Una ineficaz fórmula para la salud mental
El fallo de la Cámara tiene el potencial de acelerar y consolidar un proceso de transformación que se encuentra injustificablemente detenido en nuestro país.
Hoy, la mayoría de las opciones disponibles para los trastornos mentales severos -como la esquizofrenia- se reducen a una combinación ineficaz de tratamiento individual con internación, en lugar de apuntar a la reinserción social y el fortalecimiento del lazo comunitario.
El panorama resulta particularmente desolador para las personas más severamente afectadas y de menores recursos, cuyas condiciones de vida suelen ser intolerables.
Todo esto a pesar de que el tratamiento de la enfermedad mental debería ser una prioridad en salud pública, ya que la discapacidad individual generada por la esquizofrenia supera a toda otra enfermedad; las pérdidas económicas causada por los trastornos mentales se estiman en el 4% del producto bruto mundial -lo que para la Argentina significaría 20.000 millones de dólares anuales-, más que cualquier otro grupo de enfermedades.
Existen tratamientos efectivos, que en el caso de la patología severa consisten en mantener -salvo internaciones cortas- al paciente en la comunidad, apoyándolo para que cuente con opciones adecuadas de tratamiento, vivienda, trabajo, y relaciones sociales.
Para brindar cobertura a toda la población mediante dispositivos adecuados -viviendas asistidas, equipos interdisciplinarios comunitarios, integración de servicios en hospitales generales y atención primaria- hace falta decisión política en la búsqueda de consensos transversales, mediante un proceso de negociación -con final abierto- en que los protagonistas sean escuchados y sus derechos considerados, pero que al mismo tiempo cuente con plazos y mecanismos claros para la toma de decisión, y recursos necesarios para sostener el cambio en el largo plazo.
La Dirección Nacional de Salud Mental debería liderar ese proceso convocando a: las autoridades de la ciudad autónoma de Buenos Aires y provinciales; del sistema de seguridad social y prepagas; las asociaciones profesionales, sindicales, de pacientes y familiares; los trabajadores y autoridades de los hospitales psiquiátricos; las instancias surgidas de la ley de salud mental, y las unidades académicas.
Todos ellos resultan socios ineludibles para un cambio sustentable, y el fallo de la Cámara, de alcance colectivo y perentorio, provee un marco que encuadra el postergado y bienvenido proceso de cambio.
El autor es psiquiatra y miembro de la Escuela de Salud Pública de Harvard
Daniel Vigo
Temas
Más leídas de Comunidad
"No sabía a dónde ir". Tuvo que volver a la casa donde sufrió maltrato de niña por un “problema administrativo” de Nación
"No cerramos ni cuando nos balearon". El drama de las víctimas menos conocidas del narcotráfico en Rosario
"Las heridas todavía duelen". La conmovedora historia del estudiante de abogacía adoptado de bebé