Independiente-Lanús, por la Copa Sudamericana: el Granate derrotó al Rojo y se medirá con Vélez en la semifinal

Un puñetazo. Dos. El tucumano Pablo Hernández quiere que lo trague la tierra. Acaba de equivocarse en su propia área. El ADN de jugador dúctil lo traicionó: intentó un caño y Lanús recuperó la pelota. Tomás Belmonte encontró un remate de derecha y anotó el primer gol del partido. La bronca de Hernández es la de todo Independiente, que flaqueó la primera vez que su rival cruzó la mitad de la cancha y ya no se recuperó. Nunca antes había sufrido tres goles en un primer tiempo de un partido internacional. Y se quedó afuera de la Copa Sudamericana. Su rival, en cambio, está entre los cuatro mejores y definirá un cupo en el partido decisivo con Vélez.

La piña de Hernández al césped define el partido de los Rojos. A Independiente no le salió nada. Cuando llegó al área rival fracasó en la definición. Cuando los granates lo atacaron, mostró filtraciones por todos lados. Como en la jugada del segundo gol: Nicolás Orsini (una pesadilla para Alexander Barboza), ganó en velocidad, Pedro de la Vega tiró un centro atrás y José Sand apareció solo por el centro del área para convertir. Sí, Sand. Pocos delanteros son más referencias ofensivas de sus equipos como el correntino. Sin embargo, lo dejaron solo. Así de malo fue el partido de Independiente en defensa.

El 1 a 0 de Belmonte

La diferencia estuvo en la contundencia, pero también en la intensidad. Lanús dejó lo mejor en cada pelota. Despierto, vivo, energético. Independiente decayó después de los dos tantos recibidos en un minuto. Y terminó de derrumbarse luego de otro horror de la dupla Barboza-Alan Franco. Llenos de dudas, no supieron resolver una pelota aérea. Orsini agradeció. Y convirtió sin pedir permiso.

El 2 a 0 de Sand

"Sigan buscando, sigan buscando, ¡dale!", arengaba Lucas Pusineri desde el banco de suplentes. El problema es que su Independiente, prolijo en el traslado de la pelota, no tenía ideas. Ezequiel Barco hace rato que no está. Maximiliano Meza, tampoco. Independiente no tiene chispa ni cambio de ritmo. Le falta un quiebre de cintura. Algo parecido a lo que intentó Federico Martínez al promediar el segundo tiempo. La pelota recorrió toda la línea de sentencia, pero no entró. Sí ingresó minutos más tarde, y fue gol del colombiano Andrés Roa. Era demasiado tarde, porque la historia del partido (de la serie) estaba resuelta.

Orsini, de emboquillada

Lanús tuvo todo claro desde el principio. Aprovechó cada uno de los errores de la última línea de Independiente e incluso pudo haber anotado un gol más en el segundo tiempo (mano a mano de Alexander Bernabei, otra definición de Orsini). Los granates fueron mucho más inteligentes que los Rojos, expertos en copas internacionales. Lanús ganó también los duelos individuales. Fue mejor en el retroceso y en la cobertura de los espacios en la cancha. Prueba de ello es que pese al 3-1 final dos de sus mejores piezas fueron Tomás Belmonte (volante de contención) y el colombiano Alexis Pérez, impasable en el fondo. Lanús está a tres partidos de la gloria.

El descuento de Roa