Divina levedad
Las recientes ediciones en inglés de Stalking Nabokov y del poema que integra la novela Pálido fuego echan nueva luz sobre la escritura del autor de Lolita, según la aguda interpretación que en este artículo hace su colega y admirador británico
Jake Balokowsky, mi biógrafo,
hizo microfilmar esta página. Sentado en /su silla
en su cuarto con aire acondicionado
de Kennedy, en jeans y zapatillas,
no puede ocultar cierta leve impaciencia /con su hado?
Con el último verso, el poeta inglés Philip Larkin (1922-1985) pretende minimizar el sentido. Para Jake Balokowsky [el futuro biógrafo que Larkinse inventa en su poema "Posterity", N. de E.], el proyecto Larkin es tan sólo una vía para convertirse en catedrático y un par de semestres de licencia, que le darán la oportunidad de concentrarse en algo más interesante -por ejemplo, "Teatro de protesta" (el poema, "Posterity",está fechado en 1968)-. De manera que el Philip Larkin del profesor Balokowsky,si alguna vez lo terminara, probablemente no sería nada peor que un ejercicio de trabajo duro, con la hostil condescendencia del autor ("este viejo chocho", "este bastardo") mantenida bajo un viril control. No obstante, podemos señalar, al pasar, que en el curso de dieciocho versos el poeta le ofrece a Jake una considerable oportunidad de interpretar con precisión a su biografiado? mucho mejor que la interpretación de los críticos que hicieron cola para demoler la reputación de Larkin a principios de la década de 1990, tras la publicación de su biografía y de sus cartas. "¿Cómo es usted?", le pregunta Jake:
Cristo, ya te dije. Lo que nos enseñaron,
esa cosa espantosa del libro de texto de
/Psicología Elemental,
no debido a golpes ni a cosas que pasaron,
uno de esos tipos asquerosos, de manera /natural.
Larkin demorará a Jake durante apenas un año, así que lo más posible es que el presunto biógrafo no quede resentido por la experiencia de manera definitiva. En la actualidad, en el mundo literario real, habitualmente los biógrafos quedan encerrados durante una fracción significativa de su vida, y la "leve impaciencia" tiene oportunidad de hacer metástasis (hasta convertirse en "patografía", como la denomina JoyceCarol Oates). Además, en una época culturalmente igualitaria, resulta más difícil resistirse a la tentación de emular. Los potenciales Boswell empiezan a preguntarse si su particular Dr. Johnson es realmente digno de una labor tan prolongada y, por ser ellos mismos escritores, con las ambiciones y angustias de todo escritor, empiezan a gimotear porque nadie les presta atención. Podemos imponer un sencillo correctivo a esa tendencia: el Dr. Johnson no escribió la monumental Vida de James Boswell , y por razones obvias. Un experimento similar revela la imposibilidad de la existencia de Andrew Motion: A Writer'sLife , por Philip Larkin (o, digamos, James Atlas: A Biography , por Saul Bellow). Jake Balokowsky mereció un poema; no merecería una biografía. [Andrew Motion es biógrafo de Larkin y James Atlas, de Bellow. N. de E.]
Vladimir Nabokov murió el 2 de julio de 1977. Antes de que terminara ese mes Andrew Field por fin publicó Nabokov: His life in part . El libro se había estado gestando desde mediados de la década de 1960; Nabokov lo vio primero pasado a máquina en 1971, y respondió nada menos que con 200 páginas de correcciones. Aunque Field es un escritor interesante (¿por qué otro motivo Nabokov le hubiera dedicado tanto tiempo?), podemos decir con seguridad que no es uno de los mimados por la naturaleza. Tal como resultó, su biografía se hizo tibiamente famosa debido al tonelaje de sus inexactitudes (Field da 1916 como fecha de la Revolución Rusa, y parece pensar que Nabokov se trepaba a los árboles cuando cazaba mariposas); pero lo que nos concierne más es su turbia impertinencia? y la profundidad de la afrenta que logró infligir. "No puedo decirte lo alterado que estoy por todo el asunto", escribió Nabokov (a su abogado). Un sentimiento de desperdicio y violación fue responsable de gran parte de su talante sombrío en la última década de su vida.
