Carlos de la Mota, escultor
Prácticas paralelas
En los últimos años, De la Mota se aproximó mucho al dibujo y a la pintura. Estas disciplinas alivian el esfuerzo físico de trabajar con materiales difíciles de manejar como el hierro forjado y la piedra de El hippie desconocido, o la madera de Cabeza de hombre, una talla representativa de su labor en los años setenta. Curiosamente, su actividad escultórica se destaca ahora, cuando su interés está centrado en otras disciplinas. El hecho resulta, por lo menos paradójico; de todos modos es un reconocimiento merecido a un conjunto de trabajos que han marcado la escultura argentina.
Definir la producción de De la Mota no es fácil, en parte porque la imaginación que la sustenta recorre caminos imprevisibles; en parte, también, porque la impulsa una fuerza que no acepta traducciones, en tanto asocia el misterio del arte con la vida. De todas maneras, no es impropio decir que sus creaciones recogen los estímulos del expresionismo y el surrealismo, y que se apartan de las prácticas experimentales. La materia con la que trabajó el artista -es decir, la piedra, el metal o la madera- impidieron que De la Mota se disolviese en el campo etéreo de la filosofía. El potencial comunicativo y la energía que irradia su obra provienen de la capacidad para crear artesanalmente el andamiaje poético que permita producir una emoción.
De la Mota despliega las fuerzas de la imaginación con un lenguaje capaz de infundirle poder de convicción a las criaturas más extrañas. Como en la mitología, combina a veces hombres y animales; como en las más extremas asociaciones del surrealismo, un cuerpo vivo y una máquina. De la Mota está animado por un impulso menos intelectual de lo que puede suponerse. En efecto, lo guía la intuición, fortalecida por el tenaz ejercicio artesanal de darle forma a materiales cuya resistencia podría vencer a una voluntad menos fuerte que la suya.Dar cuerpo a una idea en la dureza de la piedra, el hierro o la madera exige perseverancia y convicción, así como poder de síntesis y la capacidad de hacer tangible lo inmaterial.