River mantuvo la idea y empujó, pero pecó de exceso de confianza

La confianza no es un regalo, es una conquista. Si lo sabrá River, que después de tanta gloria, seguida de la consecuente sangría en el plantel, tuvo que esperar un año para volver a tener en sus manos esos parámetros que ilusionan.

Hacía rato que el equipo de Marcelo Gallardo no encadenaba un invicto de seis partidos; desde aquella serie de nueve juegos -cinco victorias, cuatro empates- entre julio y agosto de 2015, que incluyó la coronación en la Copa Libertadores y la obtención de la Suruga Bank.

Cuatro presentaciones consecutivas con la misma formación, además, era toda una señal de estabilidad. Dos encuentros disputados, dos triunfos por el torneo local: goleada enorme por 4-1 a Banfield; victoria apretada por 1-0 ante Talleres, como visitante, para deshacer aquel invicto de 40 partidos oficiales del equipo cordobés. Y así, con la autoestima bien alta, River se encontró esta vez con dos rivales importantes: su propio exceso de confianza y la confianza ajena, la del prolijo San Martín de San Juan, que se le plantó con tres delanteros y con orden general, que le jugó de igual a igual a pesar de las diferencias de presupuestos y pergaminos, y que -en definitiva- se transformó con este 1-1 final en un buen elemento para el análisis obligado en el que deben posar su mirada Gallardo y sus jugadores.

Si Andrés D'Alessandro juega con Driussi que, de espalda al arco rival, cede a Ignacio Fernández que, de frente mete un centro exacto para la cabeza de Lucas Alario, que no perdona y estampa un gol de manual que es golazo por su concepción y su definición, River puede quedarse tranquilo. Si D'Alessandro se hamaca y construye maniobras lujosas, pero también baja y es relevo de Jorge Moreira; si se juntan Nacho Fernández, Driussi y Pity Martínez, que tira un caño y levanta asombros; si entra Iván Alonso y sacude con un disparo el travesaño; si suceden todas estas cosas, River puede confiar en que está por el buen camino. Y que ganará más de lo que perderá jugando así, desde luego. Sólo que a veces, como esta vez, también hay confianza en las fuerzas de enfrente, y es cuando el empate deja de ser una posibilidad incierta y se transforma en una certeza sostenida con ambición.

A San Martín de San Juan le tocó San Lorenzo, Racing y River para empezar. Le complicó la vida al local en el Nuevo Gasómetro (2-2) y se llevó un empate, como ayer en el Monumental. Cayó con Racing de local (2 a 0). Pero más allá de los números finales al equipo de Pablo Lavallén -el mismo que este año le arruinó a Godoy Cruz la chance de jugar la gran final ante Lanús- lo respalda su postura, su propuesta. El ingreso de Matías Fissore por Leandro Martínez respecto de los once que habían arrancado ante Racing, le otorgaba cierta dosis de precaución en el medio campo. Fissore y Marcos Gelabert, estaba claro, iban a ser los abanderados de la resistencia.

Pero los sanjuaninos no se limitaron a resistir. Y a partir de la ubicuidad de Sebastián Navarro en la zona de volantes, de la solidaridad grupal y del desequilibrio casi constante de Gustavo Villarruel sobre la derecha, emergieron las confianzas de enfrente. Y fue precisamente Villarruel el que marcó el empate, cuando le puso el moño a una jugada colectiva sobresaliente en la que San Martín manejó la pelota desde la derecha a la izquierda y definió por el centro ante una defensa envuelta en palidez.

Se le cortó a Gallardo la serie de los cuatro partidos con los mismos titulares porque, ante la lesión de Milton Casco, puso al juvenil Luis Olivera, que debió lidiar con el intratable Villarruel. Pero no se le cortó el invicto al equipo, que lleva siete encuentros sin perder. Casi a la vuelta de la esquina, este jueves nomás, por la Copa Argentina en San Juan, River tendrá ante Arsenal la posibilidad de seguir alimentando su confianza. No debe excederse, claro. A veces suenan las alarmas y hay que saber leer los mensajes que entrega la realidad: primero se define y después llegan los lujos, no al revés. Si River lo entiende, ganará más partidos, acaso más títulos y sin dudas más confianza.

Un gol olímpico de Denis Rodríguez

Denis Rodríguez, refuerzo que llegó de Newell's, jugó ayer en la reserva de River ante San Martín y anotó el gol del triunfo por 1-0. No sólo eso, el tanto fue olímpico: ejecutó un córner que se metió en el arco del equipo sanjuanino.