Nabokov: His life in part empieza con Field y Nabokov abocados a un estilizado diálogo sobre el tema de la metodología. Después, tras nueve páginas de insoportable tensión, llegamos a lo que Field denomina "nuestra pequeña diferencia" (una frase reveladora, aunque el contratiempo permanece en la oscuridad:
Ni Nabokov ni yo nos dirigimos mutuamente palabras iracundas? yo estaba alterado. Hay, debo decirlo desde el principio, aspectos (y no estoy hablando de sus muchas virtudes y atributos) en los que soy demasiado parecido a Vladimir Nabokov como para poder juzgarlo. Arrojé pedazos de pan seco a las gaviotas desde el balcón del piso catorce?
Etcétera, etcétera (le lleva otro medio párrafo calmarse). ¿Cómo podemos responder a esto? ¿Con una obediente ensoñación sobre las flaquezas supuestamente compartidas por un novelista ruso-estadounidense (cuyo retrato aparece en la tapa del libro) y un académico australiano excepcionalmente desgreñado (cuya foto aparece en la solapa posterior)? No, por supuesto que no: simplemente nos restregamos los ojos ante el intento de Field de reclamar para sí cierta paridad del ego. Evidentemente, el biógrafo está descontento con su lugar, y una parte de su mente simplemente no puede entender por qué Nabokov nunca escribirá un libro titulado Andrew Field . En realidad, uno puede imaginar ese texto: cobraría la forma de una despiadada novela corta. ¿Pero por qué el águila tendría que desplegar sus alas? El engaño literario extremo y florido era un área queNabokov ya había recorrido y colonizado? con Hermann Hermann en Desesperación , con (el verdadero) NikolaiChernishevski en El don y, de manera más escandalosa, con Charles Kinbote en Pálido fuego .
La inexistencia de un volumen de Nabokov titulado Stalking Boyd (Asediando a Boyd) evidentemente nunca perturbó al autor de la recientemente publicada Stalking Nabokov . Fue Brian Boyd quien, a fines de la década de 1980, puso la vida de Nabokov (y su archivo) en orden. Produjo luego Vladimir Nabokov: The Russian Years (1990) y Vladimir Nabokov: The American Years (1991). Esos dos volúmenes son rigurosos, vigorosos y, por supuesto, atractivamente legibles: la huida de la Rusia revolucionaria del poeta principesco de diecinueve años; el asesinato de su padre, el estadista liberal V. D. Nabokov, en 1922; el noviazgo, el matrimonio y la paternidad en los departamentos alquilados y las pensiones de Berlín; el ascenso de otra "asquerosa dictadura"; la huida de Francia en 1940, con la Wehrmacht atacando París; la heroica reinvención en Estados Unidos; la fama mundial a fines de la década de 1950, después de 40 años de penurias sin una queja, y luego, el enormemente industrioso crepúsculo en el Montreux Palace Hotel, a orillas del Lago Ginebra. Es una historia que parece cada vez más fantástica a medida que pasa el tiempo.
Boyd es impecable en cuanto a los hechos y a su tacto. Podemos estar seguros de eso, porque su biografía sobrevivió al escrutinio de la viuda de Nabokov. Aunque Vera Evseevna Nabokov era una mujer bella, encantadora y talentosa, su grado de protección conyugal podría ser calificado con justicia (y admiración) de brutal. Y, lo que viene más al caso, el comportamiento de Boyd es ejemplar, y su prosa está energizada por un apasionado amor de lector. Es un escritor que ha prestado atención al réquiem deAuden dedicado a Yeats, que concluye: "En la prisión de sus días/ enseña al hombre libre cómo hay que alabar".
