
Un maestro budista que encuentra la felicidad en dar
Es el primer occidental en recibir el título de Geshe (maestro) de manos del budismo; después de estudiar 25 años en la India, dedica sus días a predicar sobre la compasión, la sabiduría y la felicidad
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Geshe Michael Roach es el primer occidental en recibir el rango de "Geshe", equivalente a un doctorado en Budismo. Hoy en día, viaja por el mundo expandiendo las enseñanzas de compasión y sabiduría que aprendió tras estudiar 25 años en un monasterio.
Michael Roach tiene 62 años, pero solo cuando sonríe uno puede ver el paso del tiempo en las pequeñas arrugas que se forman en la comisura de sus ojos. Pese a haber vivido una infancia dura, siendo el hijo menor de un arquitecto y una maestra de primaria - ambos alcohólicos que fallecieron jóvenes de cáncer - él sonríe y rescata de su infancia la bondad y el amor que había en su casa. "Si bien mis padres peleaban mucho y yo prefería pasar horas en la biblioteca de la escuela en lugar de volver a mi hogar, en mi familia todos tenían un gran capacidad para amar y ayudar a los demás. Con mis hermanos aprendimos el valor de la solidaridad gracias a nuestra madre, que dejaba la puerta de casa abierta para que si alguien necesitaba entrar y comer o dormir pudiera hacerlo. Muchas veces dormíamos en el piso para que alguien tuviera una cama al menos una noche" recuerda Roach.
Aquellas tardes que pasó en la biblioteca le sirvieron al joven Michael para ser un excelente alumno en el colegio y conseguir una beca en la prestigiosa universidad de Princetown. Allí vivió en una casa pegada a una iglesia, por lo que se acercó al cristianismo y comenzó a estudiar para ser cura. "En la iglesia de mi ciudad teníamos unos curas maravillosos que ayudaban a la gente y yo quería ser como ellos, pero mi madre enfermó de cáncer y verla sufrir me hizo perder la fe," explica Roach. "Fue justo en ese momento que en la universidad estaban dando una clase de Budismo y decidí tomarla. En ella no solo aprendí el concepto del Karma sino que también comencé a comprender todo lo que sucedía a mi alrededor".
Fue esa clase la que cambió la vida de Roach para siempre. "Una mañana de camino al edificio me encontré sentado debajo de un árbol hermoso a un joven hindú, del cual desconocía su nombre, que me hizo recordar a un Buda que mi padre me había traído de Japón a los 8 años. El me invitó a que me sentara a su lado y me dijo que si quería encontrar respuestas tenía que dejar la universidad e ir con él a la India. No lo dude un instante y confiando en él decidí irme".
Lo que aquel extraño joven le había profetizado debajo de un árbol comenzó a ser realidad ni bien llego a India. "Allí me encontré con el Lama de Tíbet: Khen Rinpoche, uno de los grandes maestros de los tiempos modernos. Le pedí humildemente que me enseñara y le ofrecí todo mi dinero. Él riéndose me tiró el dinero y me dijo que me enseñaría sin cobrarme nada", recuerda con una sonrisa Roach. Fue así que durante 25 años Michael vivió con su maestro aprendiendo las antiguas costumbres y el budismo más puro. "El falleció en el 2004, a los 83 años, pero me enseñó con los antiguos libros tibetanos el camino y la forma de interpretar las enseñanzas de la meditación que lograba con mi Lama de corazón (maestra de la vida por elección propia). Gracias a tener a los mejores maestros pude ayudar a los demás a ayudar a la gente", sintetiza Geshe.
Para llegar a ser el primer Geshe (maestro) occidental de la historia, Michael Roach debió estudiar 25 años en el monasterio Sera Mey de India, uno de los "grandes árboles monasterios" que sobrevivió del original, emplazado en el Tíbet, y que supo entrenar a mas de 20 mil monjes antes de ser destruido en 1959 cuando China bombardeó el Tíbet. "Para llegar a ser maestro buda (Geshe) pasé años levantándome a las 5 de la mañana para meditar, estudié día, tarde y noche libros de sabiduría oriental escritos hace 15 siglos, medité solo en los pisos de piedra y participé de debates (algo muy parecido al karate) solo para caer rendido a la noche. Todo ese proceso culminó en un examen de 3 semanas, en donde fui entrevistado por 1000 monjes que iban a decidir si podía ser Geshe o no".
