Los vicios de la política tradicional
En el mundo de la universidad estatal es de sentido común afirmar que las instituciones repiten, en otra escala, el clima político del país. La desintegración de los partidos políticos tradicionales, las alianzas electorales que luego cuesta sostener, la apatía de los "ciudadanos" a la hora de votar o participar se constatan en estos años también en la universidad más grande del país.
Sin embargo, el escenario político general que rodea esta nueva asamblea de la Universidad de Buenos Aires (UBA) es bastante diferente del de 2006 y podría dejar los reclamos de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) desdibujados entre las continuas manifestaciones públicas de protesta, cortes de calles, piquetes y movilizaciones que a diario se suceden en la ciudad, con motivos y poder de convocatoria diferentes.
Hace sólo tres años, en 2006, la visibilidad de la crisis institucional de la UBA era mayor. Es cierto que el conflicto que impidió la elección del rector se había extendido por casi un año y que los intentos fallidos de asamblea habían sido cinco, pero en ese tiempo el Gobierno podía dedicarle atención casi privilegiada al tema, interesarse, enviar mensajeros y terminar decidiendo posibilitar la elección.
Hoy, atravesado otras urgencias, el Gobierno habilita el edificio anexo del Congreso para la sesión y la presencia policial, quizá para no sumar otro reclamo público al crispado clima social.
Otro dato sirve para comparar la situación política en el mundo UBA y el panorama en el escenario general. El hecho de que mañana, de realizarse la asamblea, no haya posiblemente otro candidato que Rubén Hallú no sólo habla de la capacidad política del actual rector y su equipo para construir la posibilidad de la reelección, que muchos no hubieran jamás anticipado hace tres años. También refleja las dificultades de otros espacios para convertirse en alternativas de peso, a pesar de que éste era el objetivo explícito que tenían cuando Hallú llegó al Rectorado. Queda por analizar el papel que la cercanía de estos sectores al kirchnerismo, y su participación en espacios concretos, tuvo para provocar desavenencias internas que redujeron su capital político.
La ausencia de otras alternativas pone de manifiesto que un escenario de deliberación como la asamblea universitaria, donde tradicionalmente se habilitan tiempos para la presentación de plataformas y se discute el rumbo de la universidad, debe conformarse ahora con reunirse y votar lo más rápido posible. También en la UBA la calidad del debate público está deteriorada.