Dos ganadores: Ricardo González y Jorge Berendt
Inscribieron su nombre entre los campeones del Tour Europeo. La vida les cambió a partir de los triunfos en Suiza y Francia, respectivamente; buscan consolidarse en el circuito
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Por lo que viven en estos días, Ricardo González y Jorge Berendt bien podrían identificarse con aquel slogan publicitario que sugería: " Pertenecer tiene sus privilegios" . Ambos lograron sus primeros triunfos este año en el Tour Europeo y, con la jerarquía que otorgan los títulos, la gente ya los incorporó en el exclusivo círculo de golfistas ganadores. Ahora, en la consideración se ubican sólo por debajo de José Cóceres -que esta temporada festejó dos veces en el PGA Tour- y de Angel Cabrera, ganador del Abierto de la República y con una muy buena actuación en Augusta y el US Open.
La vida del correntino González, de 32 años, dio un giro a partir de la consagración en Crans-sur-Sierre, Suiza, en septiembre último. Algo similar ocurrió con el formoseño Berendt, de 37 años, que se impuso en el Abierto de Cannes, en Francia, hace dos meses. Los dos contaron sus experiencias con el Lago Nahuel Huapi como escenografía.
-Desde el momento en que ingresaron en 1999 en el Tour Europeo hasta hoy hubo un largo recorrido. ¿Qué balance realizan?
Jorge Berendt: -Cuando arrancamos no teníamos nada; estábamos a la deriva y no teníamos categoría para jugar en ningún lugar del mundo. Después, con el ingreso en el Challenge Europeo y luego en el circuito del Viejo Continente empezamos a tener los objetivos más claros; ahora me parece increíble que nos encontremos frente a tantas posibilidades deportivas.
Ricardo González: -Una de los personas fundamentales para nuestro crecimiento fue José María Cantilo, en su momento embajador argentino en Kenya. Nos invitó a jugar un torneo allí y en Costa de Marfil y en Nigeria. Anduvimos muy bien y eso nos sirvió para acceder con más confianza a Europa.
-¿Cómo fue la adaptación al Tour?
RG: -Si bien tuve que pelear desde abajo, todo se me hizo más liviano gracias a la ayuda de Eduardo Romero y de Angel Cabrera, que ya jugaban allí y son buenos embajadores.
JB: -Yo había jugado en Europa a principios de los 90 y luego perdí la tarjeta. En esta segunda etapa comencé con muchas ganas, aunque luego mi rendimiento bajó mucho. Ante la falta de resultados estuve a punto de abandonar; los viajes no me redituaban absolutamente nada y ya pensaba en dedicarme a una escuelita de golf junto con José Cantero, hasta que, a mediados de año, mi juego mejoró y logré el primer puesto en Francia, pese a que fue un triunfo inesperado.
-¿Qué les produjo ganar?
JB: - La victoria en Cannes renovó mi confianza, cambió todas mis expectativas deportivas y me habilitó para seguir en el Tour por dos años más. Si sigo actuando en este nivel creo que puedo volver a ganar el próximo año en Europa, no tengo dudas. Eso sí: los diarios franceses le dieron mucho más despliegue al segundo lugar del local Jean van de Velde que a mi triunfo.
RG: -Después del último putt en Suiza sentí que había cumplido con la gente que me dio una mano durante mucho tiempo; fue como tapar un gran agujero. Hice realidad un sueño que tenía y, además, me quité la presión de triunfar por las victorias que ya habían logrado el Gato y el Pato. Ahora, mi máximo objetivo es ingresar en el PGA Tour y estoy trabajando para eso. La calidad del juego es muy superior en los Estados Unidos y hay que estar preparado para ese desafío.
-Después de sus consagraciones ¿qué repercusión advirtieron entre el resto de los golfistas?
RG: - Siempre hubo camaradería con los jugadores europeos, pero tras el título advertí que me dejan entrar más en el grupo. Dejé de ser Ricardito o Gonzalito y pasaron a mirarme de otra manera. Ellos admiran a los argentinos por la fuerza y la solidez de sus swings.
JB: -Antes, a mí me tenían un respeto como persona; ahora es un respeto también como deportista y como ganador. Igual, ya se habían formado un muy buen concepto de nosotros por la conducta que mostraron en Europa el Gato Romero y el Chino Fernández.
-¿Y qué cambió de sus vidas?
RG: -El hecho de administrar el dinero de los premios, por ejemplo, es algo nuevo para mí. El primer paso ya lo dimos: nos adaptamos a un ámbito social alto después de haber surgido de un nivel muy bajo. Pero esto es como vivir otra vida: en una semana gasto unos 3500 dólares, mientras que antes gastaba esa plata en dos meses junto con mi familia. Es difícil de asumir ese cambio de hábito y necesito que me aconsejen sobre cómo administrar bien mi dinero, porque todavía no lo sé hacer.
