Hannes Stöhr

1. Ha dicho que el tema de Berlin Calling son los lazos entre arte y locura. ¿Cómo se representa esa relación?

La película cuenta los momentos altos y los bajos de Ickarus, un DJ de música electrónica. El tipo viaja por todo el mundo, y con cada show pierde más y más el control. Al final, la pregunta es la de siempre: ¿qué es más fuerte? ¿Las dudas y las drogas o el arte y la música? Es una historia que hemos visto muchas veces, pero nunca en versión tecno.

2. ¿Cómo se dio cuenta de que el DJ Paul Kalkbrenner, quien nunca había actuado, podía ser el protagonista de su película?

La verdad es que como a mí me había gustado mucho su disco Self, le mandé el guión para que hiciera el soundtrack. Y cuando lo leyó, me dijo "a ese personaje lo conozco muy bien, es el demonio que tengo en mi interior". Así que en ese momento recordé las palabras de Jim Jarmusch.

3. ¿Qué decía Jarmusch?

Bueno, él sabe lo que es rodar con músicos. En sus películas trabajó con John Lurie, Joe Strummer, Tom Waits e Iggy Pop, entre muchos otros. Y acerca de esa experiencia, Jarmusch dijo que los buenos músicos pueden ser buenos actores porque tienen un gran sentido del timing. Eso mismo sentí yo con Kalkbrenner.

4. En ese retrato generacional, ¿a qué películas quería que la suya se pareciera y a cuáles no?

Parecer, a ninguna; aludir, tal vez a Atrapado sin salida...Berlin Calling no tiene nada que ver con Trainspotting ni con It’s all gone Pete Tong.

5. ¿Por qué cree que Berlín nunca pierde su valor como gran capital del arte?

Porque en los últimos cien años fuimos un desastre. Primero, pasamos por dos guerras mundiales; luego nos convertimos en el corazón de la Guerra Fría, con Muro y todo. En Berlín siempre hay muchos conflictos por resolver, y en general eso resulta muy atractivo para los grandes artistas de todo el mundo.

Por Leonardo Tarifeño

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