El Coyote Villagra nunca se cansa de conocer nuevos secretos al volante

Federico Villagra terminó con la espalda muy dolorida. El impacto constante arriba del camión le pasó factura y carga con una contractura en toda la zona cervical. Sin embargo, no pierde la sonrisa. Más aún cuando cae en la cuenta de que hizo historia al subirse al podio entre los camiones, una categoría que siempre ha pasado inadvertida para la mayoría de los argentinos. Tras 15 días extenuantes, el piloto cordobés de 46 años, introvertido y enemigo de la ostentación, se aisló en su hogar en la ciudad de Córdoba para recuperarse en familia y disfrutar en silencio.

Campeón argentino de supercross, motocross y rally, tiene una historia particular. Tras haber ganado todo arriba de un auto, aceptó la invitación de su amigo Jorge Pérez Companc para pasar a la categoría de las "moles" del rally (en 2014 y 2015 había corrido en auto). "Pensar que esto comenzó como un juego de amigos y terminó con un podio", reflexiona. Su formación en el mundo de la velocidad, no obstante, fue sobre una moto, cuando tenía 9 años. Debido a su corta edad y a su escuálida contextura física, conducía una motocicleta de 80 centímetros cúbicos contra pilotos mayores, que competían en motos de 125 cc. Así se forjó ante el peligro y la adversidad.

La categoría de autos la exploró en 1997, en la Fórmula 2, una división que recién comenzaba. Resultó el primer paso de una larga y exitosa trayectoria en la que acumuló 255 carreras en rally y, una curiosidad, sólo tres en pista (terminó quintó en su debut en Marcos Juárez y abandonó en las otras dos). Amo y señor del campeonato argentino de rally, suma 20 títulos nacionales y acumula 5 coronas en motociclismo, entre competiciones provinciales, nacionales y sudamericanas. Los camiones no asomaban en su horizonte.

El Coyote siempre contó con el apoyo de sus hermanos, Marcos y Javier. Son talentosos y fanáticos, cada uno en su especialidad. Trabajando en equipo lograron potenciar sus conocimientos. La innata habilidad para conducir cualquier vehículo ha sido una de las virtudes de Federico, algo perezoso a la hora de testear los rodados. "Marcos siempre fue quien le probaba los autos y Javier, encargado del taller, era el director del equipo y se ocupaba de la gestión electrónica. La función de Federico era manejar, lo que mejor sabe hacer", recordó Rafael Cerezo, periodista especializado en automovilismo.

El tercer puesto en el Dakar lo logró junto con Pérez Companc y Andrés Memi. Formaron un grupo funcional en menos de un año. Villagra tenía en claro la diferencia entre manejar un auto y un camión: "Ahora sé que puedo pasar por cualquier lado. Sólo hay que saber graduar el camión y llevarlo por el mejor lugar, pero para eso hay que trabajar en equipo. Yo me doy maña para conducirlo, pero tengo que tener dos grandes navegantes". Para pelearle palmo a palmo a los poderosos Kamaz, el Iveco de Villagra tuvo sus secretos en la cabina: la experiencia adquirida por Pérez Companc en la navegación y la inteligencia de Memi para administrar el aire de las cubiertas del rodado, según la dificultad del terreno.

Villagra se siente completo y realizado. Es un hombre que disfruta de todo lo que hace: desde llevar donaciones con su camioneta a distintas escuelas rurales durante el año hasta subirse al podio en un Dakar. Eso sí, siempre con bajo perfil.

av/jt