Recordar para crecer
DAVID GROSSMAN, nacido en Jerusalén en 1954, es hoy uno de los escritores israelíes más reconocidos en su país y en el extranjero. Además de cuentos y obras de teatro para niños, ha publicado un libro de ensayos ( Presencias ausentes. Conversaciones con palestinos en Israel ) y tres novelas ( La sonrisa del cordero , Véase: amor y El libro de la gramática interna ).
El título de esta novela, Chico zigzag, describe al protagonista y, de algún modo, describe también la forma en que avanza la narración. Nono (Amnón) Feuerberg, tal el nombre de este personaje, hace honor desde el comienzo a su apellido (en idisch, "montaña de fuego", "volcán") y al título: va y viene, no puede estarse quieto en ningún lado, mucho menos en el compartimiento de ese tren en el que lo han dejado su padre, viudo, y Gabi, la eterna candidata a ser su segunda esposa, que ha sido para Nono como una madre.
Al chico zigzag le faltan pocos días para el bar-mitzvá , su "iniciación en la hombría", según la tradición judía. Su padre y Gabi le han organizado un viaje acorde con esa situación, lleno de sorpresas. Sólo que las sorpresas resultarán mucho más inquietantes de lo que se esperaba, incluso para quienes las habían preparado o creído preparar. Dado que gran parte de la eficacia del libro radica en el estado de permanente descubrimiento y revelación -e iluminación, desde el presente hacia el pasado- no parece apropiado adelantar mayores datos a los lectores. Baste con decir que Nono, sumergido en eseprograma de aventuras, empezará a compaginar, con ayuda de los recuerdos y de todo lo que ve y escucha, su propio pasado, el de su padre y, sobre todo, el de su madre, que murió cuando él usaba todavía pañales. Ese es el modo zigzagueante en que evoluciona el relato, del presente al pasado y viceversa.
Informa la solapa que Chico zigzag dará pronto lugar a una película. Y no es de extrañar, porque la acción en esta novela tiene bastante de comedia hollywoodense. Aunque también hay toques trágicos en el relato de ese pasado revivido que, a veces, resulta bastante difícil para el niño, algo esperable, por otra parte, para quien está iniciándose como hombre.
La novela está construida no sólo con mucho ingenio sino también con inteligencia: la narración va echando, como al descuido, una serie de piedritas que luego, tal como le sucede a Pulgarcito en el cuento infantil, servirán para indicar el camino a casa, esto es, hacia el origen, adonde se vuelve con la experiencia adquirida.
Mientras que algunas de las aventuras más "cinematográficas" llegan a resultar, por momentos, ligeramente tediosas, las introspecciones del niño, los volcanes que rugen allí dentro, su manera de ver las cosas, suelen dar lugar a los pasajes más bellos. Tanto es así que el libro se vuelve más atrapante cuando arden con mayor intensidad los fuegos del pasado y el volcán interior aumenta su actividad, esto es, cuando el tumulto interior inunda por completo el agitado paisaje exterior.