En Stalking Nabokov , Boyd intenta algo bastante ambicioso: toma al titánico Nabokov y procura revisarlo hacia arriba. Según Boyd, Nabokov no es tan sólo el más grande novelista del siglo XX, sino que es también un poeta considerable, un científico importante, un traductor polémico y original, un crítico intrépido y liberador, un psicólogo erudito (y no tan sólo un freudofóbico), un dramaturgo prolífico, un inimitable autor de memorias, y un corresponsal literario humildemente incansable y elocuente. Después de esta salva de cañonazos de logros, resulta casi ridículo que nos recuerden que los problemas de ajedrez ideados por Nabokov se consideran de "clase mundial" (el problema de ajedrez, escribe Nabokov en Habla, memoria , es "un arte bello, complejo y estéril"? pero lo mismo puede decirse del ajedrez, tal como lo demostró en su brillante novela temprana La defensa ). Stalking Nabokov , finalmente, es un tributo no sólo a un extraordinario animal literario, sino también a la dimensión, la fuerza y la energía de un cerebro extraordinario.
Los nabokovianos enfrentamos ahora un futuro más o menos obliterado por la perspectiva de mantenernos a la altura de la escandalosa fecundidad del maestro? porque Boyd nos advierte que hay más, mucho más por venir. Las futuras publicaciones incluirán 800 páginas de piezas dramáticas (incluyendo los dos guiones hechos para la Lolita de StanleyKubrick), dos gruesos volúmenes de notas sobre el Eugenio Oneguin , de Pushkin;tres gruesos volúmenes de traducciones de poesía rusa, un inminente volumen de Collected Poems , una edición ampliada del ya considerable volumen de Short Stories , las cartas a Vera (y las cartas a su madre, a su padre, a su hermana, a su hermano y a un amplio círculo de amigos rusos), para sumarse a las Selected Letters y a Dear Bunny, Dear Volodya: The Nabokov-Wilson letters ; "dos o tres volúmenes de nuevas lecciones", para completar las Lecciones de literatura , Lecciones de literatura rusa y Lecciones sobre Don Quijote , y Think, Write, Speak , un compendio de piezas en prosa y entrevistas que completan su deslumbrante obra crítica Opiniones contundentes .
Esta épica de fanática diligencia debería cerrarse con una nota al pie transmitida en susurros. Después de la crisis nerviosa, perfectamente comprensible, sufrida por el traductor al francés de Ada o el ardor: una crónica familiar (la más larga y tortuosa de sus novelas), Nabokov se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para traducirla él mismo. Le quedaba un año de vida. Tenía 76 años.
* * *
Hay que admitir que Stalking Nabokov arranca con un principio decididamente poco sólido. "Desde que terminé mi biografía", escribe Boyd, bastante alegremente, en su introducción,
he explorado nuevos campos, peroNabokov sigue cortándome el paso. Ya he publicado mucho material sobre él, algunas cosas muy conocidas, otras no. Cuando recientemente tuve ocasión de consultar uno de mis trabajos menos conocidos sobre él, decidí que a algunos les gustaría ver ese material.
Y por alguna razón (no es una razón cronológica), pone todo el material más ligero y menor al principio? un brindis que Nabokov hace en una cena celebrando un centenario, un discurso que pronunció en una ceremonia de entrega de premios, y cosas por el estilo. El tono amigablemente informal de Boyd lleva a vulgarismos ("ofertas que no puedo rechazar", "no lo digo en broma"), feas locuciones como "retroalimentación" e "inagotabilidad", algún raro error injustificable (un hablante de ruso debería estar doblemente seguro de que no existe nada semejante a "un gulag"), y una buena cantidad de desvergonzada repetición. Algunas partes parecen redactadas en la combi que nos traslada a una conferencia ("Por los derechos de los trabajos de Nabokov sobre mariposas por un volumen por el que..."); otras parecen producto de una larga reflexión, bajo una lámpara caliente, en el hotel del aeropuerto:
¿Acaso la pasión [de Nabokov] por las papillons [mariposas] indica que las personas no le interesan suficientemente? ¿O deberíamos argumentar lo contrario, que la manera en que usó la red de cazar mariposas en su niñez no influye sobre la manera en que blandió su pluma? Después de todo, Humbert perseguía nínfulas, no Ninfálidos; Luzhin capturaba piezas de ajedrez, no mariposas a cuadros; Pnin acumulaba penas, no Sulfuradas.
