¿Te han maltratado por ser mujer? ¿Te sientes segura en tu ciudad? ¿Te han acosado en la escuela o en la universidad? ¿De qué manera? ¿Cuándo fue la primera vez que te maltrataron o acosaron por ser mujer? ¿Qué has hecho o podrías hacer para evitar el maltrato o el acoso a las mujeres? Esas son algunas de las preguntas que el público puede responder en papelitos y colgar del Tendedero, la performance/instalación que hoy, a partir de las 16, dejará funcionando en la explanada del Malba la artista y activista feminista mexicana Mónica Mayer.
La obra Tendedero ya se ha hecho unas treinta veces desde 1978 y se multiplica, incluso sin que Mayer se entere. "Se ha usado de mil maneras. Su hábitat natural es la calle o cuando se la apropian, como arte, activismo o pedagogía, que es lo que me sigue interesando de esta pieza, si bien mi trinchera es el arte y me interesa afectar el sistema del arte, y gran parte de mi trabajo ha sido visibilizar a las mujeres artistas. Tantas veces lo hice yo como otras personas. Es un archivo de diálogos para crear conciencia", dice Mayer. En estos días tendrá otras dos versiones más, una en la Universidad de La Plata, para estudiantes, y otra en la comunidad de jóvenes de la Asociación El Trapito, donde dictarán talleres para a través del arte hablar de experiencias relacionadas con la violencia de género. "Esta tarea es fundamental dentro del proyecto porque buscamos llevar las herramientas que brindan el arte y el activismo a la realidad", señala Rosa.
La visita de esta pionera de la lucha por los derechos de las mujeres a través del arte es parte del Laboratorio de Arte y Violencia de Género, que reúne charlas, talleres y obras de arte participativas de cuatro artistas con trayectoria en este campo: las mexicanas Mayer y Lorena Wolffer, y las argentinas Ana Gallardo y Diana Schufer. La idea y coordinación es de la investigadora de Conicet María Laura Rosa, autora de títulos como Legados de libertad. El arte feminista en la efervescencia democrática (Editorial Biblos).
"El proyecto se originó hace dos años por cierta incomodidad que con varias artistas feministas compartíamos en relación con la pasteurización, homogeneización y desactivación de la fuerza disruptiva del arte y el activismo feministas a la hora de llegar a las instituciones artísticas", explica Rosa. Las obras que son participativas, colectivas y efímeras se cristalizan detrás de un vidrio, como Lo Normal, la pieza de Mayer de 1978 que integra la colección del Malba y que en la exposición Verboamérica se observa como un cuadro, pero no: son tarjetas para hacer una encuesta callejera bastante hilarante. Cada tarjeta tiene diez retratos de Mayer con diferentes expresiones numeradas, y una frase que debe generar alguna de ellas: "Quiero hacer el amor… conmigo misma", "antes de casarme", "y que me paguen", "con una animal", y un nutrido etcétera. "Lo bueno es que ha sido retomada por una artista joven, María Rodríguez, y me gusta más su versión que la mía. Trajo la pieza a nuestro momento. Las obras setenteras están reviviendo así. Si no se actualizan, no tienen sentido en un museo", dice Mayer. De eso va a hablar en su conferencia de hoy, a las 18, en el Malba, que es parte del ciclo Artistas de la colección (su siguiente fecha es el 16 de julio, cuando Ana Gallardo ser entrevistada por Lola Arias).