Pero luego de haber superado el duro examen, Michael fue citado por el Lama para encomendarle una última tarea. "En el monasterio aprendemos como se crea el Karma y como este nos afecta a todos. Funciona como una especie de semilla que vamos plantando en la cabeza de los demás y que nos une a la gente. Si plantamos la semilla correcta podemos hacer que todo suceda y mi maestro quería ver si yo había entendido eso. Me desafió a que viajase a Nueva York, comenzara una empresa, ganara millones y que donara el dinero para ayudar a los refugiados tibetanos en India a recuperar los libros perdidos durante el bombardeo del Tíbet".
Michael aceptó la misión y viajó a Nueva York sin otra cosa en sus manos que la difícil tarea que le había sido encomendada por su Lama. "No me gustaba Nueva York, tampoco los negocios, pero tenía que cumplir con la consigna y decidí abrir con dos personas un emprendimiento de diamantes, que son objetos religiosos para los Tibetanos. Lo llamamos Andin International Diamond Corporation y rápidamente nos fue muy bien", cuenta Roach emocionado. "La forma de transformar una idea en un éxito fue la de dar siempre más sin esperar nada a cambio. Nosotros nos preocupábamos de que nuestros inversores, nuestros empleados y nuestros proveedores ganaran dinero. De esa manera el karma funciono a nuestro favor y todo lo que sembramos lo cosechamos. Buda dice que cada cliente viene del Karma, que si se ayuda a la gente con las ganancias, entonces esa ayuda volverá a nosotros en forma de mas compradores. Gracias a este sistema con las ganancias de nuestra empresa (unos 250 millones al año) logramos recuperar y digitalizar mas de 10 mil libros antiguos, aunque para terminar la tarea nos faltarían 150 años más", dice con humildad Geshe.
El valor del dinero
"El gran problema de las sociedades actuales es que basan todas sus empresas en la competencia y en el ganar dinero sin gastarlo. El humano está tan atado al dinero que piensa que solo con él puede ser feliz y que solo puede mantenerlo sin desprenderlo. Yo intenté meditar en una cueva, lejos de los lujos y solo gané que me piquen arañas, que casi me matara una víbora venenosa o que un lobo estuviera cerca de comerme una noche. El dinero no te da felicidad, pero tampoco te la quita. Uno tiene que saber que lo que realmente da felicidad y riqueza es ayudar a los demás. Siempre que se haga con el fin de ayudar y no con el de recibir la recompensa", responde Geshe acerca de lo que cree que está mal en la sociedad posmoderna.
"El problema no está en lo material, sino en lo que el hombre está dispuesto a hacer para mantener lo material. Nosotros decidimos pagarle más impuestos al gobierno, lo que genera que las calles estén mejor y la gente también. Nosotros le decimos la verdad a nuestro proveedor si nos envía algo de más, por lo que nuestro proveedor nos cuida y nos respeta y siempre tratamos de que nuestros empleados ganen más dinero, por eso nuestros empleados trabajan mejor. Damos, y el Karma se encarga de traerlo nuevamente a nuestra puerta".
Escuchar a Geshe Michael Roach es un placer delicado, lejos de la imagen impuesta por Hollywood, él es un maestro buda divertido, fresco, descontracturado. Un excelente orador que sabe llegar con sus palabras a la fibra emotiva mas profunda y hacernos ver los errores del paradigma actual. "Algún día la gente entenderá que ayudar a los demás es ayudarse a uno mismo. Así como los caballos dejaron de usarse cuando apareció el automóvil, llegará el momento en el que las empresas que solo se esfuerzan en concentrar dinero dejarán de usarse y comenzará el cambio real. El cambio está en cada uno de nosotros".
Cuando piensa en la Argentina, Geshe sonríe y nos regala una enseñanza: "Argentina y los argentinos son increíbles y tengo un consejo para darles con un pequeño ejemplo: imaginen que un hombre muy cansado de un largo día de trabajo, llega a su casa y comienza a gritarle a su mujer porque la comida no está lista. El Karma dice que esos gritos, son en realidad la consecuencia de algún grito que su mujer hizo en el pasado, puede ser a sus hijos o a su marido, que creció como una semilla hasta explotar en esa situación. Lo más importante es entender que todo lo que está sucediendo es causa directa de uno mismo, que si quiere un resultado diferente tiene que buscar un camino diferente, es decir, plantar semillas distintas. La forma en que los argentinos ven a su clase dirigente es la forma en la que se ven a ellos mismos, toleran la corrupción porque muchas veces no son honestos con ellos mismos, son apáticos ante las injusticias porque se sienten cómodos en esa situación. Busquen el cambio y el cambio va a llegar".
Después de escuchar a Geshe, uno se queda con la sensación de que la frase del Dalai Lama adquiere su pleno sentido: "El enojo, el orgullo y la competencia son nuestros verdaderos enemigos". Quizás sin esas tres fronteras, las semillas de nuestras mentes no tarden en germinar.
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