Néstor Pitana, el 'Pie grande' que sedujo a la FIFA: "Dirigir en un mundial es mucho más difícil que dirigir acá"
POSADAS.– ‘Pie grande’ habla en inglés y también en guaraní. Intercambia algunas palabras con un turista extranjero que lo reconoce paseando por la costanera y también se detiene frente a un ciudadano de Encarnación que se cruzó del otro lado del Paraná. Néstor Pitana es ‘Pie grande’, un apodo que llega desde la adolescencia, cuando encontrar zapatillas 45 era un martirio. Cuando ni él sospechaba que habitaba un árbitro en ese hombre con destino de camionero, irremediable herencia de familia. "Terminé el secundario y la salida laboral más rápida fue subirse al camión de mi viejo y manejar. Con mi hermano íbamos al puerto de Buenos Aires, y también llevábamos madera a la costa, a Mar de Ajó, a San Clemente… Viajábamos a Olavarría, a Balcarce a cargar papas, a Mayor Buratovich, que está más al Sur de Bahía Blanca a buscar cebollas. Pero también a Jujuy, a Salta, todo el Norte… Estaba mucho tiempo lejos de casa…, no era lo mío. Pero fijate, después terminé eligiendo una profesión que también te obliga a estar mucho tiempo lejos de casa". Al menos, detrás del volante se hubiese ahorrado algunos insultos. ¿O no? "Depende, mirá que si hacés una maniobra rara en la ruta también te putean", cuenta el árbitro que dirigió la final del mundo en Rusia 2018. Acostumbrado a tener miles de ojos encima, todos saben quién es Pitana. Pero pocos lo conocen.
–¿Cómo te tratan los hinchas?
–El hincha te putea cuando estás en la cancha, después no, mano a mano te pide fotos, te saluda. Creo que la gente percibe como es uno.
–¿Y cómo sos?
–Sé que no soy el mejor padre ni el mejor referí. Soy un hombre que cada día trata de ser mejor padre, mejor marido, mejor referí..., y en la búsqueda, cometo errores.
–¿No sos el mejor árbitro de la Argentina?
–No, esa es…una, haber… No lo siento. Trato de mejorar día a día, pero yo no lo siento. Entonces, no lo digo ni lo canto.
–¿Cómo te llevás con tus errores?
–Depende en qué momento de tu carrera te tomen, si es en el nacimiento, durante el crecimiento, cuando estás consolidado o ya próximo al retiro. Los golpes se reciben de distinta forma. Ante el error, me autoflagelo. Me digo: ‘no puede ser que te hayas equivocado en esto y en esto’. Si encuentro el por qué, si fue por un descuido o porque estaba mal posicionado, soy muy duro conmigo mismo. Más allá de que después me quieran parar una fecha, dos fechas o tres fechas, ese es un castigo para el mundo fútbol, digamos, pero mi peor castigo soy yo.
–¿Te sorprendió más ir a Brasil 2014 o a Rusia 2018?
–Ir a Brasil. Diego [por Abal] venía haciendo todo el recorrido; yo también, pero yo como segundo. Pero en los últimos tramos, con un buen Mundial Sub 17, la final de la Libertadores 2013, los seminarios…, me eligieron. Y sí, me sorprendió. En cambio, para Rusia, aunque había otros colegas con posibilidades, yo sabía que la experiencia es algo intransferible. Te conoce la gente de la FIFA, sabe cómo pensás, cómo corrés, qué evaluaciones hacés del juego. Ellos tienen una radiografía tuya… Y, además, hay que sostener el nivel, porque después de Brasil 2014 también participé de una Copa América, de otra final de Libertadores, otra final de Recopa, la Sudamericana, la Copa de las Confederaciones, los Juegos Olímpicos de Río… Me contaron que dijeron ‘porque hizo un buen Mundial en Brasil lo pusieron en Rusia’. Es un reduccionismo, y no es justo.
–Dirigiste nueve partidos en dos mundiales. ¿Algún árbitro argentino podrá arrebatarte ese récord?
–… No pienso en esos números. ¿Por qué no puede haber 10, 11 o 12…? ¿Quién sabe , no? Si tengo cosas por aprender, ¿por qué no imaginar que también podrán venir más partidos? Tengo hilo en el carretel por algunos años más, todavía.
