena de entusiasmo y unos ojos castaños, con forma de almendra.

Como la mayor de seis hermanos, Tuany se mudó a Río a los 2 años, después de la separación de sus padres, y se crió en una familia donde siempre se escuchaba música y se bailaba. Su mamá, que siempre había querido aprender danza, la inscribió con 5 años en clases de ballet cerca de su nuevo hogar.
"Fue una sorpresa para mí. Quedé inmediatamente fascinada por ese salón de espejos gigantes, la barra. Hasta el día de hoy me parece un templo. Y la música clásica me relajaba mucho, así que acabé tomándole el gusto al ballet", contó la joven.
Sin embargo, las necesidades económicas de su familia la llevaron a abandonar las clases para trabajar como empleada administrativa en una fábrica electrónica. Para no perder la elasticidad, cada día después del trabajo se vestía con su traje de bailarina y se iba a la cancha de fútbol de la favela.
"Fue así que las chicas de la comunidad me veían y empezaron a sentir curiosidad por lo que hacía. Al principio se sentaban a un costado y sólo miraban, después comenzaron a hacer preguntas y finalmente se sumaron a mis ejercicios", relató.
Concentración y flexibilidad
Eran chicas de entre 3 y 7 años, cautivadas por la concentración de Tuany, la flexibilidad y la elegancia de sus movimientos. "Era algo muy diferente de lo que normalmente se ve en la favela", destacó.
Mientras tanto, en 2010, el Complexo do Alemão fue "pacificado". Se levantaron allí un par de comisarías comunitarias, las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP), que tenían como objetivo brindar seguridad a la comunidad y permitir la entrada de servicios públicos. "Los agentes que iban ahí le comentaron al comandante de la UPP, Vinicius Apolinario, sobre lo que yo hacía. Y como él quería desarrollar proyectos sociales en la favela, me contactó para hacer algo más grande", explicó.
Las clases de ballet pasaron a regularizarse y Tuany y sus ballerinas de pies descalzos empezaron a armar coreografías y hacer presentaciones formales. Así en 2012 nació el proyecto Na Ponta dos Pés.

En estos casi cinco años pasaron por sus clases 130 niñas. Hoy son 47 las chicas -desde los 3 hasta los 18 años- que van a clases cuatro veces a la semana.
Pese a la pacificación, en parte debido a la crisis económica y a los problemas financieros de Río de Janeiro, la situación de seguridad en el Complexo do Alemão se ha deteriorado en los últimos años. Para Tuany es inevitable tener relación con los narcos, porque la mayoría son personas que se criaron ahí.
Como estudiante de último año de Educación Física en el Centro Universitario Celso Lisboa, Tuany es muy consciente del valor que puede aportar el ballet a sus alumnas.
"Es una danza que tiene una instrucción rígida, de gran disciplina. Creo que a las chicas de la favela, criadas en un entorno muy difícil, es algo que nos sirve de respaldo, nos da fuerza interior, y nos enseña a respetar nuestros cuerpos y a hacernos respetar. A mis meninas siempre les exijo que lleguen bien vestidas, con la ropa limpia, peinadas y bien maquilladas; no por una cuestión estética, sino de respeto a ellas mismas", subrayó.
Los resultados se perciben en los rostros de las jóvenes bailarinas: van con sus cabezas en alto y se jactan de haber aprendido ballet en Na Ponta dos Pés de la favela del Morro do Adeus.
Más sobre el proyecto
Fondos para un gimnasio
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