Y cuando, en uno de sus curiosos apartes, Boyd revela que "los últimos ocho años de mis nueve como estudiante no usé otra cosa que batas violeta, mandarina, verde lima o escarlata", empezamos a preguntarnos en qué nos habremos metido. En ese momento -página 18- Boyd se está acicalando para su primer encuentro con la señora Nabokov (se sentirán aliviados al enterarse de que se puso su único traje). Tal como ocurrió, Vera Evseevna pronto empezó a valorarlo y a confiar en él, y nosotros deberíamos seguir el mismo camino.
Durante gran parte de la década de 1940, Nabokov trabajó en el Museo de Zoología Comparada de Harvard. Pasó casi catorce horas diarias ante su microscopio y escribió varios trabajos importantes (uno de ellos, "una monografía de 90 páginas sobre los miembros neárticos del género Lycaeides "). El profesorBoyd, como autor de libros sobre la evolución y la cognición, está bien equipado para transmitirnos el verdadero sentido del peso científico de Nabokov. Los lepidopterólogos, nos dice:
han confirmado recientemente que la Cyclargus de Nabokov, tras pasar un análisis cladístico de muchos rasgos anatómicos, revelaron que las Cyclargus y las Hemiargus no son siquiera géneros inmediatamente hermanos? Johnson y Balint anuncian que "siguen los métodos de Nabokov (1945), (el primer revisor de las poliommatinae neotropicales), quien subrayó la importancia taxonómica de las armaduras genitales en la sistematización de las lycaenidae? Kurt Johnson comenta que los resultados confirman "que la contribución de Nabokov fue significativa, histórica, y reveladora de una notable y casi misteriosa intuición biológica".
Eso es impresionante, y no simplemente por casualidad: nos conduce al quid nabokoviano. Aunque reconocía la belleza y la brillantez de la teoría de Darwin, Nabokov estaba incurablemente atraído hacia una versión personal de lo que ahora llamaríamos "diseño inteligente", y la base de esa atracción era el tema del mimetismo. En El don , el joven poeta Fiodor Godunov-Cherdintsev reflexiona sobre
el increíble ingenio artístico del diseño mimético, que no puede ser explicado por medio de la lucha por la existencia (el crudo apremio de las fuerzas no calificadas de la evolución), era demasiado refinado para apenas engañar a los predadores accidentales? y parece haber sido inventado por algún artista burlón precisamente para los ojos inteligentes del ser humano.
Boyd nos asegura que "los trabajos experimentales sobre los índices de supervivencia de los animales camuflados? confirmaron que hasta el mimetismo más elaborado podía ser perfectamente explicado por la selección natural", y prosigue preguntándose si Nabokov, o su espectro, habrían capitulado ante estos descubrimientos. Cree que no? y probablemente esté en lo cierto. Y Nabokov, después de todo, fue un científico profesional. ¿Cómo podemos justificar una intransigencia tan profunda?
Tal vez corresponda en este caso, por una vez, aceptar una explicación ingenuamente "biográfica". Nabokov vivió en Berlín desde 1923 hasta 1937. Fue testigo del darwinismo "social"; la ideología de "la lucha por la existencia" era lo que le decían desde los altoparlantes de las terrazas. El Tercer Reich hubiera sido imposible de tragar para él en cualquier caso, pero debemos tener en cuenta que vio la aprobación de las leyes de Nuremberg en compañía de su esposa Jüdin (judía) y de su hijoMischling (mestizo, mixto), que tenía entonces un año. Nabokov rara vez aborda la cuestión alemana en su obra de ficción? un único párrafo inolvidable en Pnin , una oración hiriente en "Signos y símbolos", una obra de cinco páginas, y estas líneas de otro relato, "Una vez en Aleppo?" (1943):
Aplastado y empujado en medio del apocalíptico éxodo [de París], esperando trenes sin horario que se dirigían a un destino desconocido, caminando a través de la rancia escenografía de ciudades abstractas, viviendo en un permanente crepúsculo de agotamiento físico, huíamos; y cuanto más huíamos, más claro se hacía que lo que nos impulsaba a seguir era algo más que un necio con botas y cinturón con su colección de basura impulsada de manera diversa? algo de lo cual él era un mero símbolo, algo monstruoso e impalpable, una masa atemporal y sin rostro de horror inmemorial que aún me acecha desde atrás incluso aquí, en el verde vacío de Central Park.
