Fuera de lugar y sin respeto

Un clásico no es un partido más, ni para los jugadores ni para los hinchas, ni para los dirigentes, ni para los periodistas. Es cierto. La historia y las diferencias barriales, de ciudades y hasta de países alimentan un partido que en los días previos se promueve como una fiesta, pero que en el final se convierte en un carnaval y en un velorio. Qué locura.

Desde hace años, la palabra derrota es tomada por nuestra sociedad como el primer paso hacia la segura condena al infierno y los hinchas, los jugadores, los dirigentes y los periodistas trasladaron esa condición al fútbol. Nadie admite perder y menos un clásico. Ya ni el empate sirve y en ese contexto nacen esos hinchas que recurren a hechos vandálicos para interrumpir temporariamente una infelicidad disfrazada con los colores de una camiseta. Cualquiera que sea ella.

Como es su costumbre, La Plata se preparó para la fiesta y se vistió para tal ocasión. Una bandera contra la violencia convivió con globos rojos y blancos del otro y las banderitas azules y blancas del otro. Pero cuando la victoria de Estudiantes provocó el dolor de Gimnasia, la ropa de etiqueta le dio lugar a los uniformes y a los cascos. El caos, porque hubo hinchas de Gimnasia que no soportaban perder, opacó la fiesta. Enfrente, los fanáticos de Estudiantes armaron el carnaval propio gracias al dolor ajeno. Algo que, lamentablemente, se está volviendo una costumbre.

No contener la alegría resulta entendible, pero alimentar la violencia a partir de esa condición y de la burla como lo hizo la dirigencia de Estudiantes es una barbaridad, que debe recibir una multa severa. Cómo es posible, y no me hablen de folklore ni de nada de eso, que los dirigentes de Estudiantes, los mismos que mostraron la bandera contra la violencia, festejen el triunfo sobre Gimnasia paseando un pene inflable de cinco metros delante de la tribuna de Estudiantes, mientras los hinchas de Gimnasia se trenzaban en una batalla sin fin en la otra tribuna popular.

Por favor, basta de hipocresía, aunque no me extrañaría escuchar mañana a algún necio dirigente de Estudiantes que defina de violentos e inadaptados a los hinchas de Gimnasia.