El Laboratorio comenzó el domingo, con una conferencia de todas las participantes en Fundación Proa, que contó con la participación de Mayer por Skype porque la niebla la retuvo en Chile. El lunes, Wolffer habló en Malba de sus últimas acciones realizadas en México y presentó el libro "Afectxs Ciudadanxs. Mx. 2015-2017", que da cuenta de sus últimos trabajos. La capacidad del arte para cambiar la realidad es una de las claves del encuentro. "El empleo de estrategias del arte y del activismo feministas se fusionaron con el fin de desarticular el entramado opresivo que rodeaba a las mujeres, y así llevar la conciencia política tanto a la calle como a las instituciones del arte", señala Rosa. "Las marchas del #NiUnaMenos y las que se realizaron por la legalización del aborto han expuesto un despliegue de prácticas creativas, performáticas y activistas para implicar a la sociedad en esta lucha. El arte tiene el poder de llegar con su reflexión a muchas personas, ahí se produce la concienciación. Al poder denunciar una problemática y visibilizar el sistema de opresión que sufre el colectivo femenino, las mujeres se empoderan", explica.
Otro eje es el lugar del feminismo en el arte. En 1987 decía Mónica Mayer: "Es difícil ser mujer en este mundo. Es difícil ser artista. Es difícil ser mujeres y artistas. Pero mujeres artistas y feministas, es dificilísimo". Por eso el dúo artístico que integraba junto con Maris Bustamante se llamaba Polvo de Gallina Negra, un popular talismán contra el mal de ojo. "En lo superficial eso ha cambiado un poco, pero es muy profundo lo que tenemos que cambiar. Nos costó 10.000 años construir el patriarcado, no lo vamos a derribar en tres, que es lo que yo creía hace cuarenta", dice hoy Mayer. "Como feminista lo que queremos cambiar es la cultura a un nivel muy profundo. El arte funciona muy bien para eso, porque tiene que ver con nuestras emociones, ideas y nuestra vida. Tengo la esperanza de que sirva para que nos cuestionemos", dice Mayer.
"Los feminismos han sido un tema históricamente incorrecto", dice Wolffer. Coincide con ella Ana Gallardo: "Hasta hace pocos años, el feminismo en el arte contemporáneo era una muy mala palabra. Yo creo en el arte como herramienta transformadora y sanadora. Cada mujer sola en su taller es una militante trabajando en ese canon que no es el que permite el arte contemporáneo, incluso en su vida cotidiana. Recién ahora se puede hablar de arte feminista".
La discusión se abre. "Como la experiencia en materia de arte y activismo feminista de Mayer y Wolffer es muy grande, nos pareció importante compartirla con grupos de artistas y activistas argentinos", cuenta Rosa. En La Verdi, el espacio de Gallardo en La Boca (Av. Almirante Brown 726), Mayer dará un taller para trece artistas, entre las que se cuentan Magdalena Petroni, Andrea Racciatti y Fátima Pecci Carou. El próximo lunes 9 de julio se podrá escuchar, a las 17, un diálogo entre Mayer y Wolffer y ver obras de Mujeres públicas, Diana Schufer, Gabriela Golder, ArteMa, Valeria Anzuate y las Desesperadas del Ritmo. Wolffer dictará otro en el Museo MArCo de la Fundación Tres Pinos, con participantes como Florencia Pastorella, del colectivo Viva nos queremos; Sofía Menoyo, del colectivo cordobés Hilando las sierras, y los artistas Roma Vaquero Díaz, Carolina Martínez Pedemonte, Matías Ercole y Mauricio Poblete (sí, hombres también).
El cierre será en PROA 21, el 14 de julio, a las 17, con un debate entre el público y las artistas/activistas, en donde se plantearán los alcances de los talleres. Y el 28 de septiembre abrirá una muestra en el MArCo con fotografías y filmaciones de los talleres del Laboratorio, tanto en los espacios de arte como en El Trapito, con otro Tendedero que quedará activo hasta el fin de la exposición. Por ejemplo, se verá el video que realizará en estos días Diana Schufer, que además de artista es psicóloga y lleva años trabajando desde el arte la visibilización de las huellas que deja el abuso de menores. Registrará miradas de jóvenes en el momento en que recuerden situaciones críticas. "Mi objetivo es habilitar la sensibilidad para registrar ese tipo de dolor", dice Schufer. Así lo entiende Rosa: "El arte puede generar formas reparadoras de situaciones traumáticas".
Fotos: Fabián Marelli
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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