Un público que pide noticias positivas
Las noticias son el reflejo de lo que sucede en la sociedad: las hay alegres o tristes, buenas o malas, simpáticas o perturbadoras. Se trata de hechos contados por alguien, presentados en distintos formatos, según la evolución tecnológica y el Zeitgeist o espíritu de la época.
Nos demos cuenta o no, lo cierto es que en la actualidad el consumo de información durante el día es constante y sin pausa; llega a través de los medios tradicionales como diarios, revistas, televisión y radio, y además se infiltra por teléfonos celulares, tabletas, computadoras, relojes y hasta desde nuevos modelos de ropa o calzado inteligente. Pantallas, aplicaciones y más periféricos emiten siete por veinticuatro. Hoy, un viaje en un ascensor moderno munido de algún plasma o parlante puede terminar en un ingreso de datos involuntario que impacta en el estado de ánimo. En este momento en el que la inmediatez es la regla de oro, muchas veces no hay ni tiempo para procesar los estímulos informativos y los datos se acumulan dejando su huella.
Como principio de libertad, buenas o malas, las noticias por supuesto deben darse, pero es bueno recordar que la sobrecarga de información negativa dejará menos espacio para la ilusión y la creatividad del destinatario (lector, oyente, usuario). Sin embargo, algunas notas con pinceladas de optimismo pueden ser muy buenos nutrientes e impulsar usinas de ideas para construir cambios.
Por suerte, conscientes de esto, hay cada vez más medios de comunicación (de los tradicionales y del mundo bloguero) que dedican espacio a la comunicación constructiva. Responden a la demanda del público que busca soluciones y propuestas.
Una muy buena noticia –por ejemplo, que un par de empresas ya se mudaron en la Argentina a edificios LEED (edificios certificados como amigables con el medio ambiente)– puede ser minimizada o amplificada según lo que se quiera destacar. "Bueno, son sólo dos, eso no hace la diferencia", dirán algunos, mientras que otros podrán darle la bienvenida al cambio e invitar a muchos a sumarse, y hasta destacar que un nuevo camino se abre como posibilidad para que las grandes compañías (que aún no lo hacen) se comporten en países en vías de desarrollo con el mismo cuidado con el que lo hacen en los más estrictos. Ambas versiones serían correctas, pero sin duda que la segunda genera un estado emocional más positivo, esperanzador, y puede ser que hasta lleve el tema al corazón de otra empresa. La versión llana de la historia dejará al lector parado en el mismo lugar de inacción y con el sentimiento de que al final ese cambio chiquito no suma nada.
Periodismo de impacto
Una reciente experiencia internacional que puso a trabajar en conjunto a medios masivos de países tan diferentes como Brasil, la India o Alemania bautizó este movimiento como periodismo de impacto. Más de cincuenta millones de lectores de veinte países descubrieron que entre el 22 y 24 del junio último, su diario de todos los días dedicaba un espacio especial a la difusión de noticias positivas. La iniciativa impulsada por Sparknews y la ONG francesa Reporters d’Espoirs (Reporteros de la Esperanza, en español) logró que 20 periódicos masivos de 20 países publicaran ese día un set de 20 noticias inspiradoras, y a partir de ahí varios de los periódicos que no dedican espacio a este tipo de noticias reportaron que habían resultado de interés para sus lectores y se comprometieron a seguir haciéndolo.
Entonces, ¿por qué será que las malas noticias llegan siempre más rápido que las buenas? Quizá la respuesta esté en el viejo refrán que señala que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y en ese lugar nos quedamos mucho tiempo casi sin darnos cuenta: viendo cómo caen los árboles uno tras otro hasta comprender que ya no hay más bosque y entonces, anestesiados, no vemos que mientras eso pasa siempre, en algún lado, el bosque sigue renovándose. La energía positiva siempre inspira la creatividad y genera buena predisposición. Hasta el bosque más castigado tiene su renoval (o bosque joven), sus metros cuadrados destinados a la supervivencia.
A nivel global se nota una búsqueda de los medios para satisfacer la demanda de un público que pide alternativas, y por eso también se empiezan a destacar bosques de noticias que, aunque muchas veces sin el estruendo del árbol caído, regalan aire fresco y entusiasmo. Elegir tomar la responsabilidad de impactar positivamente desde la comunicación es un camino gratificante que predispone hacia lo posible.
Íntimamente sabemos que lo que viene después del ruido de la caída es el silencio triste y estéril. Es como la sensación del no se puede o del ya fue que queda grabada como fatalidad. En este contexto impera la inacción porque total para qué voy a cambiar yo si todo está mal. El árbol ya cayó. Pero cuando la energía está puesta en lo positivo, se sabe, el círculo vicioso puede virar hacia la virtuosidad. ¿Por qué no? Si no es ahora, ¿cuándo?
Las noticias son el reflejo de lo que sucede en la sociedad y justamente por eso es que queda claro que el tiempo para la innovación es ahora. Los medios de comunicación son una herramienta de nutrición clave y, por suerte, en esta y en todas las sociedades hay muchas buenas ideas para compartir, historias increíbles que a veces nos roban alguna lágrima o alegran el día.
Y si no se puede sumar..., ¿no será mejor llamarse a silencio antes de hacer leña del árbol caído?
Andrea Méndez Brandam
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