Mirás advirtió ataques a los valores cristianos
"Muchos creen estar obrando lo justo al oponerse a los valores cristianos, considerados como una rémora, y al negar aquellos otros que surgen del mismo orden natural, que la Iglesia no podría abandonar jamás."
Así se expresó ayer el presidente del Episcopado, monseñor Eduardo Mirás, en la homilía de la misa concelebrada al iniciarse la 85a. asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal en San Miguel.
Mirás tenía ayer una fuerte fiebre y debió permanecer en cama, por lo que su homilía fue leída por el secretario del Episcopado, monseñor Guillermo Rodríguez Melgarejo, hacia las 19.45.
El texto señalaba que "la predicación de la Verdad siempre será fuente de persecución, seguramente sorda y no cruenta, pero constante y agobiadora, porque el mundo prefiere con facilitad la cómoda anchura del propio parecer, la falta de compromiso y aún la mentira, antes que la rectitud de vida y la verdad, propuestas en el Evangelio".
La misa fue presidida por el cardenal Jorge Bergoglio y concelebró el enviado del Papa a la asunción de las nuevas autoridades, el arzobispo polaco Janusz Bolopnek.
La asamblea plenaria comenzó ayer por la tarde con un intercambio de impresiones entre los obispos sobre la actualidad nacional y concluirá el sábado. Los prelados dedicarán la mayor parte del tiempo al estudio y la aprobación definitiva de las Líneas Pastorales para una Nueva Evangelización, en el espíritu de un documento de Juan Pablo II sobre el comienzo del nuevo milenio.
Entre los obispos se coincidió en elogiar el tono de la homilía del cardenal Bergoglio en el Tedéum del 25 de Mayo, con su mensaje sobre el buen samaritano y el llamado a cargarnos al hombro unos a otros y a ponerse la Patria al hombro, ante la nueva etapa.
En el intercambio de pareceres, se comentaron los esfuerzos de solidaridad evidenciados ante las inundaciones santafecinas. Y no faltaron expresiones de preocupación por la decadencia moral que observan en la falta de justicia y verdad en la vida política, el deterioro de la cultura, los ataques a la familia y el enfoque de temas como la salud reproductiva.
Colaboración con el país
Mirás recordó en su texto la colaboración que intentaron los obispos ante "el confuso y difícil momento" que pasó el país. Citó el diálogo que buscó unir a la ciudadanía dispersa, la enseñanza de los principios de moral pública y privada, la exposición de los derechos de la persona: a nacer, al trabajo, a la vida digna; la denuncia de la corrupción, el testimonio de la caridad en las obras de Caritas y la constante plegaria. Recibidas de corazón por los fieles y la mayoría del pueblo, dijo, "sabíamos que esas acciones serían rechazadas por quienes se sintieron objetados en su modo de pensar o intereses". Señaló que ese rechazo "muchas veces se viste de ruindad", como "lo experimentaran algunos hermanos"; sin especificar, pareció aludir a campañas de difamación contra obispos.
"El camino de la Iglesia -señaló Mirás- se interna hoy en el mar proceloso de los confusos problemas morales y religiosos de la posmodernidad." Y afirmó que ello debe abordarse con un nuevo lenguaje, que haga presente a la sociedad actual la eterna verdad de salvación de que "Jesús es el Hijo de Dios".