River: Milton Casco, ese líder silencioso que alcanzó el récord de presencias en la era Marcelo Gallardo

Humildad. Esa es la palabra que más repiten las personas que conocen a Milton Casco en profundidad. Familiares, seres queridos, compañeros, técnicos, ayudantes… todos se deshacen en elogios para hablar del defensor de 34 años. Con un perfil bajo poco común, una técnica futbolística envidiable y un compromiso colectivo admirable para trabajar y crecer, el lateral construyó un perfil que congenia de lleno con los rasgos del ciclo de Marcelo Gallardo en River. Por eso, no es casualidad que, tras la victoria por 1-0 ante Gimnasia del jueves pasado, se haya transformado en el futbolista con más presencias de la era: alcanzó los 214 partidos y superó al emblema Leonardo Ponzio. Líder silencioso.

Con 10 títulos, 5 goles y 12 asistencias en esos 214 encuentros, Casco sigue consolidándose como uno de los jugadores más importantes de la historia moderna del club. Quizás, sin tantos flashes ni un nivel de exposición notorio, pero con una constante que lo define como futbolista: la capacidad de adaptación y reinvención. Cada año fue un mundo diferente para él. Y siempre respondió desde el lugar en el que le tocó estar. Hoy, en este irregular 2022, volvió a ser esa necesaria rueda de auxilio: ante la lesión de Robert Rojas y las irregularidades de Emanuel Mammana y Andrés Herrera, retornó al lateral derecho, tal como debió hacerlo en 2021 tras la partida de Gonzalo Montiel.

Inteligencia. Capacidad aeróbica. Polifuncionalidad. Carácter. Recuperación. Visión. Despliegue. Son muchas las características que componen el abanico futbolístico del talentoso Milton. “Es el futbolista más técnico del grupo”, repiten desde hace años en la intimidad del plantel y cuerpo técnico. Aún cuando su nivel tuvo altibajos en sus primeros años, el propio Gallardo siempre fue muy elogioso con su juego y su proyección, al punto tal que ya es el futbolista con más tiempo ininterrumpido en el club: en septiembre cumplirá siete años.

Su presencia en el equipo actual es una garantía. River todavía no logró consolidar un equipo confiable y seguro en 2022, pero el DT siempre tuvo una certeza: Casco es titular. Por eso, jugó desde el arranque los ocho partidos de la Copa Libertadores y solo alternó en el ámbito local para regular cargas físicas. Comenzó este semestre recuperándose de un desgarro en el gemelo derecho, pero se afianzó con mucha presencia y jerarquía en un momento difícil. Y su golazo ante Barracas Central en la Copa Argentina, para convertir después de más de dos años, cuatro meses y dos días, llegó en el momento justo. Festejo salvador. Desahogo total.

El perfil bajo de Casco es propio de su mundo. Fanático de la pesca y los caballos, se crió con una pelota abajo del brazo en María Grande, un pequeño pueblo entrerriano de menos de ocho mil habitantes. Su rutina era un ritual: a la mañana iba a la escuela, almorzaba en la casa de Sargento Cabral al 1100 y pasaba toda la tarde con sus tres hermanos menores, sus primos y sus amigos en la canchita detrás de la Iglesia. Hijo de ama de casa y de padre policía, inició su camino en Club Atlético María Grande, donde jugó durante años su papá Oscar y donde debutó en 2004 en primera como delantero goleador.

Aunque a los 13 tuvo un paso fugaz de menos de un mes por la pensión de Unión en la que no pudo quedarse por el deseo de estar cerca de su familia, a los 16 tomó la gran decisión de su vida: cambiar los trabajos de albañilería por el fútbol profesional. Así, se sumergió en el sueño tras ser captado por Gimnasia en una prueba en Paraná. Como delantero, extremo o volante por afuera en ambas bandas se lució en la Reserva del Lobo y en 2009 le llegó el debut oficial.

Hasta mediados de 2012 estuvo en La Plata para arribar a Newell’s a pedido del Tata Martino. Brilló en Rosario por tres temporadas y en 2015 lo buscó Marcelo Bielsa para Olympique de Marsella y tanto Boca como River lo siguieron mientras daba sus primeros pasos en la selección nacional. Y la moneda cayó del lado de Núñez con un arribo exprés: tras una gira con la Argentina, firmó el miércoles 9 de septiembre su contrato y el domingo 13 debutó en un superclásico en el Monumental con derrota por 1-0.

Tapado en un inicio por Leonel Vangioni, entre 2016 y 2017 no pudo afianzarse en el equipo titular por lesiones y bajos rendimientos. Luego, entre 2017 y 2018, llegó el uruguayo Marcelo Saracchi y pasó a ser suplente. Tras la venta de Saracchi a Alemania, terminó siendo figura del equipo campeón en Madrid, se consolidó, se reivindicó y se ganó el corazón de la gente que durante un largo tiempo lo observó de reojo. A comienzos de 2019 sufrió una fractura de clavícula y, aunque se recuperó en buen nivel, llegó Fabrizio Angileri, quien en 2020 tras el parate por la pandemia se ganó un lugar. Pero en 2021 todo empezó a cambiar: Gallardo empezó a utilizarlo de volante interno o de lateral derecho como reemplazo de Montiel o Angileri en ambos laterales. Siempre respondió, al punto tal que fue figura del equipo campeón de la Liga en la segunda parte del año como dueño de la banda izquierda.

Hoy Casco vuelve a tener otra misión: ser uno de los pilares de la reconstrucción millonaria. River lo necesita más que nunca en alto nivel dentro del campo de juego. Su figura transmite confianza. En cualquier puesto. Y su resiliencia es un ejemplo. Milton no necesita alzar la voz para ser referente.

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