Un nuevo plan para el amateurismo
Se necesitó dejar pasar una semana para poder interpretar las disertaciones realizadas por el mexicano Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), en ambas orillas del Río de la Plata, y extraer las mejores conclusiones sobre la inserción de su organización en el pugilismo amateur de la Argentina y Uruguay. En modo independiente y ajeno a sus respectivas federaciones nacionales, que en los últimos dos años perdieron autonomía, convirtiéndose en dependientes de las reglas de AIBA (Asociación Internacional de Boxeo Amateur), que alteraron por completo la condición del pugilista aficionado y degradaron su condición competitiva.
El anuncio oficial de la Super Liga Amateur del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que presidirá el argentino Marcos Arienti –pilar en el renacimiento del Almagro Boxing Club y del andamiaje de la Liga Metropolitana– y asesorará el quilmeño Sergio Maravilla Martínez, constituye una opción formativa para el boxeador amateur bajo reglas más convenientes y protectoras. Todos boxearán a tres rounds, de 2 o 3 minutos, según su nivel y experiencia. Con un agregado fundamental: el uso obligatorio del cabezal de protección para todos los atletas. Elemento que AIBA y sus organismos afiliados intentaron eliminar con un resultado extremadamente sangriento para los novatos y también para los profesionales que combatieron en los últimos Juegos Olímpicos de Río 2016.
La desprotección al pugilista amateur con la quita del “casco del combate” para los mayores de 19 años, fue decepcionante en la Argentina. Sobre todo porque ninguna entidad ligada a esta disciplina alzó una voz de protesta: ni la Secretaría de Deportes de la Nación, ni Boxeadores Argentinos Agremiados, ni la Asociación de Directores Técnicos, ni la Unión de Jurados Argentinos, ni los asignadores de becas a los talentos. Nadie, absolutamente nadie, elevó una petición preventiva hacia el peleador amateur que recuperará ahora gran parte de los lineamientos, puros y clásicos, relegados en este tipo de competencias. Distantes de las mezclas oscuras de AIBA, intercaladas por profesionales protegidos convertidos en perdedores frecuentes que mantienen su “condición de invictos” en el decir de los ignotos. Estas peleas se convirtieron en el mejor ejemplo de lo que significa la falta de equivalencias en el cuadrilátero, con boxeadores argentinos vapuleados por doquier bajo las reglas de World Boxing Series (5 rounds de 3 minutos), cumpliendo con un derrotero casi obligatorio si es que ambicionan llegar a los Juegos Olímpicos.
La Súper Liga amateur (CMB) regirá desde junio próximo y no tendrá las puertas abiertas del Comité Olímpico Internacional (COI) ni de AIBA. No será un trampolín para acercarse a las medallas doradas, plateadas y de bronce. Sí, en cambio, se convertirá en una vitrina de exposición interesante, con choques por toda América y Europa, en donde el amateur, puro y de raza, podrá formarse de otro modo. Sin obligaciones ni ligado a contratos especiales con AIBA si es que quieren llegar con los guantes puestos a los próximos Juegos de Tokio 2020.
El amateurismo rioplatense encontró un inquietante plan B. Otro sendero, una alternativa independiente. Por ahora es un consuelo competitivo y su evolución dependerá de la prolijidad que profesen sus dirigentes y afiliados. Es una de las últimas oportunidades para la restauración de un boxeo amateur, clásico, popular y glorioso, casi en extinción, en todo el Río de la Plata.
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