Y el castigo del narrador es definitoriamente nabokoviano: "con todos sus negros pecados, Alemania estaba condenada a ser eternamente el hazmerreír del mundo".
* * *
Es posible ser un vigoroso entusiasta de Nabokov y permanecer en casi absoluta ignorancia de su poesía. Poems and Problems (1970) incluía 53 poemas y 18 problemas de ajedrez, y esa configuración aparentemente juguetona indujo a muchos de nosotros a creer que la poesía, para Nabokov, era algo marginal o hasta un hobby . ¿Pero acaso no fue eso lo que supusimos que era la entomología? Boyd nos convence de que Nabokov era incapaz del abordaje superficial: en todo lo que hacía empleaba todos los recursos de los que disponía.
Sin embargo, hay una épica en verso (le falta un pentámetro para completar los mil versos) que todos los admiradores de Nabokov seguramente han leído al menos dos veces: me refiero a "Pálido fuego". La novela que lleva ese título nos obliga a saltar entre los pareados heroicos de John Shade y el loco "Comentario" de Charles Kinbote(que es una distracción en todos los sentidos de la palabra). El extenso y fervoroso ensayo de Stalking Nabokov y la nueva edición hecha por Boyd de "Pálido fuego" solo y libre de interferencias nos insta a examinar el poema como un todo autónomo. Y ese ejercicio es epifánico. "Pálido fuego" centellea con nuevo pathos y vitalidad? y lo mismo le ocurre a Pálido fuego . Por primera vez vemos el poema en toda su inocencia, y registramos el vandalismo de la desesperada parodia de Kinbote.
Así, finalmente, se nos revelan claramente las verdaderas dimensiones de Pálido fuego . Y esa proeza de vigorización tardía califica como una de las más audaces apuestas a la grandeza de Nabokov. En Lolita nos enteramos del destino de la heroína en el prólogo del "editor":
"Louise" es ahora estudiante universitaria de segundo año. "Mona Dahl" estudia en París. "Rita" se ha casado recientemente con el dueño de un hotel en Florida. La señora de "Richard F. Schiller" murió dando a luz a una niña muerta, el día de Navidad de 1952, en Gray Star, un asentamiento del más remoto noroeste. "Vivian Darkbloom" ha escrito una biografía?
Lolita no aparece con su nombre de casada hasta la página 266 (a unos pocos breves capítulos del final); no se puede esperar que ningún lector que lea el libro por primera vez recuerde su superficial obituario de la página dos. Cualquier otro escritor hubiera reforzado su apuesta con algo como "la señora de Richard F. Schiller, Dolly". Pero no Nabokov. Algo le dijo que Lolita sería releída y re-releída. En 1958 agregó un epílogo, "Sobre un libro titulado Lolita ", en el que subrayaba que Gray Star (mencionada solamente una vez) es "la ciudad capital del libro". Dolores Haze, la obliterada heroína, sólo tuvo que esperar tres años a que su tragedia fuera plenamente reconocida. John Shade, el héroe asesinado, se vio obligado a esperar medio siglo.
