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¿Arranca una nueva era? ¿Empieza, verdaderamente, otro campeonato? Rosario Central bajó a Vélez, el mejor hasta aquí, con guapeza, un penal, un cabezazo y un latigazo. Y abrió el juego para todos: de Talleres, que está a tres puntos. De Huracán, que está a cinco. De Racing, que no pasó del empate con Platense y hasta de River, que perdió el invicto de la nueva era Gallardo frente a la T y en el Monumental. Central lo hizo: un 3-0 inesperado, que puede cambiarlo todo.
Iban 27 minutos del primer tiempo. La saludable propuesta de Vélez de salir jugando, a veces, ofrece serios contratiempos. Era un desarrollo interesante, parejo, sin matices que tomaran posición por unos o por otros. El líder y un habitante de mitad de tabla se debatían en intensidad, hasta que ocurrió lo impensado.
El fútbol, tantas veces, es una moneda al aire. Una falla en la salida puede convertirse en el precipicio. El pase hacia atrás de Bouzat encontró falto de reflejos a Damián Fernández, que imaginó que el arquero Marchiori estaba próximo a recibir el balón. Ese segundo de distracción despertó el fuego de Malcorra, que a los 37 años exhibe la energía de un juvenil. El defensor lo tomó de la camiseta en el área, la peor decisión. Penal y expulsión.
ERROR EN DEFENSA DE VÉLEZ, PENAL PARA ROSARIO CENTRAL Y EXPULSIÓN 🟥
— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) October 2, 2024
Malcorra aprovechó un desentendimiento en salida del Fortín y fue derribado en el área por Damián Fernández. Darío Herrera sancionó la pena máxima y expulsó al defensor. #LPFxTNTSports pic.twitter.com/DWQW0CaFzh
El veterano dibujó un zurdazo que pasó cerca del ímpetu de Marchiori, un especialista en atajar penales; abrió el marcador, hizo estallar al Gigante y, algo más: descubrió la cara menos luminosa del equipo más vistoso del fútbol argentino. En desventaja numérica en el juego, en el marcador y entre los intérpretes, incómodo luego de recibir un gol tras seis partidos (cinco de la Liga Profesional, uno de la Copa Argentina), Vélez quedó en la lona.
A Gustavo Quinteros, el conductor del puntero, no le gustó la decisión de Herrera. “Estábamos revisando el penal y fue bastante dudoso, la expulsión también. No fue una falta que pueda determinar si fue foul o expulsión. Hubo otra jugada donde Sández lo agarra a Romero cuando cabecea. Lo agarra de forma mucho más agresiva y no cobra nada. Es una lástima, porque nos dejó sin posibilidades. El árbitro hizo mucho para que este resultado sea negativo para Vélez””.
Quinteros tomó nota rápidamente: adentro Emanuel Mammana, afuera Matías Pellegrini, dos de los cambios (uno por línea) que dispuso el entrenador por el desgaste físico de la batalla contra Independiente por el otro torneo doméstico. Christian Ordóñez, un pac man de la zona central, y Thiago Fernández, la mejor aparición ofensiva de la temporada, también arrancaron en el banco de suplentes, al igual que el defensor surgido en Núñez.
Copetti casi agiganta el marcador, en un par de avances rosarinos que dejaron con la lengua afuera al conjunto de Liniers, desarmado por un golpe que pareció de otra pelea. Era un mano a mano que se iba lánguidamente a la tabla de puntos, hasta que una trompada lo transformó todo. Apoyado por una multitud, Central se pareció de a ratos al campeón de la Copa de la Liga 2023. Y Vélez se encogió de hombros.
Sin embargo, estuvo en un tramo de la segunda mitad a tono con el desafío. El cimbronazo duró un espacio prolongado, pero jamás perdió su filosofía. La que le inculca Gustavo Quinteros. “Me encantaría seguir en Vélez, ojalá podamos jugar la Copa Libertadores y que el proyecto deportivo sea grande y ambicioso, de ese modo siempre es muy motivador. Es un club hermoso, grande, en el que tenés todas las estructuras y herramientas necesarias para trabajar bien. Vélez te da todo”, reflexiona el DT, de 59 años, toda una revelación en nuestro medio, más allá de sus pergaminos internacionales.
Al entrenador lo quiso Independiente, lo pretende Boca. “Se dicen cosas, se habla, yo estoy enfocado totalmente en Vélez Sarsfield, yo como DT estoy disfrutando mucho, la gente también me lo hace saber. Hoy pienso solamente en Vélez”, sostiene, embarcado en la doble ilusión: Liga Profesional (puntero, con 33 unidades) y Copa Argentina, instalado en las semifinales, a la espera del ganador de Boca-Gimnasia.
No siempre vuela. Cuando debe transpirar sobre la superficie, no le cuesta arremangarse. Le ocurrió contra Central, en una segunda etapa con ímpetu recargado, sin el buen semblante de buena parte del torneo. Cayó de pie, con hidalguía. “Nosotros trabajamos con humildad. En los momentos difíciles en los que no podemos superar a los rivales, nos defendemos. Además, tenemos muchas maneras de atacar. Lo hacemos con transiciones, con salidas de juego elaborado, por momentos también desde la pelota parada”, reflexiona el DT, que esta vez no le encontró la vuelta al partido desde que pasó lo que pasó. Estuvo a tono, navegó hasta la orilla rumbo al imaginario 1-1, hasta que se quedó sin oxígeno. Hizo lo que pudo en buena parte del espectáculo con un intérprete menos.
Por la vía del laboratorio, la conexión Malcorra-Sández acabó con el suspenso, con la leve recuperación velezana. Córner del zurdo, cabezazo del defensor. En el final, Ortiz lo castigó con un latigazo definitivo. Cantó la gente de Central; cantaron, en realidad, todas las hinchadas del fútbol argentino, menos la del líder. Y ahora sí, por qué no, arranca otro campeonato…
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