–Se especuló con tu retiro. ¿No lo evaluaste?
–Quiero seguir dirigiendo, no quiero salir de la cancha. Seguir dirigiendo en la Superliga, y si me repongo de la tendinitis y llego, también dirigir algo en las instancias que quedan en la Conmebol. Sí, quiero seguir dirigiendo…, quizá en otra liga también. Pero ese sería un cambio muy profundo, habrá que hablar mucho con la familia. A fin de año terminaré de resolver.
–¿Te hubiese gustado dirigir estos Boca-River?
–Una terna argentina en la final hubiese sido histórico. La Conmebol hace lo que cree conveniente.
–Habrás escuchado este análisis: es más difícil dirigir en la Argentina que en un Mundial…
–Pero cómo van a decir eso. Y lo he escuchado de colegas o excolegas. De jugadores no tanto, porque no se involucran. Son dos cosas incomparables. En la liga cometés un error y te paran una o dos fechas; en un Mundial cometés un error y desaparecés de todos los planos. La precisión del juego, la velocidad y los intereses que están en juego no se pueden comparar con una liga de cualquier lugar del mundo. Humildemente lo pienso. En un Mundial está la crème de la crème, los mejores jugadores, los mejores técnicos, los principales negocios, la lupa de la FIFA. Es imposible comparar una liga, de acá o de donde sea, con un Mundial.
–Pero la expresión apunta a las mañas, las trampas.
–Sí, pero eso, en el todo de una tarea arbitral, no es lo más difícil. Lo más difícil es tomar buenas decisiones a alta velocidad, con tanta precisión, con tantos intereses. Con lo que significa un Mundial.
–Evidentemente, te molesta…
–Claro. Yo estuve en dos mundiales y sé de dos árbitros que, pobres, se equivocaron, y se tuvieron que volver. Y habían llegado con todas las estrellas, con todas las condecoraciones. Pero se equivocaron una vez y se volvieron. Andá y preguntales a ellos si era más difícil dirigir en sus ligas que en un Mundial… Y te bajan las persianas. Ahora, si vos me decís que el fútbol argentino es más difícil en el aspecto disciplinario, te digo que sí. Sí. Lo acepto. Ahora, en el juego en sí, siempre es mucho más difícil el Mundial.
–¿Qué cambios notaste entre un Mundial y otro?
–En este se jugó a mayor velocidad y precisión. Fue un Mundial más rápido, más intenso. Se notó que había mucho trabajo en los equipos. Algunos, que no eran de élite, que no entraban entre los 10 mejores, igual le hicieron partido a cualquiera.
–Elegí uno de tus nueve partidos: ¿Francia-Croacia?
–Fueron lindos todos. La final tuvo un peso único. Quizá el más intenso fue Estados Unidos 2 vs. Portugal 2, en 2014; me demandó mucho físicamente, se jugó en Manaos, Portugal lo empató a los 93... 94 minutos, y si perdía se quedaba afuera. También Francia-Alemania, en 2014: dos campeones del mundo, por los cuartos de final, en el Maracaná.
–¿Podés disfrutar del juego mientras dirigís?
–Sí, sí. Por ejemplo, en Estados Unidos vs. Portugal, cuando vos escuchás que alguien se pregunta qué tan bueno es Cristiano Ronaldo, partidos como esos lo explican todo. ¡Paaaaa, qué animal! Una locura. A Messi lo he visto como espectador, nunca en el campo, pero Ronaldo es increíble.
–Nunca dirigirás a Messi, ¿será una frustración?
–Y… sí, a nivel selección nunca lo podré hacer. Me faltará ese tilde. Con Maradona, cuando era técnico de la selección, jugamos con los árbitros un partido en el predio de la AFA. Creo que le di alguna patada. A Messi podría dirigirlo con su Barcelona, ¿no? En un Mundial de Clubes, por ejemplo. A un Mundial de Clubes nunca fui.
–¿En qué pensaste justo antes de empezar la final?
