Copa América. Messi en el Maracaná: el golazo a Marchesín, el conejo de la pelota y la gambeta fallida en el vestuario
RÍO DE JANEIRO.- La escena es divertida a los ojos ajenos. Messi está parado frente a un enjambre de micrófonos, grabadores y teléfonos que quieren captar su voz mientras a tres metros se libra una disputa silenciosa. Todo ocurre en la zona mixta del Maracaná, apenas una hora después del final del 2-0 de la Argentina ante Venezuela, que le dio a la selección el pase a las semifinales de la Copa América. Mientras el capitán habla, hay un diligente operativo que intenta hacerle más corto el camino al bus, donde ya lo esperan todos sus compañeros. Como siempre, Messi es el último de la fila, el que más tiempo permanece respondiendo preguntas. Entonces, los encargados de cuidar por él intentan convencer a un empleado de Conmebol de que corra una valla de lugar así Messi va directo a la puerta, en vez de hacer todo el recorrido en zigzag que indica el protocolo. Como el muchacho se niega, hay un segundo intento, dirigido alguien que también está identificado con la organización: falla también. Así que no habrá más remedio: Messi caminará por donde antes pasaron todos los demás protagonistas del partido, sin problemas. Incluso se frenará otras dos veces para seguir hablando: está contento pese a que no esté ofreciendo su mejor juego.
"Mi nivel no es el mejor, no estoy jugando como esperaba. No está siendo mi mejor Copa América. Pero los partidos se dan así, no se puede jugar mucho, es más complicado para los que queremos atacar, para conducir y eludir rivales. Las canchas son muy malas, es una vergüenza que estén así. Parece un conejo la pelota, sale para cualquier lado. Se junta mucha gente en el medio también, aunque lo importante es que se ganó", dirá, en uno de los stops de esa caminata. Su gesto es el de alguien que está viviendo con serenidad una paradoja: Argentina avanza a pesar de que él no brille, una ecuación impensada o al revés de cualquier suposición.
Por ahora, su registro de máximo goleador de la historia de la selección apenas creció en la Copa: tiene 68, producto del penal que le anotó a Paraguay, en el segundo partido. Ayer, por caso, pateó tres veces al arco, incluido un tiro libre desde 35 metros que obligó a Fariñez a agacharse para recoger la pelota. El capitán elige mirar lo colectivo, y tal vez esa es la razón de esa sonrisa que trae: "Dimos un pasito más en este torneo, hay muchas cosas buenas para destacar, me gustó como anduvimos defensivamente, más que nada cuando nos salieron a buscar en el segundo tiempo, todos estuvimos muy juntos y compactos, la verdad es que se luchó mucho", analiza.
A Scaloni lo veo creciendo, comete errores y aprende, pero es difícil todo lo que rodea ser el DT de la selección. Ya es difícil ser técnico así que imaginate...
El gol que sí hizo en el Maracaná no valió para la estadística. Antes del partido, Messi sigue una rutina al pie de la letra. Después del calentamiento muscular que dirige el profesor Luis Martín, algunos jugadores se van a la puerta del área a patearles a los arqueros. El 10 siempre está en esa lista. Y ayer tuvo tres remates desde fuera del área en esos minutos. Uno se fue desviado, otro lo rechazó Marchesín y el tercero se clavó en un ángulo. Inmediatamente el público lo gritó como si se hubiese tratado de un gol en la final. Es que incluso en esos detalles, los hinchas están atentos a lo que hace el capitán. Después, cuando la voz del estadio repasó los nombres, los gritos taparon el apellido del 10 argentino: fue por lejos el más aplaudido de los 22 titulares.
Lo que viene tiene el condimento único de uno de los grandes clásicos del fútbol mundial. "Yo respeto a Brasil, sabemos lo que significa. Vienen de un desgaste importante, les costó mucho pasar, corrieron mucho contra Paraguay. Pero tienen jugadores desequilibrantes, que te pueden cambiar un partido. Llegamos bien para poder enfrentarlo y dar lo mejor", dijo del gigante que espera a la Argentina en Belo Horizonte el martes, cuando luchen por el boleto a lla final de la Copa. Las diferencias a favor del Scratch se difuminaron un poco en los cuartos de final, aunque eso no cambia el mensaje que baja Messi, que ya antes del torneo insistía con que la selección debía ir de a poco. "Es difícil elegir un favorito en Brasil-Argentina, más en la situación de esta Copa América, que está todo muy igualado. Ellos son locales y tienen que salir a mostrarle a su gente. Hace tiempo que están con este proyecto. Tienen varios jugadores con el mismo técnico y la misma idea. Es un partido igualado como todo Brasil-Argentina", matizó, trasladándole algo la presión al dueño de casa. Para él será volver al estadio donde marcó su único gol en el campeonato. El Mineirao se antoja un buen lugar para recuperar la puntería y ayudar a la selección a dar el zarpazo.
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