Cambiar un sistema, además de los nombres
La historia suele reiterarse vestida con otros escenarios y nombres pero con un tono igual de caprichoso. En junio de 1999, dos derrotas de local, también ante Gales, marcaban el fin de la era de un entrenador de los Pumas, el rosarino José Luis Imhoff; ahora le tocó al tucumano Daniel Hourcade. Entre uno y otro pasaron cinco Copas del Mundo y decenas de episodios que, entre otros elementos determinantes, instalaron a la Argentina en el rugby profesional de alta competencia con un sistema rentado adentro, que incluye jugadores contratados por la UAR. Pero hay algo que sigue igual: los dirigentes son amateurs. Manejan el rugby profesional desde el amateurismo.
Si bien no portaba el pasado de jugador Puma que sí tenía Imohff, Hourcade tuvo puntos de contacto con el rosarino de Duendes, que llevó adelante en la convulsionada década de 1990, tiempos en los que el profesionalismo era mala palabra en el rugby argentino. Imhoff y Hourcade pugnaron para que los Pumas jueguen un rugby más abierto, de más fases, de toda la cancha. Y lo lograron. También impulsaron una camada importante de jugadores. La de Imhoff fue quinta en 1999 (ya sin él, con el neozelandés Alex Wyllie, que lo acompañó desde en 1996) y varios de esos jugadores luego consiguieron el bronce en 2007. La de Hourcade, primero con Pampas XV, alcanzó el cuarto puesto en 2015 y es la base que aún continúa en Pumas y Jaguares.
Pero todo esto es historia. Ahora viene otra etapa. Lo más probable es que una vez que concluyan su faena en Jaguares –quedan 3 partidos de la etapa regular y, si todo sigue bien, lo que duren en los playoffs–, Mario Ledesma y Nicolás Fernández Miranda asuman en los Pumas antes del Rugby Championship. Sería lo más lógico. No solo porque no aparecen otros candidatos, sino porque han demostrado su valía y no son tiempos para pegar volantazos.
La idea de la dirigencia es tener otro staff para Jaguares, pero eso lo analizarán una vez que terminen de cerrar con Ledesma y Fernández Miranda un nuevo contrato, ahora para los Pumas. Lo que no puede volver a ocurrir es que no exista fluidez entre ambos cuerpos de entrenadores. Está claro que nunca hubo un espacio de diálogo e intercambio entre Hourcade y Ledesma. No se potenciaron Pumas y Jaguares, y los resultados están a la vista. Desde la UAR creen que la estructura de entrenadores tendrá mayor ida y vuelta desde el regreso como coordinador de Francisco Rubio.
Hay que darle una vuelta de tuerca –como se la necesitaba en aquel 1999, aunque ahora el escenario es distinto– al sistema que tiene la UAR. Ese sistema empezó a dar señales de peligro con la primera temporada en el Súper Rugby. Es el mismo que terminó ahogando a los Pumas y, también, a Hourcade. Y se lo comerá a Ledesma o a cualquier otro si no se empiezan a producir cambios de fondo.
Hay que empezar a separar en serio las aguas del profesionalismo y del rugby de clubes; a no usar a los clubes para los fines del negocio, pero sí creando estructuras que no permitan la dualidad de hoy. En ese rubro, el que más lo sufrió fue Argentina XV, que así como está planteado el sistema, no tiene posibilidades reales de ser el semillero de Pumas-Jaguares.
Es verdad que va poco tiempo en este nuevo proceso, pero ya son necesarios cambios en las estructuras. Tiene que haber por un lado un espacio para gente que sepa manejar el profesionalismo (negocio y juego; y que no sea solo gente afín a Agustín Pichot) y otro que tenga el don del compromiso como el que es imperioso en el rugby de clubes. Y seguir nutriendo a este deporte que, vale recalcarlo, goza de buena salud en la mayor parte de su ser.
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