Los libros y las reputaciones tienen vida después de la muerte. ¿Pero también la tienen los seres humanos? John Shade lucha por creer en alguna clase de resurrección, aunque más no sea para mitigar el dolor por la muerte de su hija ("Estoy razonablemente seguro de que sobrevivimos/ y de que mi querida hija está viva en algún sitio"). Y Nabokov, desde la niñez en adelante, estaba dispuesto a rechazar lo que Shade llama "el inadmisible abismo" del olvido. Por supuesto que desestimó la fe religiosa formal, que con su dócil aceptación comunitaria le resultaba indigna sin esperanzas. "La búsqueda de Dios: el anhelo del sabueso de tener un amo", señala Fiodor en El don . "Estoy convencido de que nos esperan extraordinarias sorpresas", dice en otro momento. "Es una lástima que uno no pueda imaginar lo que no puede comparar con nada. Genio es un africano que sueña con la nieve". Hay algo inexorable en la necesidad nabokoviana de imaginar nieve africana: es una extensión de su temperamento, y de su sobrealimentado equipamiento sensorial.
En cuanto al timbre del espíritu artístico de Nabokov, Boyd es fundamentalmente sensato:
Era un maximalista: alguien que apreciaba, tanto como el que más, las riquezas que ofrece el mundo, en la naturaleza y el arte, en las sensaciones, la emoción, el pensamiento y el lenguaje, y la sorpresa de esas riquezas, si las animamos con toda nuestra atención e imaginación? Y su generosidad para con los lectores iguala y revive y rinde tributo a lo que él mismo siente como la generosidad de nuestro mundo.
Y ésa es una descripción necesaria. Es hora de desmentir al supuestamente frío, cruel, oscuro, desalentador Nabokov, que es en gran parte una criatura mitológica (un mito creado como una suerte de mecanismo de defensa, quizás, de los lectores que se sienten amenazados por la fuerza de su penetración). Nabokov era un celebrante, y el secreto de su prosa es su divina levedad.
Boyd nos dice que María (1926), la primera novela de Nabokov, fue provisoriamente titulada Felicidad (de manera similar, el héroe de El don quiere escribir "un manual práctico: Cómo ser feliz"). Varios de sus primeros relatos -"Dioses", "Beneficencia", "Una carta que no llegó a Rusia"- son poco más que himnos deslumbrados a la dicha de la existencia. "En la vida y en toda mi configuración mental soy indecentemente optimista y radiante; la depresión y el abatimiento (tal como lo expresa Boyd)son solamente para los "ridículamente desatentos". A los 22 años Nabokov le envió a su madre un breve poema, como prueba de que "mi ánimo es tan radiante como siempre. Si vivo cien años, mi espíritu seguirá andando por ahí de pantalones cortos". "Esto es el éxtasis -escribe en Habla, memoria (está al aire libre cazando mariposas)-, y detrás del éxtasis hay algo más, difícil de explicar. Es como un momentáneo vacío en el que se arrojan todas las cosas que amo." Hacia el final del libro habla de "las mejores cosas de la vida" (la paternidad en un matrimonio armonioso, la naturaleza inteligente y -sorprendentemente- la inactividad), y concluye:
¡"La lucha por la vida", sin duda! La maldición de la batalla y el esfuerzo lleva al hombre de regreso al jabalí, a la loca obsesión de la bestia gruñona con la búsqueda de alimento? ¡Trabajadores del mundo, desbandaos! Los viejos libros están equivocados. El mundo fue hecho un domingo.
* * *
Por si nos olvidamos: la parte del león de lo que heredamos de Nabokov nos llega bajo la forma de ficción. En ese punto, naturalmente, Boyd tiene sus propias predilecciones. Gravita hacia el Nabokov profesoral o enseñable, el alusivo, el de los juegos de palabras, el finamente cincelado? el de la orfebrería en plata o, en una palabra, el autoindulgente. Lo que es más, está comprometido con el enfoque interpretativo, afirmando, por ejemplo, que ha resuelto el "acertijo" de Cosas transparentes , y confesando (haciéndose querer por eso) que todavía no entiende Lolita . Entre los no especializados, esta clase de lectura inductiva ha estado muerta desde hace una generación; ya no leemos novelas para resolverlas o entenderlas? si es que alguna vez lo hicimos.
