

Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
¿Cuántos hinchas irían a una cancha si les dieran la garantía de que su equipo va a ganar? Los más de 50.000 de Boca que anoche dejaron chica a la Bombonera estuvieron ahí porque sintieron algo así. El llamado popular para recibir a Carlos Tevez fue como convocar a un partido importantísimo que no había manera de perder. "Nunca vi algo igual", decía en uno de los agitados pasillos un viejo periodista, muy creíble aun en su filiación xeneize. El fenómeno irrepetible de una cancha llena cuando ni siquiera habría un gol que gritar ni un rival con el que descargarse.
Es el regreso más imponente que se recuerde de un futbolista argentino a nuestro medio. Un problema, afortunadamente sin derivaciones que lamentar, fue que hasta al propio club se le escapó todo de las manos. Nadie imaginó que pasaría lo que pasó. Las puertas de la cancha iban a franquearse a las seis de la tarde, pero al mediodía la fila de hinchas ya era tan larga que los accesos se habilitaron tres horas antes. De la idea de dejar disponible un par de bandejas progresivamente se pasó a permitir el ingreso a cada vez más sectores.
Al final no hubo rincón sin cubrir, y fueron cientos los que quedaron afuera. El requisito para entrar era llevar un alimento no perecedero -el beneficiario será el comedor "Bichito de luz", del Fuerte Apache, la patria chica de Tevez-, pero aun en los momentos en que la Bombonera bullía abundaban quienes circulaban con bolsitas en la mano, sin saber a quién dársela. "¿Sabe quién recibe esto, señor?", le preguntaba al cronista una señora. Otro socio contaba que los diez kilos de azúcar que pensaba ofrecer a cambio de un lugar en la cancha regresaron a su auto cuando le dijeron que no había quién pudiera recibirlas. Adentro, en recovecos dispersos, apilados en mesas o pequeños trailers, quedaban montículos de paquetes de todo tamaño.
Todo ese desenfreno lo provocó este futbolista de 31 años que vuelve en plenitud, el hombre que hizo de su vida una rebeldía contra lo establecido. Lo establecido, en casos como éste, es que los ídolos vuelvan a casa con una carrera hecha, que tomen el regreso como una despedida afectiva y un agradecimiento. Pero Tevez es el mismo que acaba de impulsar a Juventus a la final de la Champions League. Vuelve también por agradecido, pero lo hace especialmente para dar -ya desde el sábado, cuando Boca juegue con Quilmes- parte de lo mejor que habrá producido su fantástica carrera.
Para toda esa multitud fue una fiesta cuyo corazón, lo que estrictamente tuvo que ver con la participación del Apache, duró algunos minutos menos de una hora, y que arrancó con una convulsionada conferencia de prensa en un lugar abarrotado, con más hinchas que periodistas. Esa media hora de preguntas y respuestas, moderada por Ari Paluch, la voz xeneize de los días festivos que le hizo prometer que vino "para ganarle a River y ser campeón", fue poco más que un canal para los testimonios emocionales de Tevez ("Con este frío yo estaría calentito en casa, pero ellos vinieron a hacerme el aguante"), intercalados con ovaciones y gritos. También fue el momento para que el agradecido jugador correspondiera a su anfitrión, Daniel Angelici, con un espaldarazo muy preciado en tiempos preelectorales. "El presi hizo mucho? Ahora hay que convencerlo para que se quede", alentó el Apache a un dirigente para el que semejante impacto es un empujón para sacar la cabeza después de un semestre difícil. Con ese costado proselitista de la fiesta hicieron juego los muchos pasacalles que rodeaban la Bombonera con el "Gracias Daniel por la vuelta de Carlitos" como idea central.
Adentro, ansiosa, una muchedumbre de composición un poco diferente a la de los domingos de partido -familias, muchos niños- esperaba ver al hombre de la noche. Una docena de pizzas entró en ese vestuario superpoblado donde el ídolo se vestía con los colores tan queridos y con esa camiseta número 10 de mil dueños ilustres. Uno de ellos, Riquelme, ya había recibido su reverencia ("Román hay uno solo y es el ídolo más grande de Boca"). Otro, Maradona, lo esperaba en su palco para arrojarle la bandera que preparó su familia. Tevez la agradeció con palabras a las que la incansable suspicacia del mundo del fútbol les dio una lectura entrelíneas, en días en los que tanto venden las comparaciones entre cracks de distintas épocas: "El más grande sos vos. Gracias, papi, te amo".
Tronaban las tribunas repletas a las que viajaban los pelotazos de un hombre cambiado, moldeado por el aprendizaje de una década de mundo y culturas diversas. "Así como vinimos en orden, los bosteros merecemos irnos en orden y que todo termine en paz", dijo, micrófono en mano. Y les dejó la Bombonera a esos incondicionales que, sin partido de por medio, igual fueron movidos por lo que verdaderamente es el fútbol: ilusión.
Delantero de Boca
"La vuelta de Carlitos es muy parecida a mi vuelta a Boca. Me alegra que haya elegido la camiseta de sus amores. Lo amo por su entrega"
El día de la presentación de Tevez, la Vecchia Signora publicó en su web los detalles de la operación: