Un minipartido como disparador de una tarde de fútbol en envase chico

Vacíos los escalones de cemento de casi todo el Monumental. Un par de vendedores y algunos controles por formalidades operativas. Semivacías las plateas, también. Lleno el césped de jugadores y, sin embargo, vacío de emoción, del clima habitual... Rara tarde de fútbol en Núñez. Puertas abiertas para todos los espectadores, lo que hace una concurrencia aproximada de 4000 espectadores. El minipartido de 13 minutos entre River y San Martín de San Juan huele extraño, poco ruido y mucho silencio. Al final, todo queda igual como lo había dejado la suspensión por el diluvio del 2 de marzo último, con el triunfo local por 3-2, y entonces ahora sí el conjunto millonario suma tres puntos valiosos para quedar a un punto de la cima de la tabla. Para muchos de los niños presentes quedará como una anécdota, una historia más de las muchas que hubo ayer.

En los bancos de suplentes no hubo jugadores preparados para una sustitución, sólo estuvieron los cuerpos técnicos. Ambos equipos habían agotados las posibilidades en el primer partido. Extraño fue ver a los técnicos saltar en soledad, agarrar pasto y volver a arrojarlo después de una acción que no les gustó del todo... Para ellos no fue como un entrenamiento, un amistoso, como aseguraron las frases utilizadas ayer hasta el hartazgo por los hinchas presentes en el Monumental.

Se ve igual River, y muy distinto San Martín. El conjunto sanjuanino puso cinco hombres de ataque. Si, tal cual, cinco delanteros en el Monumental. Para los visitantes, el milagro era posible y lo buscan con pelotazos al área para su gente alta. El equipo del Cholo muestra el planteo de siempre y presiona hasta el cansancio para asfixiar cualquier intento del rival. Los chicos alcanza-pelotas están bien entrenados y se demoran a la hora de devolver el balón. Advertidos, los jugadores sanjuaninos van a buscar todas las pelotas que se van afuera. A tal punto que Julio Irrazabal se mete en la fosa para recuperarla y sacar rápido un lateral.

Flamean las banderas al viento del miércoles laboral. Es curioso y algo cómico observar a las plateas cantarse entre sí para ver quién es la que más grita. Buscan gritar mucho, pero cuatro mil personas en una cancha donde entran sesenta mil es complicado. No hay aglomeraciones, sí fervor. Se percibe un andar lento, anodino. Igual que el equipo del Cholo en el campo de juego, donde lleva adelante su misión de paralizar el juego para que el tiempo transcurra sin peligro. En el codo de la tribuna alta general se ubican unos 20 hinchas de San Martín, quienes deben haber hecho esfuerzo para hacerse sentir, pero nadie los escucha.

Una cancha con diez o 100.000 espectadores no influye en tirarse al piso a disputar una pelota, hacer tiempo o recriminarle al árbitro por algún fallo controvertido. ¿Jugadas de peligro? Una: en los pies de Mauro Rosales, que a los 5 del segundo tiempo, con una media vuelta estuvo cerca de ampliar el marcador.

Ah..., el minipartido fue transmitido en directo por televisión. Así que los que aquella tarde de la suspensión por lluvia se quedaron sin ver el desenlace del encuentro y no pudieron asistir ayer tuvieron su recompensa, digamos... codificada. En vivo, hubo cánticos, silbidos, trapos..., gente. Pasión en envase reducido.

• Simeone destacó la importancia de la victoria
  
  "Habíamos sido superiores durante todo el tiempo que se jugó el 2 de marzo. Estos eran tres puntos más que importantes para estar cerca de la punta", sostuvo Diego Simeone en la conferencia de prensa tras el encuentro. Sobre la estrategia que utilizó ayer, explicó que "nuestra idea era que en estos minutos el partido se jugara la mayor cantidad de tiempo posible lejos de nuestro arco y buscamos tener la pelota".