Boyd también es algo así como un apologista de la única incomodidad significativa que produce todo el corpus de Nabokov. De las 19 obras de ficción, no menos de seis se refieren, en parte o totalmente, a la sexualidad de niñas prepúberes. En Stalking Nabokov , esas seis son reducidas a tres: Boyd ignora el tema de la pedofilia de Cosas transparentes , y justifica su presencia en ¡Mira los arlequines! y El original de Laura diciendo que Nabokov tan sólo trataba "de subvertir nuestras expectativas". Esa argumentación falla en dos aspectos. Claramente, no hace que las dos niñas desaparezcan (el tema de la pedofilia sigue siendo el tema). Y se imputa un saber trivial y totalmente implausible. Nabokov amaba a sus lectores, pero podemos estar seguros de que ni por un momento tomó en cuenta sus "expectativas". Para ser tan claro como es posible: la plaga de ninfas, imposible de ignorar, en Nabokov no es un tema de moral sino de estética. Simplemente, hay demasiadas.
En las páginas de Boyd aparece una distinción, confesadamente artificial pero útil, entre Nabokov el estilista y Nabokov el narrador. Se podría encarar de manera un poco diferente, y dividir los dones de Nabokov en a) los que derivan del genio, y b) los que derivan del talento. El genio sería el don natural de la altitud de percepción y la facilidad de articulación, y el talento sería la técnica y todas las habilidades que vienen bajo el rótulo del Oficio. A veces predomina el talento, como en esas dos melódicas pero ferozmente concentradas farsas negras, El hechicero y Carcajada en la oscuridad . A veces, como ocurre en esas dos potenciales obras maestras, El don y Ada , el genio se agranda y el talento se encoge y muere (lo mismo ocurre en el caso de Finnegans Wake ). Todo depende de qué le parezcan a cada uno esas dos sátiras distópicas, Curva siniestra e Invitación a una decapitación , pero parecería que en alrededor de una docena de las novelas de Nabokov (e incluimos entre ellas Cosas transparentes ) el talento y el genio se encuentran en equilibrio casi perfecto.
El delicioso y doloroso cuento "Lips to Lips" (1932) se inicia con un aspirante a novelista agachado sobre su escritorio:
Los violines aún seguían interpretando lo que parecía un himno de pasión y amor, pero Irina y el profundamente conmovido Dolinin ya se encaminaban rápidamente hacia la puerta?
Sus dos corazones latían al unísono.
"Deme su talón del guardarropa", dijo Dolinin (tachado)
"Por favor, permítame buscar su sombrero y su abrigo" (tachado)
"Por favor", dijo Dolinin, "permítame buscar sus cosas" ("y mis" insertado entre "sus" y "cosas")
Dolinin fue al guardarropa y tras extraer su pequeño talón (corregido a "ambos pequeños talones")?
En este punto Ilya Borisovich Tal quedó pensativo.
Aunque Nabokov -con gran ingenio y ternura- atribuye a su maduro literato un mínimo de genio ("las descripciones de la naturaleza y de las emociones le brotaban con sorprendente facilidad"), le niega el más mínimo neutrino de talento. El pobre Ilya Borisovich sufre horriblemente en manos de sus pronombres? "ella" por ejemplo, siempre que hay otra "ella" en la habitación, forzándolo a un duro "esa dama" o "su interlocutora". Es muy torpe con los elementos esenciales de la realidad (puertas, billetes, abrigos, "cosas"), pero los "artículos de lujo", o eso imagina, parecen "ser mucho más obedientes":
y ahora, tras haber acabado reflexivamente con el lío del guardarropa, y a punto de obsequiarle a su héroe un elegante bastón, Ilya Borisovich ingenuamente se deleitó en el brillo de su rica empuñadura y no previó, ¡ay!, los reclamos que haría ese valioso artículo, cuán dolorosamente exigiría ser mencionado, cuando Dolinin, mientras sus manos palpaban las curvas de un flexible cuerpo joven, estuviera cruzando a Irina a través de un arroyo primaveral.