–Pensé en cuanto le había insistido a mi papá para que me comprara una pelota. Pasó un tiempo hasta que un día la trajo y me dijo ‘cuidala’. Pensé en el nacimiento de mis hijos y en mi pueblito, en Corpus Christi… Estaba en un estadio con 80 mil personas y en Corpus viven tres mil. ¡Mi pueblo entraba casi 30 veces! Haber dirigido la apertura y la final del Mundial es inolvidable. Me contaron que dijeron, ‘bueno, sí, pero ya lo hizo Elizondo’. Y es cierto, sí, Horacio también lo hizo, pero no me quiten a mí, ni al equipo que armamos con Maidana y Belatti, el orgullo.
–Después del Mundial, ¿qué te motiva?
–Me gusta dirigir, y punto. Preguntale a Mirtha Legrand cómo hace para motivarse después de 50 años de televisión. Le gusta, y punto. Es algo interno. Yo espero con ansiedad las designaciones y armo con ilusión el bolsito. Cuando te empieza a molestar armar el bolsito, ahhh, ahí hay un primer síntoma…, pero a mí no me pasa eso.
–¿Notás animosidad contra el arbitraje? ¿Creés que se crea intencionalmente un clima adverso?
–Muchas veces hay críticas y tienen razón. Ahora, si un periodista, un jugador o un dirigente empiezan a contabilizar que tal referí hace tres años se equivocó en esto, y seis meses después en esto otro, y entonces vamos a ir por su cabeza… Eso no corresponde. Más, con nuestra realidad social, convendría ser más cuidadosos con las palabras.
–¿Cómo evaluás al arbitraje argentino?
–Hay momentos en que las olas son más fuertes y golpean, y a veces vienen más mansas. Pero el referato argentino tiene material para crecer. Si realmente desde la cabeza se quiere hacer una reestructuración, un cambio, debe haber mayor inversión. Y la inversión no pasa exclusivamente por lo económico. Pasa también por la dedicación, porque se aseguren las condiciones básicas de entrenamiento, que un asistente que juega dos partidos de la Superliga y otros dos o tres del Nacional B no tenga un sueldo de 22 o 25 mil pesos… Entonces, seamos buenos. La gente cree que yo tengo fortunas, que estoy salvado, y no es así. Y después están los otros, los que están listos con cuchillo y tenedor, que dicen: ‘claro, como cobran poca plata son todos unos corruptos y arreglan fácil’. Tampoco, ¿habrá? No lo sé, nunca vi a ninguno. Si los de arriba, los que manejan, sienten que el referato no está en una buena línea, tienen que invertir: dedicación, dinero, tiempo, capacitación y materiales.
–¿Todo eso falta?
–Sí, falta mucho. Uno, que tiene la oportunidad de estar en nivel Conmebol y FIFA, nota las diferencias. La AFA tiene la suerte de contar con muy buen material humano.
–¿Los dejan solos a los árbitros? Coudet y Barros Schelotto se exceden en los reclamos, descuidan los modales, y solo reciben una sanción económica…
–Los únicos recursos que tenemos los árbitros son un bolígrafo y un papel: el informe. Sin poner de más ni quitar. Luego, llega a un Tribunal y ellos tendrían que hacer sus premios o castigos. Si no se empieza con esos cambios... ¿Tenían razón Coudet y Guillermo en protestar? Quizá, sí; quizá, no. Pero, ¿esa era la manera? Ey, ey, seamos buenos. Me da lástima como entre todos maltratamos al producto fútbol. Y no digo proteger para esconder errores, no, lo digo para crecer. Si yo, como árbitro, me equivoco en una fecha, me paran una o dos; y si el técnico se equivoca, ¿qué? Cuando veo esas imágenes de los técnicos maltratando al cuarto árbitro, personas que ganan 18 mil pesos por mes…, ¿entonces? Hay que ser cuidadosos. Un día se me paró Caruso acá, adelante, y me hablaba. ¿Y qué le voy a decir a un tipo de esos? Mirarlo, nada más. Andá al vestuario y decime: ‘No te podés comer dos penales’ Pero ahí, en la cancha, buscan otros destinatarios. ¡Basta con ese mensaje mediocre, que lastimosamente mucha gente sigue creyendo! Si sos tan guapo, o tenés la razón, vení al vestuario, llevame los videos y decime: ‘mirá’. Si soy un tipo de bien te voy a decir que me equivoqué. Ahora, el otro tiene que ser sincero también: si viene con la idea de condicionarme para la próxima, chau, olvidate
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