Boca construyó el éxito desde los pies de Tevez y las manos de Sara

MAR DEL PLATA.– Estuvo caído dos veces y se levantó. Con esfuerzo y por momentos caminando a tientas, pero encontró en los pies de Tevez, en los 90 minutos, y en las manos de Sara, en la definición por penales, los argumentos para sostenerse de pie y alentar las esperanzas de volver a consagrarse campeón de la Copa Argentina, un certamen que le ofrece un premio extra en 2016: para Boca, la clasificación a la Copa Libertadores del próximo año depende de levantar este trofeo o esperar un guiño de la Conmebol, que prepara cinco cupos extras. El éxito 4-2 en los remates desde los doce pasos, después de empatar 2-2 con Lanús, lo conducirá a los 4tos de final, donde se medirá con Rosario Central, el rival al que superó en la final de 2015, en un cotejo polémico.

El de Lanús fue un partido que se empezó a jugar una semana antes, entre quejas, protestas y cruces mediáticos por el horario de los encuentros que debían sostener por el torneo argentino. Un juego al que los presidentes Daniel Angelici y Nicolás Russo, después de la escalada del tono de los mensajes, intentaron bajarle los decibeles estrechándose la mano en el estadio. Pero ese clima distendido no tuvo un correlato: con los equipos en el campo, Tevez y Lautaro Acosta se encendieron en un intercambio de palabras. Así resultó la previa: con tensión.

Demasiado en juego tenía por delante Boca por tratarse de un partido de los 8vos de final. Consolidarse como equipo, luego de golear 4-1 a Quilmes, era una urgencia para la estructura que conducen los Mellizos Barros Schelotto, que por el momento no se muestra confiable. El destape goleador de Benedetto, con su primer hat-trick con la camiseta azul y oro, se presentaba como envión para el delantero y también en un argumento ofensivo que Boca estaba extrañando. El regreso de Tevez, que en el torneo cumple con las tres fechas de sanción, después de la tarjeta roja que recibió frente a Belgrano, alimentaba aún más las ilusiones, aunque 24 horas antes, el Apache, en una entrevista televisiva, sembró dudas sobre su continuidad después de fin de año. Un alerta para los dirigentes y un temor para los hinchas, que lo sostienen como ídolo. No fue casual que desde la tribuna popular bajara un mimo en forma de canción para el N°10.

Y si Boca tenía que encontrar soluciones a todas esas fórmulas que se le presentaban, el arranque le sumó una nueva preocupación: Román Martínez, que antes del minuto le cometió una dura falta a Tevez, capitalizó un tiro libre de Maxi Velázquez, en forma de centro –tras falta de Peruzzi sobre Acosta–, y definió en el área menor. Apenas cuatro minutos se chica y cualquier planificación quedaba desactualizada. Boca sintió el impacto, le costó manejarse con comodidad frente a un rival que lo asfixiaba. Lo único que lo favorecía en ese pasaje es que Lanús no tenía contundencia para lastimar cuando recuperaba la pelota.

Los equipos que todavía no encuentran una identidad futbolística se refugian en sus figuras para ser rescatados y en el primer tiempo la imagen de Tevez asomó desdibujada y hasta contrariada con su estilo aguerrido y de contagio. Inconexo con el resto de sus compañeros, que tampoco le ofrecían auxilio para acompañarlo. Sin conducción, sin manejo ni control del balón, encontrar las maneras de equiparar el resultado era un enorme desafío. Pero el fútbol tiene vuelcos impensados y así como Boca recibió un cachetazo en el arranque del partido, el reinicio fue favorable a los xeneizes: de un tiro libre rápido que hizo Tevez en la mitad de la cancha se armó la acción que el mismo Apache definió en la entrada del área.

Otra acción de pelota parada significó un puñal para Boca, que miró cómo Braghieri convertía. Y volvió Tevez a levantar a su gente, al empujar un centro de Pavón que se desvío y descolocó a Monetti. En el desenlace lo tuvieron los dos, pero los penales fueron los que desataron el festejo de Boca.