Es un lugar común decir que Nabokov estaba bendecido por una sobreabundancia de genio. Sí, y también con una sobreabundancia de talento. Su transición de una escena a otra y de un punto de vista a otro, su paso, sus modulaciones, su control de la escena, sus siempre alertas cambios de perspectiva, su libertad que no comete descuidos, su seguridad del ritmo: todo eso se produce sin fricciones. Al principio, "Lips to Lips" parece una inverosímil proeza de empatía: ¿cómo hizo Nabokov, justamente, para abrirse paso en la mente de un hombre que no puede escribir? Pero hay días en los que cualquier escritor se siente como Ilya Borisovich. Tal como nos recuerda Boyd, una sola oración de Lolita (la importante pero para nada esencial evocación del peluquero Kasbeam en el capítulo 16) le costó al autor un mes de trabajo. "Mis lápices duran más que mis gomas", dijo Nabokov en Opiniones contundentes . "He reescrito -con frecuencia varias veces- cada palabra de las que publiqué."
El panegírico es considerado con justicia la más aburrida e innecesaria de las formas literarias. En nuestro intento de evaluar el brillo febril de Nabokov, con sus "distantes espasmos de silenciosos relámpagos", no tenemos nada para aducir salvo nuestra indefensa subjetividad; eso y las citas. De manera que he aquí un aparte personal, o "biográfico". Este escritor recientemente dictó un curso sobre primeras novelas, entre las que se contaban Decadencia y caída , de Evelyn Waugh; Hombre en suspenso , de Saul Bellow; Adiós Colón , de Philip Roth y La subasta del lote 49 , de Thomas Pynchon. Aunque estos viajes inaugurales contienen resonancias y anticipos de lo que vendrá, sólo una novela entre ocho, y sólo una oración, entre decenas de miles, daba la impresión de que algo sobrenatural anunciaba lo que vendría. La novela era María (1926) y la oración (que curiosamente contiene un error técnico digno de Ilya Borisovich: la repetición de "sacudir") se encuentra en la página 113:
Los negros trenes pasaban rugiendo, sacudiendo las ventanas de la casa; con un movimiento como el de hombros espectrales que se sacudieran de encima un peso, arrojando montañas de humo hacia arriba, borrando el cielo de la noche.
Los emigrados rusos más vigilantes, en los raídos pero dinámicos círculos literarios de la capital alemana, seguramente esperaban con ansiedad la segunda novela del misterioso V. Sirin. Al abrirla, habrían advertido de inmediato que "el negro tren" sin duda había llegado a destino (y que otra vez estaba a punto de partir, exactamente a horario). Rey, dama, valet (1928), un relato de asesinato, locura y disolución, empieza de esta manera:
La enorme manecilla negra del reloj todavía está inmóvil pero a punto de hacer su gesto de cada minuto; ese salto elástico pondrá un mundo en marcha. La esfera del reloj se alejará lentamente, llena de desesperación, desprecio y aburrimiento, mientras uno por uno empiezan a pasar las columnas de hierro, llevándose con ellas la cúpula de la estación como atlantes ciegos; el andén empezará a moverse, llevando consigo en un viaje desconocido las colillas de cigarrillos, los boletos usados, las salpicaduras de sol y de saliva; un carro de equipaje se deslizará a un costado, con las ruedas inmóviles, seguido de un puesto de diarios en el que cuelgan revistas de seductoras cubiertas -fotografías de bellezas desnudas, de un gris perlado-, y gente, gente, gente en el andén que se mueve, cada persona moviendo también sus pies aunque inmóviles, avanzando a grandes pasos aunque retirándose como en un torturante sueño lleno de increíble esfuerzo, náusea, una debilidad algodonosa en los propios tobillos?
Toda la vieja ciudad en su rosada bruma matinal del otoño también se movía: la gran [estatua] piedra de la plaza, la oscura catedral, los carteles de las tiendas ?un sombrero de copa, un pez, el tazón de cobre de un barbero.
Ya no había manera de detener el mundo.
Y era un mundo que Nabokov estaba decidido a ver -para decirlo con las palabras de María , una primera novela notable principalmente por su serenidad- "con ojos nuevos y amorosos".
(Traducción: Mirta Rosenberg)
Martín Amis