Un campeón sin cuentas pendientes

MAR DEL PLATA.-Se abraza a su hijo y festeja Leo Gutiérrez, que se suma al trío de máximos ganadores del básquet argentino con siete títulos. Salta sin parar el chiquito Facundo Campazzo, debutante en esto de calzarse la corona. Y Tato Rodríguez, hincha, capitán e ídolo, se abraza al trofeo y, tijera en mano, se queda con la red de uno de los aros. Un festejo único el de este implacable Peñarol que anoche se dio el gran gusto y, en casa y frente a su público, superó a Atenas y cerró la serie con un contundente 4-1 para convertirse en el nuevo campeón de la Liga Nacional de Básquet, el mismo título que ya había conseguido en la temporada 1993/94 y se le había negado en otras dos oportunidades, la última el año pasado y ante el mismo rival de ayer. Dos veces campeón de la Liga de las Américas, tenía esa deuda interna. Anoche la saldó.

Una celebración que se suma al ciclo notable de este equipo dirigido por Sergio Hernández que en pocos meses ya se había adueñado de dos títulos internacionales, la Liga de las Américas y el Torneo Interligas. Y que tiene un sabor más que especial: llega pocas semanas después del descenso de Quilmes, su clásico rival, y tras vencer al equipo dirigido por Oscar Huevo Sánchez, el técnico que es referente de la historia "cervecera" y blanco favorito de la hinchada "milrayita". Para ellos fueron las dedicatorias desde las plateas.

El partido que terminó 80 a 60 estaba definido desde mucho antes, casi con el comienzo de la segunda mitad, momento en que los hinchas locales empezaron a dar forma a una fiesta que prometía ser interminable. Un grito de euforia que 8000 fanáticos compartieron en el Polideportivo al igual que otras decenas de miles de marplatenses que, a falta de entradas, sólo pudieron disfrutar por televisión en sus casas o en algunas de las pantallas gigantes que se montaron en la ciudad.

Un final de serie casi sin sorpresas por lo visto en los cinco encuentros y, por qué no, en toda esta edición de la Liga Nacional en el que el conjunto marplatense fue rotundo dominador e invencible de local, con 40 partidos sin conocer la derrota en casa.

Los cordobeses percibieron una ilusión en los primeros minutos, cuando Atenas fue certero, en especial porque Lo Grippo demostró una efectividad notable con sus lanzamientos de tres puntos. Cerró la primera mitad con 5 -6 y un marcador personal de 26 puntos.

A Peñarol le costó encontrar el camino y recién pasar al frente 17-13 gracias a triples de Mata, Rodríguez y Lamonte. El norteamericano comenzó a tener mayor incidencia en el juego y poco a poco Gutiérrez tomó protagonismo en un duelo casi sin ventajas, delatado por un cuarto inicial igualado en 24.

El tramo final de la primera mitad mostró a un local más sólido en la cancha que aprovechó los aciertos de Lamonte y el desgaste de un rival escaso de recambios que, por ejemplo, mantuvo siempre en cancha a Figueroa –Cantero está lesionado–, White y Lo Grippo, al que no le alcanzó esta gran noche que cerró con 38 puntos.

Y el tercer cuarto fue decisivo. Porque habitualmente es en el que Peñarol suele sacar ventajas, el mismo en el que Atenas tiene la costumbre de mermar su rendimiento. Y así fue. Entonces la historia se cerró temprano de la mano de Gutiérrez, Lamonte, Rodríguez y compañía que hicieron la diferencia y desataron antes de la esperado la gran fiesta en las tribunas teñidas de azul y blanco. "Es el sueño más grande hecho realidad, es un regalo para los hinchas y la gente que nos acompañó siempre", dijo Tato Rodríguez, uno de los jugadores más queridos del club.

Los equipos.

Peñarol (80): S. Rodríguez, 9; K. Lamonte, 18; Mata, 5; Leo Gutiérrez, 23, y M. Leiva, 9 (fi); Campazzo, 12; Reinick, 4, y Alejandro Diez. DT: S. Hernández.

Atenas (60): Figueroa, 1; Locatelli, 4; White, 0; Lo Grippo, 38, y Kanté, 6 (fi); Romero, 9, y Ferrini, 2. DT: O. Sánchez.

Árbitros : F. Sampietro, D. Rodrigo y D. Rougier. Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (8000 espectadores).

47 rebotes bajó Peñarol anoche, contra los 33 de Atenas; la férrea defensa de su aro fue una de las claves del triunfo en el partido decisivo.