San Lorenzo se relajó en el final y se le escapó el triunfo en la última jugada frente a Unión por la Liga Profesional

San Lorenzo dejó pasar una estupenda situación para mejorar su andar en la Liga Profesional. En el Nuevo Gasómetro, el equipo de Rubén Insua le ganaba por 2 a 0 a Unión y en la última jugada del partido sufrió un empate (2-2) que golpeó a todos en el Bajo Flores. De la alegría a la desazón. Resultó la síntesis de cómo el Ciclón vive su actualidad, cargada de incertidumbre. Sobre nueve encuentros disputados en el torneo, los azulgranas igualaron en seis. Los goles fueron anotados por Adam Bareiro y Nahuel Barrios para los locales, en tanto que Diego Polenta y Tomás González celebraron para los santafesinos.

Con la premisa de hacerse fuerte de local, San Lorenzo recuperó a Federico Gattoni en el fondo. Además, regresó a la titularidad Agustín Martegani quien, de acuerdo al propio DT, acusó una lesión en la previa del partido contra Central Córdoba por la cuarta fecha, en el medio de un rumor de un supuesto interés de un club extranjero. “Trabajó muy bien en el último mes y se ganó un lugar”, explicó Insua.

En la otra vereda, si bien sufrió dos golpes al quedarse afuera de la Copa Sudamericana y la Copa Argentina, el Tatengue llegaba a este cruce con un buen andar en el certamen local. Y en el terreno visitante es donde mejor se desenvuelve, ya que allí logró tres de sus cuatro triunfos: Boca, Barracas Central y Banfield. Y el empate contra los de Boedo, en definitiva, se saboreó como un éxito.

Con muchos juveniles entre los titulares (del mediocampo hacia adelante el promedio de edad fue de 22 años), el conjunto santafesino muestra que tiene una identidad marcada -dinamismo, presión, intensidad- de la mano de Gustavo Munúa. Además, el plantel acumula varias bajas sensibles por lesión: Jonathan Álvez, Daniel Juárez y Matías Gallegos, por caso. De hecho, entre los dos primeros suman seis de los 16 goles del equipo en la Liga Profesional.

Para San Lorenzo, el inicio del partido resultó flojo, sin muchas ideas. Dentro de ese contexto, Unión se exhibió más preciso. No se apartó de su libreto y trató de mostrarse ordenado desde atrás para adelante. Si bien el encuentro no ganaba en intensidad y emociones, el dominio era de los visitantes. Y los movimientos en el terreno de juego fastidiaban y preocupaban a Insua.

Sin embargo -y tal como sucedió en el último partido ante Banfield-, el Ciclón encontró la ventaja inicial cuando más estaba sufriendo. Aparecieron los pies zurdos de Nicolás Fernández Mercau y Martegani. A los 31 minutos, tras una gran jugada, Bareiro aprovechó el centro atrás y abrió el marcador. El paraguayo celebró con fuerza su séptimo tanto en el torneo, que lo tiene como el goleador del certamen.

Rápidamente, empujado por el alma herida, Unión estuvo cerca de la igualdad con un fuerte disparo de Brayan Castrillón que desvió Sebastián Torrico. El Tatengue tuvo el balón y fue al frente. Aunque por momentos acusó el impacto y avanzó con envíos sin fuerza ni precisión. Y fue allí donde comenzó a desesperarse, a tal punto que en varias oportunidades quedó mal parado en el fondo.

El Ciclón, efectivo, volvió a golpear con fuerza. Ahora, de contraataque. A los 43, Ezequiel Cerutti se movió a toda velocidad por la derecha, le sirvió la pelota a Nahuel Barrios y el volante sacó un derechazo ajustado sobre el palo derecho de Santiago Mele. Un mérito también del “Perrito”, que recuperó el balón cerca de la medialuna del área azulgrana y luego corrió de punta a punta. Tres pases y a gritar.

Para el Ciclón, dos oportunidades de gol que se tradujeron en sendas conquistas. Contundencia absoluta dentro de un rendimiento irregular. Aprovechar los momentos, le llaman. De las ráfagas, claro, también se nutre el fútbol. En ese período Martegani manejó la aceleración y las pausas. Fue uno de los destacados de un equipo que en la primera mitad encontró la fórmula de la contundencia.

En el segundo tiempo, Munúa movió acertadamente el banco de suplentes y Unión aprovechó una desatención de San Lorenzo para arrimarse en el tanteador. A los 11, Mariano Peralta Bauer encontró una pelota suelta en el área, su remate de media vuelta dio en el palo y el uruguayo Diego Polenta la empujó al fondo de la red. Laborioso, el Tatengue se ilusionó y dejó abierta la esperanza.

La incertidumbre dominó la escena por un buen rato. El partido se hizo dinámico e intenso. Se corrió más, no se jugó muy bien. Posiblemente, el vértigo fue uno de los preponderantes. Con un puñado de acciones en los dos arcos. Se levantó el público azulgrana, que vio como su equipo se refugiaba en el fondo.

El conjunto santafesino intentó igualar el encuentro por todos lados. A través de remates de media distancia, córners y tiros libres. Empujaba con coraje, pero se topaba con una destacada tarea de Torrico. Cerca del final, los visitantes le reclamaron al árbitro Nicolás Lamolina un penal por un agarrón de Fernández Mercau a Federico Vera. También una mano de Gattoni en el área chica. A esas alturas, el partido había cambiado de rumbo por completo.

San Lorenzo se defendió, sufrió. Pasó de todo. Y el tiro del final fue para Unión. Desde ya, resultó un premio por el que se esmeró. En la última jugada, Tomás González aprovechó un centro desde la izquierda de Castrillón -atrevido, picante- y marcó el empate. Un baldazo de agua fría que dejó más dudas que certezas en el Nuevo Gasómetro. La ilusión previa permitía soñar con otro desenlace. Pero el Ciclón se relajó y la sonrisa se fue para Santa Fe.

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