La gente quiere ser protagonista
En el fútbol argentino se produjeron algunos hechos que no se registran cotidianamente y que tienen vinculación con la determinación de los socios y los aficionados que quieren jugar más activamente.
Para los que poco habían investigado, las elecciones en River tenían como posible ganador Hugo Santilli, apoyado sobre sus planes de acción y en la supuesta inacción de sus opositores. Pero, además de ello, como en toda contienda electoral donde cada uno subraya sus virtudes y en forma directa o indirecta también lo hace con los defectos del rival, entró en escena una figura, casi un concepto, para debilitar al adversario.
Su condición probada o supuesta de "oficialista". Y en ese caso esa condición debe ser leída como ineptitud, incapacidad o fracaso.
Escapó por poco José María Aguilar, y para sorpresa de muchos sacudiéndose el parentesco con la conducción anterior ganó con más holgura que la prevista.
En San Lorenzo el socio optó por el cambio y rechazó la continuidad. De alguna manera, perdió el oficialismo. Y, curiosamente, después de haber ganado un torneo y estar cerca de alcanzar una victoria internacional como la Copa Mercosur. Los tiempos conflictivos vividos por una situación económica desvalida de respuestas concretas le abrió las puertas a la renovación.
En Argentinos Juniors, aunque aún puede entenderse de diferente manera el mecanismo que determine un ganador quedó claro el crecimiento de la oposición o el achicamiento del oficialismo, como se prefiera.
Ubicándonos en otra cancha, en la despedida del técnico Bianchi, el exitoso ciclo del conductor del equipo le pasó por arriba al reconocimiento hacia la dirigencia. Si bien éste no es un caso preciso de rechazo al oficialismo, indirectamente lo es en cuanto a tomar posiciones en favor de uno o de otro.
Así parecería que la gente quiere cambiar. Y el fútbol, más allá de ser el deporte cultural de los argentinos, sabe reconocer a los componentes de los diversos núcleos sociales. Es la sociedad, en parte, que inclina sus veredictos y exterioriza su mal humor. Un mal humor que el fútbol mismo puede disimular a través de una victoria pero que, terminado el partido, reanuda el recuento de verdes y maduras. Y en un tiempo de muchas más verdes que maduras exterioriza su preferencia hacia el cambio.
Se ha iniciado una semana de interpretaciones. Racing quiere ser campeón, y sus deseos le aprietan la garganta. Las piernas corren, pero manejan la pelota con vacilaciones. Sus hinchas quieren que llegue antes de ser soprendidos por una devaluación. Se desahogan y sueñan con festejar.
Se ha iniciado la semana de la interpretación psicológica. Del jugador persona. De la presión en favor o en contra. Del liderazgo. De la actitud colectiva. De las respuestas individuales... El domingo Racing tiene dos resultados a favor... y en los tiempos restrictivos que corren eso suena casi a milagro.
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