JB: -Imaginate: de chico vivía en una casilla de madera, en Del Viso. Dormíamos cuatro hermanos en un colchón de una plaza y media; cuando llovía y caían piedras, el techo de cartón se agujereaba. Y mi mayor aspiración era ingresar en una fábrica como obrero. La plata que gané me permitió mudarme con mi familia a un departamento en Villa Urquiza con todas las comodidades. Siento que ingresé en un mundo que jamás había estado en mis cálculos. Es increíble.
-¿Cómo es la relación de ustedes con los extranjeros?
JB: - No hablamos fluidamente el inglés para charlar sobre cualquier tema. Sin embargo, varias veces nos animamos a opinar sobre política argentina. No hay problema con los europeos, pero en un punto de la conversación te ponen una barrera y no dejan que ingreses en lo privado. Así ocurre con todos.
RG: - Yo entablé una muy buena amistad con el inglés Warren Bennett, con el español Diego Borrego, con el francés Thomas Levet y me relaciono con todos. La diferencia es notoria respecto de los norteamericanos, que son mucho más fríos.
-¿En qué medida influyó el psicólogo deportivo francés en sus rendimientos?
RG: - En un principio éramos reacios respecto de lo que nos podía brindar Paul Pierre Lagier, a quien conocimos en el Tour. Pero terminó siendo importante: nos ayudó a ser más efectivos y a analizar el juego de una manera más táctica. Veníamos de una escuela argentina en la que no se contemplaba cambiar el swing.
JB: - No es un psicólogo convencional, sino que coordina a un equipo de gente que atiende las necesidades de nuestro juego. Por ejemplo, nos enseñó a adaptar los latidos del corazón en un putt bajo presión. Además, en varios test sacó como conclusión que nuestras principales fallas están en el juego corto, que es lo que intentamos mejorar. Nuestro techo en las prácticas pasó a ser ahora mucho más alto.
-¿Qué piensan del éxito del golf argentino en 2001?
RG: - Pasó como en un grupo de amigas: una queda embarazada y después le siguen las otras; en nuestro caso ganaron Cabrera y José Cóceres y después los seguimos nosotros.
JB: - Es algo sin antecedentes en el golf de nuestro país. Creo que coincidió con esfuerzos personales de distintos golfistas y lo mismo ocurrió con otros deportes, en los que se produjo este milagro argentino.
Recuerdos del formoseño
“Antes de ingresar en el circuito europeo participábamos en Suecia, por el Challenge Tour, con José Cantero y Ricardo González. Eran días de frío y de lluvia permanentes, y nosotros estábamos recluidos en un hotel. Por supuesto que nadie quería salir a la calle, y claro, había que ir a comprar la comida.
“José Cantero decidió entonces hacer un sorteo con papelitos para ver quién iba de compras. El primer apellido que surgiera quedaba como encargado. Pusimos los tres papelitos en la gorra con sus nombres. Saqué yo y decía Berendt. A comprar. Y después de aquella vez salí seis o siete veces más en forma consecutiva, hasta que después de muchos años me enteré de que todos los papelitos tenían el mismo nombre...”
Una anécdota del correntino
“En 1998 gané un certamen en Abuja, Nigeria, mientras que Berendt y Cantero terminaron segundo y tercero, respectivamente. Nos abonaron en Travel-Checks y al día siguiente debíamos salir a las 6 de la mañana hacia el aeropuerto. Por la noche no abandonamos la habitación por miedo a que nos robaran, e incluso escondimos la plata debajo de la cama cuando vino el room service. “Al otro día, al llegar al aeropuerto, Cantero me dijo: ¿Me das la plata? Le contesté: ¿Qué plata? ¡Yo tengo la mía! Cantero se resignó y no quería volver al hotel para buscar su dinero, pero yo me ofrecí. Fui al taxista con mi premio en el bolsillo y le dije: Si hacemos el viaje rápido te pago el doble. No hubo ningún problema, hasta que el auto se descompuso y me quedé en medio de la selva. Enseguida pensé: Acá me matan. Levantaba la vista y era todo desierto, con dos aldeas a los costados. Por suerte, me levantó una persona que hablaba español y pude rescatar los travellers, que todavía estaban debajo de la cama. Igual, cuando volví al aeropuerto en medio del apuro, el vuelo se había cancelado.”
Berendt analizado por González:
“Es uno de los mejores golfistas argentinos. Tiene un estilo sólido y le sacó mucho jugo a este deporte. Somos totalmente diferentes, pero el juego de él está apto para la competencia. El juego moderno requiere precisión y él la tiene. Y ahora mejoró porque sumó un poco más de potencia”.
González analizado por Berendt:
“Me considero parte de la formación de Ricardo como golfista. Es una máquina de jugar, de poder hacer mucho dinero y de mezclarse entre los mejores del mundo. La potencia de su drive le otorga una ventaja enorme, porque cualquier campo se le convierte en un par 68.”
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